3 poemas para recordar a Pasolini

El escritor y cineasta italiano es considerado una de las grandes figuras de la cultura italiana de los años 60 y 70, a 45 años de su muerte recordamos una de sus facetas menos conocidas

La noche del 2 de noviembre de 1975 un grupo de policías italianos encontraron en una playa de Ostia el cadáver sin vida de Pier Paolo Pasolini, uno de los intelectuales más polémicos de Italia, horas después un encuentro con un joven que derivó en un intento de asalto y, posteriormente, en su violenta muerte.

Pasolini, nacido el 5 de marzo de 1922, fue un hombre multidisciplinario que por igual se desempeñó como periodista, ensayista, filósofo, actor, político y cineasta, siendo esta última faceta la que lo llevó a ser reconocido alrededor del mundo.

Su obra en general se distingue por sus férreas posiciones políticas (era comunista y profundamente católico) y su abierta exploración de la sexualidad humana. Gracias a sus preferencias sexuales fue expulsado del Partido Comunista Italiano y acosado a lo largo de su vida por la derecha cristiana, quienes lo acusaban de hereje.

“Como novelista, poeta, ensayista, filólogo, director cinematográfico, comunista militante e impugnador extraparlamentario, Pasolini fue —y sigue siendo—, el centro de encarnizadas polémicas durante dos décadas de vida italiana. En todas sus actividades marcó las huellas frescas y profundas de su ‘desesperada vitalidad’, de su ‘pasión e ideología’, de su lucidez crítica y de su lucha a favor de quien está social, sexual y culturalmente ‘excluido’ por el odio de la ‘cómoda normalidad’,” explica Guillermo Fernández en su introducción a la Antología breve dedicada al escritor distribuida por Material de lectura.

El trabajo poético de Pasolini es una de sus facetas menos conocidas fuera de Italia, para Fernández, sus poemas capturan “la tradición viva de la cultura italiana y los turbulentos años de la segunda posguerra, asumidos por Pasolini con enconada pasión: es el último gran renacentista enclavado en el centro mismo del siglo XX italiano”.

Así describe Guillermo Fernández la obra poética de Pasolini:

“Y el poeta civil más importante de su país en lo que va del siglo, en cuya obra madura predominan los tensos conflictos ético-sociales; los intereses filológicos, que lo llevan al estudio profundo de las formas populares y dialectales; el análisis de los instrumentos de la crítica estilística y la relación de ésta entre sociedad y literatura, considerando los fenómenos plurilingüísticos de la Península y la consecuente exclusión de dichas formas en la cultura oficial. Como en toda su obra narrativa, su poesía combina la lengua y el dialecto, intentando con ello documentar el momento histórico y la realidad del mundo violento de los arrabales romanos, de los suburbios miserables donde él mismo vivió durante los primeros años de su estadía romana, narrados en El llanto de la excavadora y en muchos otros poemas autobiográficos.”

En total, el director de Teorema (1968) publicó más de una decena de poemarios, entre los que se incluyen Poesie a Casarsa (1942), Dov’è la mia patria (1949), Le ceneri di Gramsci (1957), La religione del mio tempo (1961), y Trasumanare e organizzare (1971).

A continuación recuperamos 3 poemas incluidos en la publicación de material de lectura:

REAPARICIÓN POÉTICA DE ROMA

Dios, qué significa ese sudario silencioso
que ondula sobre el horizonte…
ese ventisquero de moho —rosa
de sangre aquí— desde las faldas de los montes
hasta las ciegas encrespaduras del mar…
aquella cabalgata de llamas sepultadas
en la niebla, que hace confundir el llano
que va de Vetralla a Circeo con un pantano
africano que exhala un anaranjado
mortal… Es velamen de bostezantes y sucias
brumas enroscadas en pálidas
venas, incendiadas líneas,
ganglios en llamas: allá donde los valles
del Apenino, entre diques de cielo,
desembocan en el Agro vaporoso
y en el mar: pero —casi arcas o espigas
en el mar, en el negro mar granuloso—
la Cerdeña o la Cataluña
ardiendo por siglos en un grandioso
incendio sobre el agua que las sueña
más que reflejarlas, resbalando,
parece que acabaron por lanzar toda
su madera aún ardiente, toda cándida
brasa de ciudad o cabaña devorada
por el fuego, hasta palidecer en estas landas
de nubes sobre el Lazio.
Pero ya todo es humo, y os asombraríais
si, dentro de los escombros del incendio,
oyéranse reclamos de frescos
niños desde los establos o magníficos
tañidos de campana retumbando de hacienda
en hacienda, por los abruptos atajos
desolados que se vislumbran desde la calle
Salaria —como suspendida en el cielo—
a lo largo de ese fuego melancólico
perdido en un gigantesco desmoronamiento.
Ahora su furia se desangra y palidece
infundiéndole mayores ansias al misterio
allá donde —bajo esas polvaredas
flameantes, casi un empíreo sudario—
empolla Roma sus barrios invisibles.

De La religión de mi tiempo

CARNE Y CIELO

Oh, amor materno,
doliente, por los oros
de cuerpos invadidos
del secreto de regazos.
Amados movimientos
inconscientes del perfume
impúdico que ríe
en los miembros inocentes.
Pesados fulgores
de cabellos… crueles
negligencias de miradas…
atenciones infieles…
Enervado por llantos
tan suaves vuelvo a casa
con las carnes ardientes
de espléndidas sonrisas.
Y enloquezco en el corazón
nocturno de un día de trabajo
después de mil otras noches
con este impuro ardor.

De El ruiseñor de la iglesia católica

AL PRÍNCIPE

Si vuelve el sol, si desciende la tarde,
si la noche tiene un sabor de noches futuras,
si una tarde de lluvia parece volver
de tiempos tan amados y nunca del todo poseídos,
ya no soy feliz al gozarlos o sufrirlos:
no siento ya, frente a mí, toda la vida…
Para ser poetas se necesita mucho tiempo:
horas y horas de soledad son necesarias
para formar algo que es fuerza, abandono,
vicio, libertad, para darle forma al caos.
Poco tiempo me queda: por culpa de la muerte
que me viene al encuentro en mi marchita juventud.
Mas por culpa también de nuestro mundo humano
que le quita el pan a los hombres y a los poetas la paz.

De La religión de mi tiempo

Material de lectura: Pier Paolo Pasolini, Antología breve

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