Los avances en materia de género dentro de la Legislación Universitaria de la UNAM (relacionados con la atención, investigación y sanción de la violencia machista) son conquistas de las mujeres que han luchado para prevenirla y atenderla. Esto ha beneficiado a alumnas como Rebeca y Teresa (nombres ficticios para proteger su identidad) quienes denunciaron y recibieron acompañamiento jurídico y psicológico de la institución para atender los casos en que fueron víctimas.
“No me imaginé que, por mi denuncia, el profesor quedara separado de la Universidad. Es maravilloso contar con estas instancias”, comenta Rebeca, alumna de Medicina, quien acudió a la Defensoría de los Derechos Universitarios, Igualdad y Atención de la Violencia de Género (DDUIAVG) de la UNAM para denunciar violencia de género en su contra.
En esta instancia se formalizan las quejas para posteriormente remitirlas a la entidad correspondiente y, con base en el tipo de procedimiento (disciplinario o de investigación administrativa), imponer una sanción.
Dichos avances han sido importantes en una sociedad donde la violencia de género se ha naturalizado, puntualiza la directora del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la UNAM, Mónica González Contró.
“Hay ciertas prácticas discriminatorias hacia las mujeres que se han normalizado. Era necesario visibilizar el problema, desnaturalizarlo y hacerle ver a la comunidad universitaria que estas conductas no son aceptables, que restan libertades y derechos.”
Atención de casos
En 2015 se marcó un precedente cuando la UNAM se unió a la agenda HeForShe de ONU Mujeres. Hasta la fecha se trabaja en la creación de nuevos mecanismos y herramientas para la atención de casos de violencia de género que permitan a las universitarias estudiar o trabajar en espacios seguros, como en el caso de Rebeca, quien comenzó a cursar la licenciatura de Medicina en enero de 2023.
Desde que inició el ciclo escolar, el profesor de una de sus materias hacía comentarios misóginos de forma constante. “Cuando se presentó nos dijo: ‘aquí las mujeres van a aprender a bañarse y a peinarse, al menos los lunes, cuando tenemos clase. En otra ocasión preguntó: ‘¿quién tiene animales en su casa? Yo sólo a mi esposa’”, recuerda.
Durante una clase el docente violentó a Rebeca verbalmente al realizar una actividad grupal en la que ella contestó el saludo de uno de sus compañeros. “Él me dijo ‘hola’. Yo le respondí ‘¿qué tal?’. Fue cuando el académico comentó: ‘ya vimos que la compañera es fácil’. Lo cuestioné por dichas palabras y a raíz de eso la agarró contra mí”.
Con frecuencia el profesor preguntaba a Rebeca sobre temas relacionados con la clase y cuando ella contestaba le decía que estaba mal, pero cuando cualquier otro lo hacía señalaba que estaba bien. Tal hostigamiento la llevó a buscar ayuda en la UNAM. “Acudí a la Defensoría de los Derechos Universitarios, Igualdad y Atención de la Violencia de Género en febrero. Ahí me brindaron apoyo para realizar la narrativa de los hechos. Tras mandar el papeleo a mi plantel destituyeron al profesor, eso fue aproximadamente un mes después”.
Logros como el anterior son consecuencia de la lucha de las universitarias en la materia, algo que a decir de Mónica González Contró se debe a una serie de avances en tres aspectos.
“Primero, la creación del protocolo para atender estos casos, donde se establecen los procedimientos que deben seguir los operadores del sistema jurídico. Segundo, las reformas al Estatuto General para identificar dicha violencia como causa grave de responsabilidad y la reforma para garantizar la perspectiva de género y paridad en la composición del Tribunal Universitario al conocer de estos casos. Tercero, la creación de la Coordinación de Igualdad de Género en la UNAM (CIGU) y la modificación de la Defensoría de los Derechos Universitarios para convertirla en la de los Derechos Universitarios, Igualdad y Atención de la Violencia de Género.”
Estos avances representan: el reconocimiento de la problemática; un enfoque diferenciado al momento de abordar los casos, con la perspectiva adecuada, y una priorización de la agenda de igualdad de la Universidad, explica la académica.
Conductas que vulneran
Teresa estudia Veterinaria en la UNAM. En marzo de 2023 fue víctima de acoso sexual por parte de un compañero. “En una ocasión, mientras esperaba a mi mamá al salir de clases, me insinuó cómo era él en la cama. Me hizo sentir incómoda y me fui, pero me siguió. Cuando llegó mi madre no me dejó subir al automóvil hasta que me despedí de él, como si nada hubiera pasado”.
Desde ese día el agresor se sentaba junto a ella, saliendo del salón la seguía, buscaba generar un vínculo de amistad y continuaba haciéndole comentarios lascivos. Esta situación ocasionó que ella reprobara una materia durante ese semestre e incluso pensó en darse de baja. Durante un tiempo dudó en hablar con sus cercanos, pues temía no ser apoyada, pero no fue así.
“Encontré refugio en mis amigas y mi familia. Me acerqué a una persona orientadora del plantel, le platiqué la situación y ella me dijo a dónde acudir. Así llegué a la Defensoría”. Ahí, Teresa recibió atención por parte de una psicóloga y una abogada, quien la asesoró e incluso le hizo saber que su situación ameritaba una denuncia penal fuera de la UNAM, y que podían darle acompañamiento si así lo decidía.
“Redacté una carta con ayuda de la Defensoría y ahí mandaron un escrito a mi plantel para determinar la sanción a mi agresor. Pasaron unos 45 días y me notificaron que habían determinado suspenderlo tres meses.”
La directora del IIJ aclara que una víctima puede recurrir a dos figuras dentro de la UNAM: “Están las Personas Orientadoras Comunitarias, las grandes difusoras de la igualdad en las distintas entidades académicas, preparadas para identificar violencias, orientar y canalizar a las instancias correspondientes dentro de la Universidad. También pueden ir a la Defensoría de los Derechos Universitarios, Igualdad y Atención de la Violencia de Género, instancia independiente con equipos multidisciplinarios que pueden recibir denuncias”.
En este contexto, González Contró enfatiza la importancia de denunciar. “A medida que avanzan los movimientos femeninos y las colectivas, se fortalece la cultura de la denuncia y se visibilizan las conductas que vulneran, discriminan a las mujeres y les impiden ejercer sus derechos”.
Por otro lado, se ha buscado avanzar en la prevención, es decir, no quedarse en la sanción de las conductas, sino (por medio de la CIGU) trabajar en “la cultura de la igualdad, del respeto a los derechos, de visibilizar que estas conductas tienen efectos negativos en la vida de las mujeres y en la de la comunidad sexodivergente”, dice Mónica González Contró.
También se trabaja en incorporar la perspectiva de género en los planes y programas de estudio, en capacitar al profesorado y en hacer investigaciones sólidas en la materia. “La UNAM atiende a esta temática de forma transversal a fin de impactar en todas las áreas de la institución. El resultado es que las personas confían más en los procedimientos practicados aquí dentro, porque consideran que los realizados afuera son mucho más burocráticos y revictimizantes”.
Retos
La justicia a la que pudieron acceder Rebeca y Teresa al interior de la UNAM les permitió continuar su vida académica, sabiendo que ante cualquier otra situación en la que se sientan vulneradas y violentadas pueden acudir a la Defensoría.
“Es importante que la Universidad cuente con legislación en materia de género porque así podemos decir lo que pasa, que nos escuchen y se tomen cartas en el asunto. Sin estos mecanismos seguiríamos yendo con miedo a la escuela o suspenderíamos nuestros estudios”, plantea Teresa.
Por su parte, Rebeca destaca que el proceso puede ser largo y complicado, “pero al final va a quedar como precedente y servirá a otras mujeres para animarse a denunciar a sus agresores”.
González Contró reconoce que, aunque ha habido progresos, aún hay retos. “Debemos avanzar hacia una cultura de paz, igualdad y respeto a los derechos humanos, es decir, que lo conseguido en lo institucional institucional permee a toda la comunidad y que no sólo se ponga foco en la sanción, porque ésta ocurre cuando ya falló lo demás”.
También deben centrarse en la justicia restaurativa, que no quede únicamente en lo punitivo, sino que la persona que ha sufrido un acto de violencia de género pueda verse restablecida en sus derechos y que haya una justicia que impacte en la comunidad, pues ésta no es sólo un conflicto entre dos personas, es una estructura que normaliza esas conductas y agresiones.
“Tenemos agenda pendiente en una reforma a la justicia universitaria, la cual tiene como principales órganos al Tribunal Universitario y a la Comisión de Honor del Consejo Universitario. Necesitamos fortalecerlos, dotarlos de mayores herramientas y recursos y trabajar en ellos, pues datan de una época donde no había tanta visibilización de la problemática actual”, puntualiza la directora de IIJ.
A decir de Mónica González, la UNAM es precursora en este tipo de procedimientos al crear un protocolo claro, al tener figuras como las personas orientadoras y al instrumentar mecanismos alternativos de resolución de conflictos con enfoque en la justicia restaurativa. “Esta transformación al interior de la Universidad sin duda impactará en nuestra sociedad y avanzaremos hacia un país en donde todas, todos y todes gocemos libertades y veamos reconocidos nuestros derechos humanos”.
Con los avances logrados hasta el momento y los que se espera alcanzar, la UNAM aspira a que casos de éxito, como el de Teresa y Rebeca, sean cada vez más y, de ese modo, que cualquiera que haya experimentado violencia de género pueda llegar a la resolución de sus quejas.
Si eres víctima de violencia de género puedes acercarte a una de las más de 200 Personas Orientadoras Comunitarias que están en los diferentes planteles y dependencias de la UNAM. Consulta el directorio para ubicar con quién comunicarte: https://coordinaciongenero.unam.mx/personas-orientadoras-comunitarias/
O acude a la Defensoría de los Derechos Universitarios, Igualdad y Atención de la Violencia de Género, que brinda atención de lunes a viernes de las ocho a las 20:30 horas, en sus oficinas centrales localizadas en el segundo piso del edificio D, Zona Cultural de Ciudad Universitaria, y a través de su número telefónico: 55 4161 6048.
“Estamos en un mundo que cambia y la UNAM también lo hace. Es importante, porque no nada más es garantizar que sus docentes lleven las cosas de manera correcta, significa que las nuevas generaciones salgan con perspectiva y que todo marche como debe”, concluye Rebeca.