Beethoven le dedica su Opus 1 al príncipe Lichnowsky

Lo conforman tres tríos para piano: en mi bemol mayor, sol mayor y do menor. El tercero no obtuvo la aprobación de Haydn

Como la mayoría de los jóvenes de entonces, Beethoven llamaba a Haydn “papá”. En mayo de 1793, el viejo compositor austriaco llevó al joven músico venido de Bonn al Palacio de los Esterházy, en Eisenstadt, para presentárselo a su patrón, el príncipe Nikolaus.

Beethoven regresó a Viena y Haydn se quedó en Eisenstadt, trabajando en varias sinfonías que debía estrenar en Inglaterra. Y cuando éste volvió, seguía tan ocupado que ya no pudo reanudar las lecciones que daba a Beethoven.

En aquel tiempo, Beethoven ya vivía en una acogedora habitación de una casa que pertenecía al príncipe Karl Lichnowsky, un consumado melómano. Su esposa, la princesa Maria Christiane, había tomado clases con Mozart y era una de las mejores pianistas aficionadas de Viena.

En una de las veladas musicales organizadas por los Lichnowsky en su palacio –a las que, por cierto, acudía regularmente Haydn–, Beethoven interpretó El clave bien temperado, de Bach, lo cual le permitió ganarse la simpatía y la admiración del círculo de amistades de Karl y Maria Christiane.

Pronto, Karl Lichnowsky se convirtió en el primer mecenas de Beethoven en Viena. El compositor respondió a este generoso gesto, dedicándole su opus 1, conformado por tres tríos para piano: en mi bemol mayor, sol mayor y do menor.

Estas obras fueron interpretadas especialmente para Haydn durante otra velada musical de los Lichnowsky. Aunque “papá” Haydn se expresó bien de ellas, también comentó que él nunca le habría aconsejado a su pupilo publicar el Trío en do menor número 3, pues creía que el público no podría comprenderlo o aceptarlo.

Como Beethoven consideraba que dicho trío era precisamente el mejor de los tres, montó en cólera y concluyó que el viejo compositor austriaco estaba celoso de su talento y que en realidad pretendía boicotear la obra que podía introducirlo de lleno en el mundo musical de la época.

Al respecto, Swaffor comenta: “El Trío en do menor número 3 es la primera obra que demuestra hasta qué punto esa tonalidad galvanizó a Beethoven: un repertorio de efectos hacia lo violento y lo implacable, lo que vendría a llamarse su ‘carácter en do menor’. […] Después de haber divagado, rellenado y agradado en diversa medida en sus dos primeros tríos, aquí Beethoven estira el brazo y agarra por el cuello a sus oyentes.”

Beethoven no se equivocó: este trío fue el que más atrajo la atención, tanto del público como de los críticos, y el que, de alguna manera, anunció lo que aquél sería capaz de componer en el futuro.