Históricamente, ha habido una mirada patologizante
31M, visibilizar las realidades trans para combatir la ignorancia
Hay que enfatizar no sólo los desafíos sociales de realizar una transición, sino también celebrar su existencia y mostrar la satisfacción y el gozo que hay en su vida
Desde el año 2009 cada 31 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Visibilidad Trans como una manera de reflexionar y tomar conciencia sobre el valor de las vidas de las personas de esa comunidad y sus realidades.
Esa fecha es relevante y significativa porque, a diferencia del Día de la Remembranza Trans, permite abordar y visibilizar la realidad trans más allá de la violencia poniendo énfasis no sólo en los retos sociales de realizar una transición sino también celebrando la existencia trans y mostrando la satisfacción y el gozo que hay en la vida de estas personas. Es por esto que, en el contexto de este día, las poblaciones trans suelen circular el término euforia de género, el cual busca contrarrestar el estigma y la patologización social asociada a la categoría de disforia de género.
No olvidemos que la historia del concepto de disforia de género se halla en la medicina y la sexología del siglo XX como una categoría diagnóstica de lo que antes era llamado transexualidad. Esta categoría no sólo hacía de la realidad trans algo a ser diagnosticado, cual enfermedad, sino que también construía al sujeto trans como esencialmente enfermo, insatisfecho, incómodo y afligido con su cuerpo y vida. La noción de euforia de género, en cambio, surge de las críticas que el transfeminismo y las personas trans realizaron a la medicina; y, en este caso específico, dicho término sería una manera de contrarrestar la mirada patologizante para enfatizar y visibilizar que es falso que las personas trans no tengan vidas plenas y satisfactorias.
Igualmente el 31M ha buscado hacer visible la diversidad de las vidas de las personas trans. Históricamente, la mirada patologizante ha aplanado al sujeto trans en su diversidad y complejidad para ser visto desde estereotipos nocivos que lo reducen a su cuerpo y sexualidad. Es común que a una persona trans se le exotice por asociarla a la cirugía y la hormonización, e incluso muchas veces no se ve en su vida nada más que eso.
En el caso de las mujeres trans eso es más fuerte ya que incluso sus vidas suelen ser juzgadas como domesticadas por la heterosexualidad y la mirada masculina, cosa que omite el hecho de que no todas las mujeres trans son heterosexuales y que, al igual que la experiencia cis, sus cuerpos se construyen de forma distinta por una diversidad de significados y motivos. Esto también se ve en las falsas acusaciones que actualmente se lanzan contra las infancias trans de ser experiencias medicalizadas, a pesar de que en México organizaciones civiles, como la Asociación por las Infancias Transgénero, han señalado insistentemente que el acompañamiento de infancias trans no ocurre así, sino que consiste de cambios sociales y legales (nombre, pronombres y el tipo de ropa que las infancias quieran usar).
De esta manera, si bien el 31M es un día de afirmación y celebración de la diversidad de las vidas trans hoy más que nunca es importante visibilizar las dificultades por las que actualmente pasan las vidas trans. En particular me refiero al hecho de que en los últimos años hemos visto el avance de la transfobia de la mano de los movimientos antigénero. La presencia de un rechazo a las personas trans y a elaboraciones relevantes de los estudios de género como la categoría misma de género y la teoría queer, ya no sólo por parte de la derecha, sino también por grupos históricamente ligados a la izquierda, como los feminismos, muestra una situación en donde el prejuicio está ganando terreno.
Eso es aún más preocupante si ponemos atención a cómo estos discursos y movimientos están ganando apoyo en sectores académicos que desconocen la realidad de las personas trans, que no tienen formación en estudios de género, que desconocen la existencia de los estudios trans e ignoran la producción transfeminista. Desde ese desconocimiento no reconocido y basándose en una serie de prejuicios construidos a lo largo de décadas de un sujeto que se ha construido abyecto, patológico, enfermo y casi criminalizado, es que se compran discursos que parecen críticos y progresistas pero que son profundamente ignorantes y conservadores.
Cuando se tiene ese nivel de ignorancia sobre estos temas no se cuenta con las herramientas suficientes para reconocer un discurso de odio, y para entender el vínculo que hay entre un discurso y las violencias en la calle. Es por esto que en el marco del 31M los compromisos que deben tener las, los y les universitaries, sobre todo quienes tienen una vocación ética y basada en derechos humanos, es conocer las realidades de los grupos de atención prioritaria y conocer las voces, experiencias y conocimientos que se han elaborado desde ahí como reacción a los estigmas.