Aún es posible frenar el calentamiento global
Desde las cimas hasta el mar, visibles y tangibles sus efectos
El calentamiento global es un fenómeno natural. Lo que no es natural es el rápido y excesivo aumento de la temperatura en la Tierra por la actividad de nosotros los humanos.
Por el calentamiento global, tan solo en 23 años se han derretido 28 billones de toneladas de hielo de los polos y de los glaciares de alta montaña
En Los Andes o el Himalaya, por citar dos casos, los glaciares se están perdiendo a tasas sin precedentes, algunas 30 por ciento mas altas que hace algunas décadas.
Un estudio reciente, publicado en Nature Communications, indica que el hielo debajo del glaciar Shirase, en la Antártida (es la mayor reserva de agua dulce de la Tierra con el 84 por ciento), se derrite a un ritmo de 7 a 16 metros por año.
Todo el hielo de los polos y de los glaciares de las altas cumbres son fundamentales para la vida, la salud de los ecosistemas, la economía… Sin embargo, el hielo de la Tierra se hace agua y el agua del mar se sobre calienta y se acidifica por el cambio climático de origen antrópico
De seguir incrementándose el calentamiento global, podría ser peor que una pandemia global. Estaría en juego el mundo para las nuevas generaciones.
¿Acuerdo imposible?
Los lideres mundiales que participaron en los acuerdos de París de 2015 se pusieron una meta muy alta, sabiendas de que era difícil de alcanzar: limitar el calentamiento planetario a un promedio de 2 grados Celsius e incluso mantenerlo por debajo de 1.5.
Sin embargo, para ese año la Tierra ya se había calentando 1 grado Celsius en promedio y en algunas regiones, como el Ártico, hasta cuatro veces más.
Y, aunque se consideraba seguro 2 grados Celsius, diversos estudios científicos habían documentado que 1.5 grados de calentamiento podría tener efectos medioambientales, sociales y económicos devastadores.
En 2019, un informe del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) advirtió que aun alcanzando “la meta de 1.5”, habrá colapsos inminentes en muchos ecosistemas delicados, afectando su biodiversidad.
Además, para alcanzar ese 1.5 debería haber cero emisión de gases de efecto invernadero. Pero eso, al menos hasta ahora, ha sido imposible. Así que de seguir incrementándose las emisiones, para finales de siglo el calentamiento global serán de 3.5 grados.
Glaciares de agua dulce
Un 10% de la Tierra está cubierta de glaciares que acumulan más del 75% del agua dulce del planeta, dice el doctor Hugo Delgado Granados, director del Instituto de Geofísica de la UNAM.
Un glaciar es toda aquella masa de hielo que tienen un régimen de alimentación y pérdida, así como movimiento (intercambian masa con otras partes del sistema hidrológico), lo cual lo convierte en “un cuerpo muy dinámico”.
Para subsistir y crecer requieren precipitación sólida, en forma de nieve o hielo. A su vez pierden masa por fusión de hielo en agua y evaporación, agrega Delgado, corresponsal mexicano del Servicio Mundial de Monitoreo de Glaciares de la Asociación Internacional de Ciencias Hidrológicas de la UNESCO.
Si no hay adición de nieve en los glaciares de alta montaña, se reducen su tamaño hasta desaparecer. Y cuando hay desmembramiento y derretimiento de témpanos de los polos por el cambio climático, el agua va a parar al mar y eleva su nivel.
Por el calentamiento global, un sistema glacial en Islandia perdió su espesor y se deshizo. La pérdida de glaciares ha ocurrido, ocurre y ocurrirá en otras regiones: Groenlandia, Los Andes, Los Alpes y el Himalaya.
Las cumbres de México no son ni serán la excepción. El Popocatépetl perdió sus glaciares. Erupciones recientes y el calentamiento global acabaron con ellos. Sobreviven algunos en el Iztaccíhuatl y los del Pico de Orizaba. Pero es cuestión de tiempo su extinción, apunta el también vulcanólogo y alpinista de la UNAM.
Múltiples efectos
Desde las cimas hasta el mar profundo, los efectos del cambio climático son visibles y tangibles.
No solo causa la pérdida de espesor, desmembramiento y fusión de témpanos polares en agua, sino el calentamiento y acidificación del agua de mar.
En cualquier momento, por ejemplo, puede colapsar el glaciar Planpincieux del lado italiano de Mount Blanc.
Que decir de los océanos: desde 1900 el nivel de mar promedio ha aumentado 16 centímetros. Actualmente ese nivel aumenta 1.8 mililitros por año, siendo el impulsor primario el derretimiento de las capas de hielo de Groenlandia y la Antártida.
Si seguimos un camino similar al de hoy, para finales de siglo, las capas de hielo podrían agregar mucho más deshielo a los océanos: entre 11 y 55 cm
Por el calentamiento global, muchas pesquerías se han reducido o migrado, generando pérdidas millonarias a empresas pesqueras y afectado la subsistencia de pescadores locales.
El 27% de la población vive cerca de las costas. Por el deshielo causado por el calentamiento global, ellos son y serán los más afectados: los niveles del mar serán más elevados y las tormentas más frecuentes y huracanadas.
El IPCC reporta que las “olas de calor” marinas (períodos en los que la temperatura superficial del agua es inusualmente alta) sucede con el doble de frecuencia que hace tres décadas.
Por el cambio climático, desde 1970 —reporta el IPCC— el océano ha absorbido entre 20 y 30 por ciento de dióxido de carbono. Y más del 90 por ciento del calor atrapado en la atmósfera por el exceso de gases de efecto invernadero.
Sin el mar, la atmósfera se hubiese calentado mucho más del promedio de 1 por ciento actual. Pero esa absorción de calor ha generado a su vez superficies marinas más calientes, aumento de ciclones y más derretimiento de capas de hielo.
El dióxido de carbono que el océano absorbe de más, lo vuelve más ácido, estresando a los organismos que construyen su armazón de carbonato de calcio, desde el plancton hasta los corales que forman los arrecifes.
Con base en la ciencia, el IPCC prevé que con 1.5 grados de calentamiento el 70 por ciento de los arrecifes colapsaría para el 2100 y si llegamos a los 2 grados, sería el 99 por ciento.
Si continúan las altas concentraciones de carbono, las poblaciones de peces podrían disminuir casi en un 20 por ciento para finales de siglo.
Deshielo que inunda
Los cambios en el hielo glacial afecta a todos, viva uno cerca o lejos de altas montañas o de los polos.
En algunos casos, el agua de deshielo de los glaciares de alta montaña va a parar a lagos y amenaza con inundar pueblos y aldeas asentadas cerca de esos cuerpos de agua.
Eso ocurre en Perú, el país con mayor número de glaciares de montaña en Sudamérica. En Los Andes, masas de hielo más pequeñas se han derretido provocando el desbordamiento de lagunas , agua que no se ha podido almacenar y que pone en riesgo a poblaciones aledañas.
En algunos años las lagunas desaparecerán, pues al derretirse los glaciares el aporte del líquido dejará de existir y habrá escasez de ese recurso para consumo humano.
Otro ejemplo —apunta Delgado Granados— es Puebla, México. El cinco por ciento de agua que irrigaba la cuenca provenía del Popocatépetl y el Iztaccíhuatl. Al desaparecer los glaciares de Don Goyo y al reducirse los de La Mujer Dormida, dejan de aportar agua y los mantos acuíferos ya no tienen esa recarga y no podrán abastecer a la población.
El volcán Iztaccíhuatl tiene todavía algunos glaciares, pero muy probablemente en cuestión de unos cinco o 10 años se declaren como extintos esos glaciares. “Es difícil hacer un pronóstico exacto, pero si siguen los patrones de retroceso glacial se llegará a la desaparición”, estima el Director del Instituto de Geofísica.
La riqueza del Ártico
¿A quiénes o por que conviene seguir emitiendo tales gases, que continúe el calentamiento global y que con ello los glaciares de los polos se pierdan? Un reporte del Servicio Geológico de Estados Unidos podría dar una pista, al menos del por qué.
En el año 2000 había estimado que en el Ártico se encontraba el 25 por ciento de las reservas mundiales no descubiertas de petróleo y gas. Sin embargo, para 2008, otra estimación más precisa indicó que del total de recursos de hidrocarburos convencionales sin descubrir en el Ártico se estima en 14 mil 300 millones de metros cúbicos de petróleo, 47.3 trillones de metros cúbicos de gas natural y 7 mil millones de metros cúbicos de líquidos del gas natural.
Todo esto constituye aproximadamente el 30 por ciento del gas no descubierto y el 13 por ciento del petróleo no descubierto en el mundo, puntualiza el artículo “El potencial petrolero del Ártico: Desafíos y soluciones”, publicado en la Oilfield Review en 2010.
Calentamiento irreversible
No hay manera de revertir el calentamiento global, pero podríamos frenarlo, asegura Delgado Granados, si disminuimos la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Si no, “seguirá aumentado la temperatura a un ritmo más allá de lo estimado».
Insiste el científico de la UNAM: el cambio climático no se puede combatir, pero si sus consecuencias. No podemos hacer que el clima se vuelva más benigno, pero si frenar la emisión de gases de efecto invernadero que son los que aceleran las consecuencias del cambio climático.
“Somos responsables de lo que a nuestro planeta le suceda en un futuro. La Tierra no se va a acabar, nosotros… sí. Para asegurar la supervivencia de nuestra especie debemos cuidar el planeta”.