Pódcast Violeta y oro
Analizan “reexistencia” de las mujeres en medio de la violencia
En esta producción de la CIGU, la investigadora italiana Emanuela Borzacchiello habló sobre su libro ¡rExistimos! El feminicidio y la telaraña de poderes, en el que historiza este concepto
Una de las apuestas del feminismo ha sido que las mujeres logremos reflejar en nuestro discurso la reivindicación de la vida y la paz que buscamos. Sustituir el lenguaje beligerante en nuestra argumentación, pero también en nuestro día con día, por otro más coherente con lo que deseamos y lo que rechazamos, posibilita que nos relacionemos con el mundo de manera distinta.
Es decir, teóricas y activistas como Marcela Lagarde han propuesto sustituir las metáforas bélicas de nuestros relatos tales como “luchar desde nuestra trinchera”, “derechos conquistados”, “combatir” o “erradicar” la violencia. “Sobreviviente”, “defensa”, “posicionamiento”, “estrategia” son palabras que pertenecen a un terreno destructivo, de guerra y no muestran la potencia vital y creativa de los feminismos.
Es desde este margen crítico que se inserta el título del nuevo libro de la investigadora italiana Emanuela Borzacchiello ¡rExistimos! El feminicidio y la telaraña de poderes, en el que historiza la categoría “feminicidio”, nacida desde los activismos de mujeres en Ciudad Juárez, México.
Para saber más al respecto, en el programa radiofónico Violeta y oro entrevistamos a la autora, quien nos contó cómo en 2007 llegó a la UNAM para aprender a investigar los asesinatos de mujeres en razón de su género. Iniciado el Plan México (Iniciativa Mérida) acordado por Felipe Calderón y George W. Bush para “combatir” al crimen organizado. La violencia se recrudeció en territorios como Chihuahua y Sinaloa, lo que la llevó a ella y otras investigadoras del feminicidio a generar estrategias de cuidado mutuo.
Emanuela recordó que académicas como Marcela Lagarde, Patricia Castañeda, Rita Segato, Norma Blazquez y Lucía Melgar advertían que lo ocurrido en Ciudad Juárez podría fungir de ejemplo cultural dentro de una pedagogía de la violencia e impunidad para el país entero, urgían a actuar de manera rápida antes de que esto ocurriera.
Sin embargo, un tipo de gobernabilidad entre el poder económico, político y del crimen organizado generaron las condiciones perfectas para la violencia feminicida, que desafortunadamente terminó por extenderse en todo México. Estas condiciones eran la precariedad y la falta de acceso a los derechos básicos.
Mencionó cómo en sus investigaciones descubrió que al menos desde la década de los 70 las feministas en México señalaban la explotación hacia las trabajadoras de las maquilas en la frontera norte, cuyo territorio pauperizado se había vuelto hostil para sus hijas e hijos, quienes no podían acceder a educación, salud o vivienda digna.
No obstante, dijo, Ciudad Juárez también fue un ejemplo de que las mujeres pueden crear refugios de dignidad en medio de la barbarie: “muchas veces vemos a Juárez sólo como la ciudad destruida por la guerra contra el narco, pero Juárez es mucho más que eso: es una urbe hermosa porque está hecha de muchas constelaciones de lucha feminista”.
Y han sido las madres buscadoras y las pertenecientes a colectivos por las personas desaparecidas quienes nos han enseñado eso, que las mujeres no sólo estamos “resistiendo”, sino que hemos dado vida a territorios habitados por la violencia. “Quieren hacernos ver que son fuertes, que nosotras podemos sólo resistir y no, no es así, porque en todos estos años hemos demostrado que reexistimos”, resaltó la doctora en Estudios Feministas y de Género.
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