IA, herramienta con la que todas las personas pueden interactuar

Ximena Gutiérrez y Sebastián Tonda. Foto: Víctor Hugo Sánchez.
La inteligencia artificial (IA) lleva mucho tiempo de estar presente, pero la forma en que hoy se relaciona con nosotros es distinta y con implicaciones importantes en diversos campos, consideraron Ximena Gutiérrez Vasques, especialista del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH), y Sebastián Tonda, cofundador y CEO de Flock, una de las agencias de marketing digital líderes en México.

Al participar en el conversatorio Tecnofobia vs Tecnofilia. Límites de la inteligencia artificial, organizado por el CEIICH en el marco de El Aleph, Festival de Arte y Ciencia 2024, plantearon que esa tecnología ha dejado de ser un tema exclusivo para quienes tienen una formación técnica y saben hablar el lenguaje de la IA y, por tanto, utilizarla. Hoy “es una herramienta que nos incumbe a todos porque podemos dialogar con ella”.

Asimismo, consideraron que la IA pasó de ser un actor que estaba detrás de muchas herramientas tecnológicas que utilizamos, algo de lo que quizá no éramos conscientes, a ser hoy un actor con un diálogo frontal con el ser humano y ése es el gran cambio que actualmente vivimos.

Ximena Gutiérrez Vasques, experta en lingüística computacional e inteligencia artificial con un enfoque interdisciplinario e integrante del Programa Macrodatos, Inteligencia Artificial e Internet del CEIICH, recordó que el término de IA surgió desde la computación en la década de 1960 y, a partir de ahí, ha evolucionado.

Sin embargo, nunca antes como ahora se usa en la sociedad en general. De hecho, dejó de ser un concepto que utilizamos exclusivamente los estudiosos de las ciencias de la computación y de las ingenierías.

En el Auditorio Jorge Carpizo de la Coordinación de Humanidades de la UNAM, la universitaria comentó que de acuerdo con el libro de Sebastián Tonda Irremplazables: cómo sobrevivir a la inteligencia artificial, el autor señala que ya ni siquiera habrá necesidad de que aprendamos lenguas, porque todo esto se va a automatizar.

Asimismo, mencionó que más allá de que la IA podría reemplazarnos en el corto plazo, el riesgo es que esta tecnología tienda a uniformar o eliminar la diversidad. “Los sociólogos no tardaron mucho en descubrir que ChatGPT tenía sesgos sociodemográficos de género, puede reproducir discursos de odio, exacerbar estereotipos, además de estar en riesgo la privacidad y soberanía de los datos masivos que alimentan los sistemas de la IA”.

A su vez, Sebastián Tonda expuso que la IA es cada vez más relevante, por ello es urgente la conversación sobre “qué somos los seres humanos, cómo es nuestra propia inteligencia y cómo se define y determina; de alguna manera eso nos permite empezar a construir un diálogo urgente de lo que somos, en lugar de si seremos o no reemplazados por esta disciplina y si ésta podrá o no emular o superar a la inteligencia humana”.

También, dijo, la regulación de la IA no vendrá de los países que desarrollan estas tecnologías, “porque están mucho más preocupados por ganar un espacio comercial que será una gran ventaja competitiva en los siguientes años, en particular Estados Unidos y China.

Las regulaciones más pertinentes provienen de las empresas que no están en las primeras posiciones de la carrera y que están más preocupadas porque les afectará el desarrollo de estas tecnologías que no serán propias de sus economías. “La Unión Europea puso un marco regulatorio que es de lo más avanzado en este momento y tiene que ver con los riesgos de las aplicaciones de la IA y cómo, dependiendo de los riesgos, debe entrar en distintos marcos regulatorios”, resaltó.

Es primordial regular la gobernanza de las compañías desarrolladoras de estas tecnologías y en esta tarea las universidades deben proponer marcos de gobernanza que potencialmente pudieran resolver las grandes concentraciones de poder que suceden alrededor de la inteligencia artificial.

Es mucho más el hambre de ganar la carrera por el desarrollo en IA, que la reflexión de cómo regular ese campo a fin de que sea benéfico para todos, pues ésta tiene el potencial de crear prosperidad para la humanidad, por lo que debemos dejar de pensar que el objetivo es la riqueza material, porque dan para más.

Ximena Gutiérrez y Sebastián Tonda aseguraron que el papel de las instituciones de educación superior es exigir, no sólo investigar y proponer, estos mecanismos de gobernanza para las compañías desarrolladoras, y que la regulación considere el uso de estas tecnologías y que cuenten con un marco de referencia que permita cuestionar la ética y la responsabilidad en su uso.

Asimismo, coincidieron en que la interdisciplina sería una de las formas de encaminar la IA hacia un bien colectivo y no un beneficio individual como hoy ocurre. Si se quiere tener un desarrollo más ético de ésta y todas las tecnologías, la colaboración multidisciplinar en este ámbito no sólo es deseable, sino necesaria.

En el encuentro también participó el director del CEIICH, Mauricio Sánchez Menchero, quien detalló que el nuevo programa del Centro: Macrodatos, Inteligencia Artificial e Internet “fue diseñado para explorar y aprovechar el vasto potencial de los datos en la era digital”.

El programa busca ofrecer, desde la UNAM, una visión crítica, y práctica de cómo estas tecnologías están transformando a las sociedades en el mundo, resaltó.

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