La maestra que atiende a migrantes…

Sarahí Hernández les ofrece servicio médico gratuito y apoyos diversos en su clínica de Ciudad Nezahualcóyotl

Desde hace casi tres décadas, Sarahí Hernández Pacheco, académica de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Zaragoza, imparte la materia de Microbiología en dicha Facultad, así como Estudio Médico Integral de la Familia y Clínicas Médicas en la Clínica Universitaria de Atención a la Salud del Estado de México (perteneciente a la FES). Desde su profesión fomenta en sus estudiantes la solidaridad, la empatía y el humanismo.

“Para mí dar clases es una bendición, me mantiene preparada y actualizada en distintos temas, y sobre todo me emociona la idea de preparar a los futuros profesionales de la salud de este país, y cada vez necesitamos más. Parte de nuestra formación como médicas y médicos, además de la investigación y la docencia, es el servicio a la comunidad.”

Además de sus labores docentes, Hernández Pacheco tiene una clínica particular en Ciudad Nezahualcóyotl, donde ofrece atención médica gratuita, comida y trabajo a migrantes, y les ayuda a encontrar dónde vivir en lo que esperan que las autoridades les resuelvan su estatus como refugiados.

Mientras asea su habitación, Gabriel Toussaint recuerda que llegó a México el 26 de octubre de 2023, y que su travesía no fue fácil: primero tomó un avión desde su país natal, Haití, hacia Nicaragua, para después viajar en autobús a Honduras, luego a Guatemala y, por último, a Ciudad Nezahualcóyotl, en el Estado de México.

Hoy vive en una habitación de cuatro por cinco metros cuadrados con dos camas, un baño, una estufa eléctrica y una mochila en la que caben todas sus pertenencias. Ese mismo cuarto ha llegado a albergar hasta a 18 migrantes, todos con la misma ilusión: resolver su estatus como refugiados para retomar su camino hacia algún sitio seguro.

“Tuve que dejar Haití porque durante los últimos tres años se presentaron varios episodios de violencia: asesinatos, secuestros y hasta levantones contra la población en general. Ahora estoy en espera de la autorización de Inmigración de Estados Unidos para obtener papeles y moverme hacia allá, quiero reencontrarme con mi mujer y otros miembros de mi familia.”

Foto: Emmanuel Medina.

Toussaint forma parte de una población migrante en aumento. De acuerdo con el Boletín Anual de la Organización Internacional para las Migraciones, en 2023 arribaron a México, de forma irregular, más de 45,000 personas provenientes de Haití.

“Este fenómeno comenzó a ser notorio desde octubre, cuando comenzaron a llegar de Haití, en especial al Estado de México, por sentirse a la deriva en su país, pues no tienen presidente y aquello es tierra de nadie. Esta gente ha sido rechazada y se les complica encontrar dónde vivir o qué comer. El idioma también ha sido un problema, porque su lengua materna es el francés y muy pocos hablan español”, explica Sarahí Hernández.

“Conocemos muchas historias de personas que migran. Algunos trabajan en el aseo de casas, en lavanderías, planchadurías o en cocinas económicas. Entre las enfermedades que padecen se cuentan la hipertensión por la variación de altura entre su país y el nuestro, problemas en las vías respiratorias por el cambio de clima que experimentan a lo largo de su trayecto, lumbalgias por dormir en el suelo o infecciones urinarias.”

Hernández Pacheco aprendió francés en el CCH Oriente, cuando cursaba el bachillerato, y eso le ha permitido acercarse a sus pacientes haitianos, a conocer más de sus vidas, a empatizar con su situación e incluso a ofrecer empleo a algunos en su clínica privada. “Conforme avanzan hacia su último destino, los migrantes crean comunidades a fin de brindarse apoyo. Cuando Gabriel Toussaint llegó a la clínica fue porque alguien más le recomendó venir a atenderse una molestia que traía en ojos y cintura. Ahora él es quien les dice a sus compatriotas dónde pueden recibir atención médica gratuita”.

Sarahí Hernández proviene de una familia dedicada a la salud. Además de ser los primeros médicos de Ciudad Neza, sus padres fundaron hace 55 años una clínica en el lugar, con mucho empeño y con los recursos que tenían a mano. Décadas más tarde, ella edificaría otra justo enfrente.

“El amor por ayudar lo heredé de mis padres; no ubico un sólo momento en su casa o en sus consultorios sin gente a la que no se le apoyara. Recuerdo cuando José Luis Beltrán fundó en el municipio una unión de pacientes con VIH-sida, porque no tenían qué comer y eran discriminados. Entonces mi hermano y yo estudiábamos Medicina y fuimos a brindarles consultas gratuitas y alimento.”

Para la universitaria es mejor predicar con el ejemplo que con la palabra, por ello busca inculcar a sus estudiantes que cuando hay bonanza se debe tender una mano a quienes más lo necesitan.

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