Antonio Díaz Soto y Gama, defensor de las banderas de la Revolución
Toda su vida procuró dar vigencia a los derechos de los campesinos y de los trabajadores de la ciudad.
A Antonio Díaz Soto y Gama no le queda grande el título de abogado de la Revolución Mexicana. Adriana Berrueco le puso así a su libro, recién publicado por la UNAM y cuyo PDF se puede bajar gratuitamente de la página del Instituto de Investigaciones Jurídicas, para “hacerle justicia a la trayectoria” de ese personaje de la historia de México.
Díaz Soto y Gama, dice Berrueco, desde sus primeras incursiones en la política defendió las banderas que enarbolaría la Revolución Mexicana. Y por eso es considerado uno de sus precursores ideológicos, junto con Ricardo Flores Magón, Camilo Arriaga, Librado Rivera y Juan Sarabia.
Abogado de la Revolución también, sostiene la investigadora del IIJ, por su vasta producción literaria (discursos, artículos periodísticos y libros) y su permanente esfuerzo de divulgación de los derechos sociales que se consagraron en la Constitución de 1917, producto del movimiento armado.
Asimismo, por sus actividades de abogado como legislador y líder de partido político, cuya finalidad fue la inclusión en la legislación mexicana de los derechos de los campesinos.
No fue el único que defendió los postulados del agrarismo —reitera la jurista universitaria—, pero sí el abogado que después del asesinato de Emiliano Zapata, continuó luchando porque se incorporaran en la legislación mexicana los principios agraristas del Plan de Ayala, así como otro tipo de normativas, en diferentes periodos históricos.
“Con la muerte de Zapata no desapareció toda su lucha”. Díaz Soto y Gama se incorporó al grupo de Obregón y Calles para que se implantaran diferentes reformas y se instrumentaran los programas de la Revolución Mexicana.
El hombre y los ideales
—¿Quién fue y en qué hechos históricos participó el Abogado de la Revolución?
Fue un hombre congruente con sus ideales. Influido por las ideas de Ponciano Arriaga (“un constituyente de 1857 que también defendía los derechos de los campesinos), de Ricardo Flores Magón e incluso de los anarquistas extranjeros, Díaz Soto y Gama “procuró darles vigencia toda su vida”.
Con ese fin usó como tribuna El Universal. En este diario publicó una amplia gama de artículos para dar a conocer aspectos del movimiento revolucionario de 1910 y plantear propuestas en favor del campesinado
Fue notario antes de fungir como abogado en el zapatismo. En 1914, bajo la usurpación de poder de Victoriano Huerta, fue uno de los firmantes de la ratificación del Plan de Ayala, que declara a Zapata jefe de la Revolución Mexicana y establece que todos sus postulado se deben incorporar a la Constitución de 1917.
Fue un gran orador. Por sus dotes de oratoria, y recomendado por el general Felipe Ángeles a Zapata para que “defienda nuestros ideales y necesidades”, defendió los principios agraristas en la Convención de Aguascalientes.
Aunque mermada en su número de participantes e influencia política, se lograron reformas político-sociales en esa convención, apunta la doctora Berrueco.
Muy inteligente, supo adaptarse a las circunstancias del momento social. Participó en la fundación de la Casa del Obrero Mundial para difundir los principios anarquistas y unir la defensa de los trabajadores de las ciudades con la de los campesinos.
Fue cofundador del Partido Nacional Agrarista, primer intento institucional para defender a los campesinos. Aunque después Plutarco Elías Calles lo aprovechó para corporativizar las fuerzas sociales emergentes de la Revolución.
Mucho años después fue cofundador del Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana y se dedicó a difundir las obras de los grandes pensadores del agrarismo, como Pastor Rouaix.
Honrado y congruente, “no se alió a los poderosos”, ni se enriqueció con `el movimiento´ como muchos revolucionarios. A final de su vida, solo tenía una casa, ubicada en la colonia Guerrero de la Ciudad México.
Fue amigo de grandes intelectuales, como José Vasconcelos. Y no le gustaba el plagio. A diferencia de otros, citaba a los autores que había consultado para escribir sus libros. “Eso me parece un principio de ética interesante”.
Fue académico la UNAM. En la Escuela Nacional Preparatoria impartió Historia de México y en la Facultad de Derecho, la cátedra de Derecho Agrario.
Su pasión por los ideales revolucionarios propiciaba entusiasmo en sus alumnos (Jesús Sotelo Inclán y Mario Moya Palencia, entre ellos) para analizar con más interés la Revolución Mexicana y el Derecho Agrario.
Fue solidario con otros luchadores sociales. Participó en manifestaciones y se vinculó a los clubes liberales. Mantuvo amistad con Camilo Arriaga, Ricardo Flores Magón y Juan Sarabia, los dos últimos en 1906 formarían el Partido Liberal Mexicano, cuyo programa defiende a los trabajadores y campesinos y postula la instauración de la educación laica.
Flores Magón murió preso en una cárcel de Estados Unidos. Por sus pésimas condiciones de salud y miseria, Díaz Soto y Gama, siendo legislador, consiguió que se le diera una pensión a través de la Cámara de Diputados.
La pensión fue rechazada por un Flores Magón muy radical. No podía aceptar ese beneficio porque al repudiar al Estado, consideraba que no era válido aceptarlo.
Por qué leerlo
Porque es un libro de interés para todos los mexicanos ya que permite conocer otra faceta de la historia política de México. En particular qué fue el zapatismo. Sus raíces históricas.
El grupo de Zapata y los campesinos de Morelos, antes de levantarse en armas y vistos como bandidos y saqueadores, habían acudido tanto a las autoridades locales como a las federales para revertir los atropellos de los hacendados que los dejaban en indefensión absoluta.
No solo eran reprimidos y encarcelados, sino también llevados como soldados de leva o mandados como esclavos hasta Valle Nacional, Oaxaca, que era el peor centro de esclavitud en todo México, asegura la doctora Berrueco.
Es necesario conocer “todas estas raíces históricas más allá de lo oficial o de la posturas de derecha o de izquierda, así como analizar los empeños sociales que determinaron nuestra legislación”.
2. Quienes estudian Derecho conocerán las fuentes reales del agrarismo en México. Sabrán también qué factores determinaron que se incorporarán en la Constitución del 17 los principios de defensa de los campesinos (como la erradicación del latifundio) y de los trabajadores de la ciudad.
3. Quienes estudian Ciencia Política conocerán no solo otra faceta de un movimiento social que cambió la historia de México, sino que influyó en otras legislaciones del mundo, como la alemana (Weimar), la rusa y la de algunos país de América Latina.
La “del 17” fue la primera constitución político-social que además de contemplar las garantías individuales, incorpora los derechos sociales
—¿Que encontrará el lector en su libro?
Una síntesis de diferentes documentos, incluyendo artículos periodísticos de Díaz Soto y Gama sobre Derecho Social. El análisis de una propuesta legislativa de 1912 para acabar con los latifundios y el estableciendo de tribunales agrarios. Hay partes importantes de los discursos de Don Antonio como diputado y de su tesis profesional.
También una síntesis de uno de sus libros El Ejército Revolucionario del Sur y Emiliano Zapata su caudillo, donde describe, por ejemplo, la política social que se estableció en los campamentos zapatistas, que incluye el restablecimiento de las escuelas para que los hijos de los campesinos tuviera buena educación.
En resumen, puntualiza la doctora Berrueco, se va a encontrar con la síntesis y el análisis de diferentes documentos relacionados con la Revolución Mexicana y el Zapatismo.
El libro se puede descargar de
https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/13/6033/7.pdf