A 25 años de Tiempos violentos
La segunda película de Quentin Tarantino cumple 25 años de ganar la Palma de Oro en el Festival de Cannes, triunfo que convirtió a su director en una estrella alrededor del mundo
“Sólo alguien totalmente desinteresado por el cine de hoy podría preguntar quién es Quentin Tarantino”, escribió hace 25 años el crítico Leonardo García Tsao tras el triunfo del director estadunidense en el Festival Internacional de Cannes –donde obtuvo la Palma de Oro, uno de los premios más codiciados y reconocidos del séptimo arte– y el consecuente estreno comercial de Tiempos violentos (Pulp Fiction, 1994).
No es que para 1994 Tarantino fuera un desconocido, al contrario, su aparición unos años antes en el Festival de Cine de Sundance –donde debutó con Perros de reserva (Reservoir Dogs, 1992)–, lo había convertido en una celebridad en su país. La obtención de la Palma de Oro fue su consagración como un fenómeno de la cultura pop a nivel mundial.
“Con Tiempos Violentos, apenas su segundo largometraje, el joven realizador gringo ha conseguido lo que sería el ideal para todo cineasta: un éxito de taquilla y de crítica, la Palma de Oro en Cannes, varias candidaturas al Oscar y una alta cotización en las negociaciones hollywoodenses…”, apuntó entonces Tsao, actual conductor de Encuadre junto a Fernanda Solórzano en TvUNAM.
La influencia del estilo Tarantino se sintió desde esos primeros momentos –junto a sus consecuencias–: “implica además ser el modelo más imitado entre sus colegas aspirantes (pronto estaremos hablando, quizá con hartazgo, de una escuela Tarantino). Lo cual viene a confirmar, una vez más, cuán desolado es el actual panorama del cine hollywoodense”, añadió el también colaborador de La Jornada en su texto titulado ‘Peros de reserva’.
Hace unos días, y con motivo de la presencia de Tarantino en Cannes para presentar su nuevo trabajo Once Upon a Time in Hollywood (2019), The Hollywood Reporter recordó la noche en que el cineasta se coronó:
“Muchos pensaron que la Palma de Oro sería para Tres colores: Rojo, de Krzysztof Kieślowski, fue en cambio para Pulp Fiction. ‘Fue una decisión democrática’, dijo Clint Eastwood –presidente del jurado en 1994– después de anunciar la decisión. ‘La gente pensó que era original’. El veredicto fue una sorpresa para los cineastas. ‘Pensamos que tal vez tendríamos algún premio especial, como mejor ensamble actoral’, expresó el productor Lawrence Bender. ‘Cuando fue claro que no habíamos ganado nada y Kieślowski tampoco había ganado nada, Quentin y yo nos miramos y fue como ‘mierda, podríamos realmente ganar esto’”.
Las razones de la popularidad del director de Kill Bill (2003-2004) se deben a su “modelo”: “Tarantino ha establecido un estilo de filmar basado en una mezcla de Hollywood clásico con técnicas del cine de arte exhibidas a menudo en sus elecciones narrativas y estéticas… Este mundo –o cosmos– que Tarantino meticulosamente construye se logra, en parte, a través de técnicas del cine de arte que activamente se rebelan contra los moldes clásicos de filmación mientras enfatizan tanto la psicología de los personajes como el propio estilo autoral de Tarantino”, analiza Derek Dubois en su ensayo Wax Museum With a Pulse para la publicación especializada Film International.
Es un estilo que se convirtió en la voz cinematográfica de la Generación X (los nacidos entre los años 60 y 70), quienes sin mucha dificultad hicieron de Tarantino uno de sus avatares cinematográficos.
“Para muchos en la Generación X, hay un tiempo antes de Pulp Fiction y después de Pulp Fiction. El cambio en la conciencia –personal, cultural, cinematográfico– fue sísmico. Como dice la historia, Gen X fue la primera generación conscientemente posmoderna, hiperconsciente de su lugar en la historia y obsesionada con la cultura popular: películas, televisión, música, moda y publicidad proliferaron en la era de la reproducción mecánica y, cada vez más, digital. Como tal, estábamos preparados para una película como Pulp Fiction. Su pastiche narrativo, visual y auditivo, que escupe alusiones de cultura pop cómo chispas en un molino, hablaba un lenguaje que entendíamos intuitivamente. Pulp Fiction no nos definió tanto como nos reveló, dramatizando nuestras sensibilidades al mundo”, reflexionó el especialista cinematográfico Michael Green en un texto para Senses of Cinema.
Otro que celebró desde el primer momento este cóctel de referencias pop fue Roger Ebert, el célebre crítico norteamericano escribió efusivamente después de ver Pulp Fiction por primera vez en Cannes: “Es parte del folclore que Tarantino solía trabajar como encargado de una tienda de video, y la inspiración para Pulp Fiction son películas viejas, no la vida real. La película es como una excursión a través de imágenes morbosas que están enrolladas y atrapadas dentro de todas esas cajas en los estantes de Blockbuster.”
Leonardo García Tsao también lo reconoció así en el texto arriba citado: “Tarantino es un realizador que ha sabido canibalizar ciertas tradiciones hollywoodenses –el cine de géneros, la escuela hard-boiled, la serie b–, mezclarlas con algunas influencias europeas –Leone, Melville, Godard– y cocinarlas dentro de la amplia olla de la comida chatarra. (Por ello, resulta mucho más adecuado el título original, Pulp Fiction).”
Esa intertextualidad en la obra de Tarantino se ha mantenido con el paso de los años, incluso, dirían algunos, se ha agudizado. Como nos lo contó JJ Negrete, conductor de Resistencia Modulada de Radio UNAM, en su reporte desde la edición más reciente del Festival de Cannes: “Los elementos reconocibles de cualquier trabajo de Tarantino están ahí, aun si los diálogos no tienen la pericia de antes y el tono es bastante mesurado para los estándares del verborreico cineasta… Las mejores escenas de la película son aquellas que hacen referencia a la cinefilia de su creador.”
25 años después de su gran triunfo, Quentin Tarantino partió de Cannes con las manos vacías, la Palma de Oro del 2019 fue para el autor coreano Bong Joon-ho, sin embargo la recepción del público y la crítica especializada son una demostración de que su influencia está más viva que nunca.