A finales de la década de los noventa y a principios de la siguiente, el cine mexicano experimentó un pequeño renacer. Una serie de producciones nacionales llegaron a las pantallas de los cines conquistando al público, además de producir ganancias considerables a sus productores.
Fue en ese contexto que el 16 de agosto del 2002 se estrenó El crimen del padre Amaro, un largometraje inspirado por la novela homónima escrita por José Maria Eça de Queirós con un guión de Vicente Leñero, la dirección de Carlos Carrera y la producción de Daniel Birman Ripstein, miembro de unas de las familias más exitosas y longevas del cine mexicano.
“Pienso que El crimen del padre Amaro es un llamado de atención del cine mexicano, recordemos que el cine mexicano siempre está a punto de florecer, es un capullito que está a punto de florecer de manera fantástica. Venía del impulso de Cronos (1993) – la semilla que siembra esta parcela donde están floreciendo todas las demás–, La Ley de Herodes (1999), Sexo, pudor y lágrimas (1999), Amores perros (2000), Y tu mamá también (2001) cuando de pronto se viene el padre Amaro y cuando va a florecer la flor más bella del ejido, se vuelve a caer porque esos millones de dólares de taquilla, evidentemente, no acaban necesariamente en otro taquillazo”, explicó Praxedis Razo
El egresado de la carrera de lengua y literaturas modernas italianas en la Facultad de Filosofía y Letras –quien se ha especializado como programador, crítico e investigador cinematográfico– recordó las reacciones de quienes se encargaban de las proyecciones respecto al fenómeno causado por la producción de Alameda Films:
“Recuerdo hace 20 años haberla visto cinco veces en el cine, haber platicado con amigos cácaros de ese momento –de Cineteca Nacional, Filmoteca UNAM, de los cines grandotes del Politécnico– y todos hablaban de que era un fenómeno, le llamaban el último gran fenómeno. El último gran paradigma de los 35 milímetros porque el primer fin de semana fue apabullante, ganó tres millones de dólares, lo que no había pasado en la historia del cine mexicano”.
“Tuvo que ver mucho con un caminito que los Ripstein aprendieron a andar con La ley de Herodes. Al ver ese fenómeno –que tuvo una prohibición, pero no se prohibió; que hubo una levantada de ceja, pero dejaron que la gente fuera a hacerse su propio criterio a las salas–, los Ripstein no esperaron demasiado. La ley de Herodes es del 99 y no tardaron mucho para acuñar una moneda que ahora le pegara a la ultraderecha proclerical”, consideró el docente de Arte7 Escuela de Cine.
Sus orígenes
En el libro The Farber Book of Mexican Cinema, Daniel Birman –productor del proyecto– rememoró cómo es que la idea de adaptar la novela de Eça de Queirós no nació a finales de los 90, sino un par décadas atrás cuando su abuelo hizo el primer intento:
“Mi papel en la película llegó veintitrés años después de que se concibiera inicialmente como proyecto. Alfredo Ripstein intentó hacer El crimen en 1970 pero las circunstancias intervinieron. En 1995, después de rodar El Callejón de los Milagros, decidimos que era el momento de hacer la película, y llamamos a Carlos Carrera a bordo. Nos tomó alrededor de seis o siete años conseguir la financiación, porque nadie creía en el proyecto”.
El largometraje consiguió consolidarse gracias al interés de productoras fuera de México de participar en su filmación –entre las que se encuentran Artcam International, Blu Films, Cinecolor, el Programa Ibermedia, Videocolor, entre otras–, en el libro escrito por Jason Wood, Carlos Carrera expuso sus razones para aceptar el encargo como director:
“La premisa dramática del amor imposible casi siempre funciona, pero a mí no me interesaba tanto el amor prohibido entre un cura y una joven. Me interesaban más otros aspectos sugeridos por la novela y los sacerdotes de nuestros días. Hay muchos lugares donde puedes encontrar seres humanos que como seres humanos cometen errores; son falibles como cualquiera.”
“Hay solo dos o tres películas que hablan de la iglesia en México y casi el 85 o 90 por ciento de los mexicanos son católicos, entonces sentí que era muy importante hablar de lo que está pasando en la Iglesia. La mayoría de la gente es consciente de la relación entre los sacerdotes y los traficantes de drogas y los señores del crimen. La Iglesia Católica es más una institución política que espiritual o religiosa”, añadió.
Para Gael García Bernal, protagonista de la historia, llevar El crimen del padre Amaro a las pantallas era indispensable para el cine mexicano y recordó que un motivo similar lo llevó a involucrarse con Amores Perros:
“Como Amores perros, se sintió absolutamente necesario, pero la decisión de hacerlo fue quizás menos instintiva y más consciente y objetiva. El estilo de Carlos es muy diferente al de Alejando (Iñárritu) o Alfonso (Cuarón) y esto era atractivo. Habiendo hecho muchas películas dentro de México, también estaba intrigado por ver qué haría Carlos a continuación. El ambiente de trabajo también era muy diferente, más tradicional si se quiere, pero la película y sus temas son muy proféticos”.
Taquillazo
El crimen del padre Amaro llegó a las salas de cine mexicanas con un apoyo poco visto para las producciones nacionales de aquellos años. Gracias a la distribución de Columbia Tri-Star se estrenó en 365 pantallas durante su primer fin de semana, consiguiendo así 31 millones de pesos en taquilla (aproximadamente 2.8 millones de dólares de aquel entonces). Al final de su corrida comercial la cifra alcanzó los 15 mdd, un número considerable teniendo en cuenta que su costo de producción rondó los 20 mdp.
El éxito la llevó a ser seleccionada por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas para competir por el Oscar de su contraparte norteamericana, nominación que consiguió. Además obtuvo los Arieles de Mejor Película, Mejor Dirección, Mejor Coactuación Femenina, Mejor Coactuación Masculina, Mejor Actor de Cuadro, Mejor Guión Cinematográfico Adaptado, Mejor Edición, Mejor Sonido y Mejor Vestuario.
Dos décadas después de su apabullante éxito, Praxedis Razo reflexionó que éste fue posible gracias a dos factores: su retrato de una provincia lejos de la realidad más directa y la censura que buscaron imponer diversos grupos pro-eclesiásticos del país.
“El crimen del padre Amaro era una especie de teatro guiñol de la provincia, en el cine mexicano somos muy atinados para inventar provincias que no existen, una provincia que está en el imaginario del pueblo bueno donde todo va mal y lo que va bien, está fuera de la ley. Este teatro guiñol siempre ha permitido al espectador sentir que participa del todo, sentir que lo sabe todo acerca de lo que está viendo, nada le es ajeno porque es una especie de ABC del mundo”, argumentó y abundó en el segundo punto:
“El que los grupos de derecha más recalcitrantes hayan generado esta ofensiva sin cerrar la salas de cine y llamando la atención del Papa Juan Pablo II, por ejemplo. Fue la gota de un vaso que acabó por llenar las arcas de la producción, de este Dream Team de los Ripstein y Alameda Films. En ese momento todo mundo estaba –estábamos– preocupado por irla a ver, por hablar de ella, leer sobre ella, por apoyar al cine mexicano en contra de la censura y hoy ya poco poca gente la recuerda”.
Causas de la polémica
Antes y después del estreno de la película, diversos miembros de la Arquidiócesis Primada de México condenaron al proyecto por mostrar el encuentro sexual entre el sacerdote protagonista y su joven enamorada –en la historia, una adolescente de 16 años–, lo que consideraron un ataque al principio de celibato que rige el sacerdocio.
Asimismo, señalaron que durante uno de estos encuentros Amelia era cubierta con el manto de una Virgen, imagen valorada como una burla al catolicismo. Esto llevó a varios clérigos a presentarse fuera de las salas de cine con pancartas que ostentaban la leyenda “Si amas a la Virgen, no veas una película en donde la humillan”.
Jorge Serrano, dirigente de Cultura de la Vida –una organización pro-católica–, presentó una denuncia ante la Procuraduría General de la República contra las autoridades que permitieron la exhibición. “Es un atentado y una provocación contra los católicos”, declaró el activista entonces.
Otra organización que levantó su altavoz fue Católicos Unidos por México, quienes en un comunicado calificaron al trabajo de Carlos Carrera como una ofensa que “agrede al Papa, al sacerdocio, a la sagrada eucaristía, a la confesión y a la Inmaculada Concepción a través de la advocación de la Virgen de Guadalupe”.
¿Película olvidada?
A diferencia del vigésimo aniversario de Amores perros, por usar un ejemplo contemporáneo, el cual contó con una restauración de la película y una invitación a proyectarla en el Centro Histórico de la Ciudad de México de parte del gobierno de la CDMX. El cumpleaños de El crimen del padre Amaro no parece estar presente de igual manera en la memoria del público.
Razo, quién imparte el curso de historia del cine mexicano en Arte7 Escuela de Cine, tampoco la incluye entre las funciones obligadas de la materia y la razón, para él, es sencilla:
“Ya de plano no se ve o se ve exclusivamente en algún ciclo en particular, en clases. Yo llevo dando cinco años historia del cine mexicano en diversas instituciones y fíjate que solo la hemos visto una vez ante la curiosidad de alguien. La menciono por el tema del éxito en taquilla, pero no la revisamos porque hay películas más interesantes a su alrededor inmediato”.
“Diría que ya no se ve por sus temas, porque estaban tan interesados en hacer un guiñol muy preciso de la agenda panista de esos momentos –no hay que olvidarnos que en ese momento vivía su gran espectáculo Vicente Fox– que hicieron algo muy periodísticamente noticioso, hasta fue portada de Proceso –evidentemente por Vicente Leñero–. Tenía que ver con ese día, esa semana en particular, ese mes”, aventuró el también crítico cinematográfico y remató:
“El teatro guiñol que necesita pies de página no permite ver la película sin tanta información, necesitarías leer los periódicos alrededor del estreno para volverla más intensa. Sería un ejercicio, pero no se da. En cambio Canoa (1976), pensando en otra película así en una iglesia, no necesita de ningún pie de página porque es el famosísimo terror de la otredad. El crimen del padre Amaro es un drama del amor, de la pasión, de la corrupción que es tan específico que si no te interesas por el contexto, la película podría pesar”.