En algún lugar lejos de la Tierra, una estrella agoniza para convertirse en una supernova, más tarde implotará (es decir, explotará hacia adentro) y se convertirá en un agujero negro que tragará todo lo que esté a su alcance, incluyendo la luz que es lo más rápido del Universo (300 mil kilómetros por segundo).
Los agujeros negros son invisibles, pero se han identificado debido a que absorben la materia de todo lo que se encuentra a su alcance. Ésta gira a su alrededor a diferentes velocidades, se fricciona, se calienta y así emite luz, explicó Julieta Fierro, investigadora del Instituto de Astronomía (IA) de la UNAM.
En los hoyos negros más brillantes se genera un chorro de luz de forma perpendicular que es llamado cuásar. Esto sucede porque la radiación que se produce cerca no puede avanzar y sale disparada. Debido a los cuásares los astrónomos descubrieron la expansión del Universo.
En el centro de cada galaxia existe un agujero negro supermasivo, y la Vía Láctea no es la excepción. ¿Por qué son descomunalmente grandes? Resulta que en ese sitio además hay mucho material, es decir, estrellas y nubes estelares, todo esto se fusiona y así termina formándose un hoyo sumermasivo.
Por primera vez en 2019 un grupo de astrónomos anunció que se obtuvo la imagen de un agujero negro de la galaxia M87. Así, se descubrió que tenía un cuásar, y los datos obtenidos ayudaron en los últimos avances científicos. En 2022 la proeza se repitió gracias a un proyecto multinacional. Aunque para lograr una imagen de este tipo se necesitaría un solo telescopio gigante; es decir, del tamaño de la Tierra. Sin embargo, la tarea se logró a través de varios telescopios ubicados en todo el mundo, los cuales simulan uno solo y pueden ver los detalles más finos.
La participación de México fue a través del Gran Telescopio Milimétrico Alfonso Serrano, situado en la cima del volcán Sierra Negra a una altitud de cuatro mil 600 metros.
La primera fotografía de un agujero negro fue el de la galaxia M87, en la constelación de Virgo, ubicada aproximadamente a 53 millones de años luz de la Tierra. La segunda imagen se obtuvo de Sagitario A*, ubicado en el centro de la Vía Láctea a una distancia de 25 mil años luz, es decir, mucho más cerca. Entonces, ¿por qué se obtuvo primero la imagen de un objeto más lejano?
El agujero negro de Sagitario A* está sumergido en el plano de la galaxia, es como un bosque, y para observarlo se tiene que atravesar una gran multitud de objetos.
Por fortuna, el agujero del centro de la Vía Láctea se puede ver en ondas de radio y en rayos X, y así se obtuvo su imagen. De hecho, se descubrió que está capturando un montón de materia y se identificó con mucha nitidez todo el gas que lo ilumina.
Desde la Tierra, la “donita” de energía alrededor de este fenómeno astronómico no se ve de frente, sino que está como de lado, y esto es un efecto de la teoría de la relatividad general de Albert Einstein, que indica que la luz se dobla. Se trata de una imagen deformada por la gravedad, y es un aporte maravilloso para la ciencia, porque significa que la propuesta de Albert Einstein de hace más de cien años sigue siendo válida.
Si queremos comparar Sagitario A* con M87, el primero tiene cuatro millones de masas solares y es del tamaño de la órbita de Mercurio; en cambio, el segundo tiene seis mil 500 millones de masas solares, y debido a su gran tamaño posee un cuásar.
¿Para qué sirven estos estudios?
La ciencia busca satisfacer la curiosidad para avanzar en el conocimiento, y estos estudios son importantes para la humanidad porque implican nueva tecnología.
“Imagínense los detectores que recibieron esta radiación con mucha precisión, seguramente en el futuro lograremos que las telecomunicaciones mejoren. Además, las computadoras podrán revisar miles de imágenes libres de defectos, y sobre todo se mejorarán el cómputo y la inteligencia artificial.”
“Cuando esta tecnología se transfiera ojalá se use para que todos vivamos mejor”, concluyó la universitaria.