Cuando se muere una lengua, muere una forma de ver el mundo. Es el instrumento de mayor alcance para la preservación y el desarrollo del patrimonio cultural tangible e intangible, y en México hay entre 69 y 70 lenguas indígenas, y son más de 360 variantes lingüísticas.
No obstante, su estado actual en el país es malo, pues existe una condición poco propicia para su desarrollo. “Las lenguas se extinguen porque no hay hablantes”, dijo José Manuel del Val Blanco, director del Programa Universitario de Estudios de la Diversidad Cultural y la Interculturalidad (PUIC).
La enseñanza y práctica de las lenguas indígenas en las escuelas ayudaría a conservarlas y a fomentar la identidad nacional, al reconocer nuestra pluralidad como país, subrayó.
Alfabetización
A propósito del Día Internacional de la Lengua Materna, que se celebra hoy, indicó que aunque en los últimos años ha habido un reconocimiento de su importancia y hay una generación de escritores y poetas que escriben en ellas, falta una alfabetización para que los propios integrantes de estas comunidades, y todos los mexicanos, podamos leer y comunicarnos en lenguas originarias de acuerdo con las diversas regiones de nuestro territorio. No obstante, recordó, “en México el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI) ha anunciado que este año contará con menos presupuesto para sus actividades”.
Además, “los miembros de las comunidades indígenas no están alfabetizados en su lengua. No hay todavía una lógica en la construcción del carácter pluricultural de la sociedad mexicana”.
Una sociedad multicultural y multilingüe, enfatizó el titular del PUIC, significa que debe haber un desarrollo de las lenguas con una correspondencia territorial: en el Valle de México el náhuatl, en Yucatán el maya, en Chihuahua el tarahumara o rarámuri.
“Las lenguas indígenas se deben enseñar en las escuelas oficiales: en las regiones maya, zapoteca, purépecha, náhuatl, huichol… cada una la que corresponda a su comunidad. La sociedad mexicana y las instituciones del Estado aún no han comprendido la responsabilidad que se tiene al respecto.”
Del Val afirmó que se debe organizar la estructura educativa para este objetivo. “Todos deberíamos tener acceso a estas lenguas, que también son nacionales. Ha habido modificaciones jurídicas significativas, pero las leyes en México no se cumplen ni se financian. Hay apoyo político, pero no presupuestal”.
El problema es que en el sistema educativo se nos instruye para ser monolingües, cuando somos un país multilingüe. Hay una contradicción esencial que ni siquiera se discute seriamente. “Es importante que este año, dedicado a las lenguas indígenas, se convierta en un proyecto de reflexión, en el que la sociedad mexicana se mire al espejo, se vea como es y sobre eso trabaje”, resaltó.
El Día Internacional de la Lengua Materna fue proclamado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) para promover el multilingüismo y la diversidad cultural.
Más allá de la efeméride de este día, 2019 fue declarado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el Año Internacional de las Lenguas Indígenas. Según el mismo organismo internacional, desde que el ser humano empezó a hablar, unas 30 mil lenguas han desaparecido. Actualmente, de las entre seis mil y siete mil que se practican en el mundo, unas tres mil están en peligro de extinguirse.
La Unesco estima que todos los años al menos 10 idiomas desaparecen, y considera que una lengua está en peligro cuando la hablan menos de cien mil individuos.
Según el INEGI, en México siete millones 382 mil 785 personas de tres años y más hablan alguna lengua indígena; las más practicadas son: náhuatl, maya y tseltal.
Una leyenda
En la dignificación y memoria de las lenguas originarias, destacan los trabajos de Miguel León-Portilla, quien por sus estudios de poesía, lenguas e historia indígenas, es ya una leyenda.
En agosto de 2018, a propósito del Día Internacional de los Pueblos Indígenas y con la claridad que le caracteriza, el maestro de generaciones dijo: “Exhorto a todos los que tengan un ancestro náhuatl, zapoteca, purépecha, maya o ñañu, o de cualquier pueblo, que a sus hijos les conserven la lengua. A veces, antes les daba vergüenza hablarlas porque les decían ‘indio’… que te digan indio, que te digan pueblo originario, ¡es una cosa ma-ra-vi-llo-sa!”.
Aquí, un fragmento del poema Ihcuac thalhtolli ye miqui (Cuando muere una lengua) de León-Portilla.
Cuando muere una lengua
las cosas divinas,
estrellas, sol y luna;
las cosas humanas,
pensar y sentir,
no se reflejan ya
en ese espejo.
Cuando muere una lengua
todo lo que hay en el mundo,
mares y ríos,
animales y plantas,
ni se piensan, ni pronuncian
con atisbos y sonidos
que no existen ya.