El melanoma es responsable de 80 por ciento de las muertes por cáncer de piel en México; va en aumento en el mundo, más que cualquier otra neoplasia maligna, convirtiéndose en un problema de salud pública. De acuerdo con el más reciente reporte del Instituto Nacional de Cancerología (INCan), en el país se incrementó el número de casos de 300 a 500 por ciento en los últimos años.
“Los mexicanos pensamos que nuestra piel morena, pelo y ojos oscuros nos eximen de esta patología, pero genéticamente albergamos genes que nos proporcionan alta susceptibilidad debido al mestizaje”, afirmó Rodrigo Roldán Marín, responsable de la Clínica de Oncodermatología, de la Facultad de Medicina (FM).
Esta clínica, dedicada al diagnóstico temprano y tratamiento integral de dicha afección, es la única instancia en la nación que realiza la dermatoscopía digital y cuenta con un microscopio confocal de reflectancia, que permite hacer biopsias virtuales in vivo.
“Piel y ojos claros, cabello pelirrojo o rubio, más de 50 lunares en el cuerpo, antecedentes familiares de cáncer de piel o de páncreas, exposición solar intermitente o quemaduras solares, son factores potenciales para desarrollar melanoma, una de las tres variedades de cáncer de piel y la más agresiva.”
Las tasas más altas de incidencia del melanoma maligno cutáneo se registran en Australia y Nueva Zelanda, seguidos de América del Norte y Europa del Norte.
Lunares
Un lunar es la proliferación benigna de células (melanocitos) que producen melanina, es decir, el pigmento que le da color a la piel; aparecen por genética y/o por la exposición a la radiación solar.
Es raro tener un lunar de nacimiento, pero tampoco es normal que surjan nuevos después de los 30 o 35 años. Durante la infancia y adolescencia los también llamados nevos aparecen y desaparecen, y dejan de hacerlo después de la tercera década de vida. “Un lunar o mancha nueva a partir de esa edad puede ser potencialmente maligno. En un adulto mayor (>60 años) un lunar nuevo representa cáncer de piel, hasta demostrar lo contrario”, alertó Roldán Marín.
Los lunares son estables, se quedan siempre del mismo tamaño y color, no así el melanoma.
“Cuando varios factores de riesgo están presentes, en la Clínica de Oncodermatología hacemos fotos digitales, un mapa del cuerpo para conocer el número y morfología de los lunares. Posteriormente, con la dermatoscopía digital se analizan cada uno de los nevos y se reconocen las lesiones anormales en tamaño, color y estructura.”
El melanoma es considerado el más agresivo por su capacidad de moverse: si crece más de un milímetro de profundidad, seguramente ya tuvo acceso al torrente sanguíneo y puede diseminarse con rapidez a otra zona, advirtió.
El microscopio confocal de reflectancia permite ver las características de la lesión, la arquitectura del tejido célula por célula, y determinar su extensión y profundidad, “es como un ultrasonido”, concluyó el universitario.
La exposición a la radiación de rayos ultravioleta (UV) emitida por el Sol o de lámparas y camas de bronceado aumenta el riesgo, por lo que es recomendable el uso de un bloqueador solar diario dos veces al día, pues las sustancias que protegen la piel sólo están activas cuatro horas.
El mejor protector solar es la ropa, una barrera física que impide que la luz llegue directamente a la piel.