Alguna vez, durante su adolescencia, Beethoven dijo a unos amigos que tenía la intención de ponerle música al poema “An die Freude” (“Oda a la alegría”), de Friedrich Schiller (esto, por cierto, lo harían, además de él, otros compositores, entre ellos Franz Schubert, quien en 1815 compuso un lied titulado precisamente “An die Freude”, que lleva el número de catálogo Deutsch 189).
En 1812, a los 42 años, el compositor alemán escribió los primeros esbozos de lo que llegaría a ser la Sinfonía número 9 en re menor, opus 125, “Coral”.
En el invierno de 1817-1818 apuntó otros nuevos esbozos y en el transcurso de este último año dejó bien asentada la idea de que el finale o uno de los movimientos anteriores contaría con la participación, inédita hasta entonces en una sinfonía, de un coro y voces solistas.
En noviembre de 1822, la Sociedad Filarmónica de Londres aceptó la propuesta de Beethoven de componer una sinfonía para ella, lo cual le causó un gran entusiasmo y lo impulsó a seguir adelante con su proyecto.
Hacia abril de 1823, una vez terminadas las Variaciones Diabelli, Beethoven escribió nuevos esbozos y apuntes, y, durante los once meses siguientes se entregó por completo a la conclusión de su más grandiosa sinfonía.
Pero había un problema: si, como dice Swafford, había decidido que la Novena estuviera dirigida a un final con un coro y voces solistas, es decir, si el finale y su tema debían ser el objetivo, la música tenía que presagiarlo desde el comienzo.
“Así que antes de avanzar demasiado en el primer movimiento –añade Swafford–, debía encontrar el tema del finale. En ese sentido, la sinfonía se escribiría de atrás hacia delante, como había sucedido con la Heroica y con la sonata Kreutzer: las ideas principales del inicio se desarrollarían a partir del tema principal del finale.”
Fue así como Beethoven se dedicó a trabajar arduamente hasta concebir la frase inicial que ponía en música los cuatro primeros versos del poema de Schiller…
Los cuatro movimiento de la Novena son: I) Allegro ma non troppo, un poco maestoso; II) Molto vivace; III) Adagio molto e cantabile; y IV) Presto – Allegro ma non tropo – Allegro assai.
En una interpretación del valor simbólico de esta sinfonía, al primer movimiento se le da el título de “Destino, la inexorable trama del universo”; al segundo, “Fuerza y plenitud”; al tercero, “Amor”; y al cuarto y último, “Júbilo, el júbilo de la fraternidad humana”.
La partitura original de esta obra, compuesta por casi 200 páginas, es uno de los tesoros más valiosos de la Biblioteca Nacional de Berlín. Asimismo, desde el 12 de enero del 2003, la Novena está inscrita en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés).