En México ocurren, en promedio, 60 sismos al día. En 2020 sucedieron 30 mil 110, en 2019 hubo 26 mil 418 y en 2018 fueron 30 mil 350, informó Xyoli Pérez Campos, investigadora del Instituto de Geofísica (IGf).
A 36 años del sismo del 19 de septiembre de 1985 (magnitud 8.1) y cuatro del de la misma fecha de 2017 (magnitud 7.1) en la nación hay una mayor conciencia de que México es un país sísmico y contamos con un sistema de alerta nacional que nos permite tener unos segundos de ventaja para tomar alguna acción ante la ocurrencia de un evento, afirmó la experta universitaria.
Al reflexionar sobre el aniversario, consideró que el puente entre los científicos y la sociedad es un reto bastante grande, porque está la parte de ciencia básica, que se tiene que convertir en algún momento en algo aplicado y de utilidad colectiva, y la traducción del conocimiento científico a la sociedad por medio de la divulgación. “Nos falta mucho por hacer para lograr esa comunicación más eficaz para el público”.
A raíz de que en la década de 1990 se implementaron tecnologías como el GPS y nueva instrumentación como los sismómetros de banda ancha, hoy en día los científicos de esta área pueden medir cosas que antes no conocían, como los sismos silenciosos.
“Antes los registros eran en sitio, luego se mandaban datos por teléfono y actualmente los datos se envían de manera continua, lo que permite ver muchas cosas que antes no aparecían, pues antes sólo se contaba con un pedacito de información. En términos de telecomunicaciones, almacenaje, cómputo, GPS y la tecnología de los sismómetros hay muchos avances que hicieron posible el descubrimiento de los sismos silenciosos y los tremores tectónicos, lo que nos está llevando a un replanteamiento de lo que es el fenómeno sísmico por completo, con otros eventos que están involucrados”, señaló.
Falta de recursos
La científica destacó que en México se utiliza la misma tecnología que en naciones avanzadas, pero vamos unos pasos atrás, porque no hay tantos recursos humanos: suman 76 los sismólogos en todo el país, existen menos de 100 estudiantes y apenas 14 instituciones en donde se hace investigación en sismología. “Por ello, los proyectos no son tan grandes en recursos humanos ni en cuanto a lo económico, aunque trabajamos mucho en iniciativas internacionales y estamos en la vanguardia en el área”, comentó.
El Departamento de Sismología del IGf de la Universidad Nacional, con 14 investigadores, es líder y pionero nacional en el área, y forma alumnos de maestría y doctorado en ese campo. “Es el primer lugar donde se hace sismología en México y allí se han formado varios de los ahora investigadores”, reconoció.
“Somos 76 investigadores con doctorado en sismología, 14 instituciones en todo el país, pero siete de ellas tienen un solo experto. En la UNAM somos 35 sumando el IGf (con el Departamento de Sismología y la Unidad Michoacana), el Centro de Geociencias y la Escuela Nacional de Estudios Superiores Morelia, donde hay un sismólogo. Es muy poco si pensamos que tenemos un sismo de magnitud 7 cada año y medio.”
Hay otras naciones tan sísmicas como México, es el caso de Japón y Chile. En la primera hay mucha investigación y tecnología, mientras que en la segunda son también pocos sismólogos y universidades que hacen investigación.
Estados Unidos es el país donde hay más investigadores en sismología, aunque hay grupos muy destacados en Francia y Alemania.
Extitular del Servicio Sismológico Nacional (SSN), Pérez Campos consideró esencial que en México esta institución esté adscrita a la Universidad (como sucede en Chile y Costa Rica), porque garantiza la atención a la sociedad, pero también resguarda datos científicos muy valiosos que se generan para mejorar el conocimiento del fenómeno.
“Esa parte es crítica, porque si no se cuida ese aspecto se desperdiciarían todos los datos que se están generando y la nación no avanza en el conocimiento de un tema tan fundamental”, opinó.
Otra ventaja, es que el SSN está alejado de políticas de gobierno que cambian cada sexenio, por lo que es estable y cuida mucho la parte presupuestal, garantizando un mínimo de operación; está bien protegido.
“Lo esencial es que tiene respaldo científico detrás. Cuida que lo que implementa tenga la calidad necesaria para seguir la generación de conocimiento y siempre está encabezado por un sismólogo, no por un burócrata o administrador”, finalizó.