Las vírgulas de la palabra como nunca antes: en pleno sincretismo de espacio y tiempo, con rimadas frases a la velocidad del venado, entre ichpochtlis (chicas) y xochiquetzallis (flores hermosas), con el beat del rap, como cautivadora herramienta difusora de las lenguas originarias, con todo el flow (cadencia), en náhuatl, mixe, seri, maya, mixteco y zapoteco, fue una celebración lingüística-musical a las mujeres indígenas, en su día internacional, que en México constituyen alrededor de seis millones 200 mil, según cifras oficiales.
“Por las niñas, las malinches, las abuelas, las guerreras”, así rezó el prólogo con un ritual de percusión, aliento de caracol y danza con conchas, del primer Festival de Hip Hop en Lenguas Indígenas, organizado por la UNAM, mediante el Programa Universitario de Estudios de la Diversidad Cultural y la Interculturalidad (PUIC), y la Dirección General de Atención a la Comunidad (DGACO).
En Las Islas, de Ciudad Universitaria, reminiscente en espacio y proxémica a las ciudades prehispánicas, se presentaron seis números musicales provenientes de Oaxaca, Puebla, Sonora, Estado de México y Ciudad de México, durante casi cuatro horas. El encuentro fue conducido por Vania Nuche, de Radio UNAM.
Repertorio
La apertura fue con la Banda de los Pueblos Indígenas de la UNAM, integrada en esta ocasión por 30 de los 80 músicos y alumnos becarios universitarios. Su joven director dirigió frente al aliento, la percusión y las cuerdas, la brisa del Istmo, con pausa y énfasis.
El repertorio fue concluido con Dios nunca muere, y no lo hará al mirar el resoplo robusto de Diana Gabriela Martínez, alumna de la Facultad de Música, que suena la tuba con aires de Tlahuitoltepec, Oaxaca, y al mismo tiempo sonríe.
Llegó el turno de El mágico, Martín Cabrera Posada desde San José Miahuatlán, Puebla, quien rapeó en náhuatl, con sonidos acentuados en las ch, y énfasis en los fonemas tl, pedía las manos en el aire, mientras hacía círculos imaginarios con el brazo izquierdo. El mágico fue acompañado por el dj Mente negra, y apareció el B-boy, Mariano Cruz, breakdancer, quien frotó la duela con su destreza elástica, en la tierra del teponaztle y el huehuetl. Continuó César Antúnez Mixe-Represent, de Amazulapan, Oaxaca, con su flow en lengua mixe, quien en su presentación resaltó las ñ, y fue terminante en su petición y súplica: “Mixe-canos, preservemos nuestra cultura”.
El siguiente turno fue para Janeidy Molina, Comca’ac, del pueblo seri, de Sonora. Discreta, sobria, ataviada de negro y listones de colores por la espalda, y pintura sobre los pómulos (para contar la historia de sus ancestros), con fondos musicales de flautas y su voz que arrastraba las g, y optaba en ocasiones por el sonido gutural.
Vino Zahash, Sharaí Orta, mazahua, de Jocotitlán, Estado de México, quien siempre sobre incienso, exigió “la presencia de todas las que ya no están”. La cuicanitl (cantante), estilizó y armonizó con su voz, hasta la llegada súbita de Tláloc, que lloviznó Las Islas.
En el cierre, María Reyna y la Ópera Mixe, también de Tlahuitoltepec, Oaxaca, enlazó la tarde con su voz soprano. Acompañada del contrabajo, clarinete, piano y batería, “la modesta florecita… soy pequeña, soy chiquita”, acompañó el barniz de la tarde con Canción mixteca en tres lenguas, el nudo sorprendió a varias gargantas, “cuál hoja al viento… quisiera llorar”.
Tierra fértil
En el festival, José del Val, director del PUIC, dijo que era esencial que Las Islas “fueran la tierra fértil donde florecen las lenguas, originarias de México…oiremos esas flores ya de ramilletes. Estamos en los prolegómenos de la verdadera naturaleza de este país, las lenguas van a florecer y van a crecer por todas partes, para que se haga plurilingüe”.
Mireya Ímaz, titular de la DGACO, explicó que un día como este pero de 1782, la lideresa Bartolina Sisa, en Bolivia, fue ejecutada por el ejército, luego de haber encabezado una rebelión contra la dominación de su pueblo, y fue en su honor y desde 1983, que en dicha jornada se conmemora la vida de todas las mujeres indígenas del mundo. “Hoy más que nunca se debe reconocer el aporte y saberes de las mujeres indígenas en la defensa de la naturaleza, el territorio, y en todos los ámbitos de la vida”, finalizó.