Estamos en el umbral de otra era: Ricardo Pozas
Llegó a su fin la cultura crítica del Movimiento
Hay nuevas posiciones frente a aquello que en un momento dado prometió la transición y no cumplió, dijo
El Movimiento Estudiantil de 1968 es la resaca de la Revolución Mexicana, que produjo una nueva cultura crítica, un nuevo tipo de análisis, y cuyo ciclo ha llegado a su fin, apuntó Ricardo Pozas Horcasitas del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS).
Al impartir la conferencia magistral Los Sesentas: el Quiebre del Siglo, el universitario indicó que estamos en el umbral de un nuevo periodo, “veamos qué sucede después del 1 de julio, pero, pase lo que pase, el escenario ya cambió; hay nuevas posiciones políticas frente a aquello que en un momento dado prometió la transición y no cumplió”.
Al cerrar la primera parte del ciclo de conferencias Las Ciencias Sociales ante el 68, el investigador universitario señaló que la década de 1960 culminó una etapa de la historia que inició en 1945 con la Segunda Guerra Mundial en distintos órdenes y diversas partes del mundo, para dar paso a una nueva.
Destacó que hay una tendencia marcada a considerar que los regímenes políticos se reestructuran a partir de la política. “Sin embargo, mi hipótesis es que la sociedad es quien les pone fin.
“En este caso, lo que agotó a los regímenes políticos de la década de 1960, construidos en la posguerra a partir de 1945, fueron las revoluciones sociales, casi todas de carácter pacífico pero importantes en términos culturales, vinculadas a un cambio generacional vertiginoso.”
Referentes colectivos
Pozas Horcasitas dijo que desde el punto de vista de la sociología, “esa década no sólo representa el paso de 10 años, sino además un periodo histórico construido como una unidad temporal, marcado por eventos políticos, sociales y económicos que delimitan un principio y un fin, los cuales simbolizan referentes colectivos en las cohortes demográficas y en los imaginarios colectivos, que expresan cambios en la organización social y económica de la entidad espacio-temporal referida”.
En el auditorio del IIS, el académico expuso que los sesentas son el quiebre del siglo corto (como sinónimo de intensidad), comprendido entre el inicio de la Primera Guerra Mundial y el colapso de la Unión Soviética. “Pocos en la historia de la humanidad fueron tan intensos como el siglo XX. En México y Latinoamérica, esa década inició el 1 de enero de 1959, con la toma de La Habana por los barbudos”.
Comentó que al iniciar el siglo pasado nuestra nación era excepcional por la Revolución Mexicana, pero a medida que fue avanzando la centuria, México se fue empalmando con los otros procesos sociales y políticos de América Latina. La década de los 60 inició en México a finales de 1958 con los movimientos de los trabajadores del Estado, primero el de los telegrafistas, luego el de profesores del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, posteriormente el de los ferrocarrileros y finalmente el de los petroleros.
“Esa década que inició en 1959, ideológica y políticamente culminó con el Movimiento Estudiantil de 1968.”
Cinco macroprocesos
Por otra parte, mencionó que los 60 “estuvieron inmersos en cinco macroprocesos: la Guerra Fría, las tres décadas gloriosas del capitalismo, el surgimiento del tercer mundo, la transición demográfica y la nueva cultura: la contracultura, la contestación como debate”.
Podemos decir que el común denominador de esos años fue una lucha por la libertad, una necesidad social y psicológica de ser libre, puntualizó el especialista.
Los 60 fueron la explosión de los jóvenes, un hecho importante en 1968 año en el que en Occidente surgió también la expresión de una sociedad rica y en expansión, en la que aquéllos debatían el futuro. Fue una etapa de nuevos movimientos sociales.
En 1968 se registraron en el mundo movimientos sociales en Estados Unidos, Francia, Alemania, Italia, España, Japón, Argentina, Bolivia, Brasil, Perú, Uruguay, México, Turquía. “Paralelamente se dio otro movimiento que fue la Revolución Cultural en China, proceso restaurador del orden totalitario”.
El elemento constante de los movimientos estudiantiles en Occidente fue el antibelicismo, expresado fundamentalmente contra la guerra de Vietnam. En América Latina, en particular, “las causas ideológicas de la movilización fueron el antiimperialismo y el repudio al bloqueo estadunidense hacia Cuba, así como la denuncia del respaldo americano y de la Organización de Estados Americanos a los gobiernos golpistas de la región”.
Por último, Ricardo Pozas expresó que aquellos episodios fueron punto de llegada de más de una década de cambios sociales particulares, mismos que fueron configurando nuevas formas culturales y políticas mediante la contestación, la crítica y las acciones colectivas.