Cátedra Ingmar Bergman
Buen augurio en debate sobre el futuro del teatro
Seguir en el escenario nos ha salvado de la enfermedad; en el arte hay una energía positiva: Abraham Oceransky
Con la idea de que la actual contingencia no debe ser motivo para abandonar el trabajo escénico, sino de reinventarlo, la mesa redonda Por Confirmar: Las Presencias y Ausencias del Teatro durante la Pandemia reunió a las voces de dos muy reconocidos directores, de una actriz con una gran trayectoria de 50 años y de una coreógrafa con una extensa y exitosa carrera en los escenarios de México y del mundo. Luis de Tavira, Abraham Oceransky, Luisa Huertas y Gladiola Orozco respondieron a las preguntas que les hizo el moderador, Enrique Singer, actual director de la Compañía Nacional de Teatro, y algunos usuarios que siguieron el evento que Teatro UNAM y la Cátedra Ingmar Bergman en Cine y Teatro transmitieron en vivo de manera virtual.
Luisa Huertas, quien ha actuado en 75 obras de teatro y en un poco más de 40 películas, fue la primera en tomar la palabra: “La sociedad necesita ver teatro y nosotros hacerlo. Cuando es presencial se da un intercambio energético maravilloso que no ocurre más que en esas condiciones. Escuchar la respiración del público, sus risas y a veces su llanto, es algo incomparable y necesario, de lo que no podemos prescindir ni estamos dispuestos a hacerlo”.
Abraham Oceransky, quien en 1967 debutó como director con la obra Gigantes de la montaña, de Pirandello, expresó que el teatro es un espíritu que requiere del público y de los actores en vivo. Rechazó la idea de que se transmita a través de una pantalla. “Son tiempos de pandemia y de espera, pero regresaremos a una convivencia amorosa, a veces de odio y en otras de pasión. Es el momento de espera, como la semilla que aguarda el clima perfecto para germinar. Pese a que no estrenamos continuamos con los ensayos. Seguir en el escenario nos ha salvado de la enfermedad, y es que encontramos en el arte una energía positiva”.
Para Gladiola Orozco, fundadora en 1966 junto con otros bailarines del Ballet Independiente de México, hoy Ballet Teatro del Espacio, la danza es teatro porque se da en un escenario. “Cuando estamos en escena nos hallamos hablando de nuestras inquietudes, necesidades y dolores. El teatro no es una invención, sino una necesidad porque es vital comunicarnos. La danza comunica, somos transmisores de lo que vive la sociedad”.
El director de escena, pedagogo y fundador de instituciones de enseñanza teatral Luis de Tavira dijo que preguntarnos hoy por la necesidad del teatro “es una señal que muestra la crisis civilizatoria en la que estamos”. Enseguida, apuntó: “Desde su origen el teatro ha sido cuestionado y se le ha visto como inquietante. La historia de la humanidad no se puede contar como tal sin el teatro que nos reúne y nos convierte en sujetos de una reunión. Nos transforma en espectadores de nosotros mismos. Su razón de ser es construir la conciencia de lo humano”.
De Tavira consideró que el teatro ha sido hostigado sistemáticamente a lo largo de su historia; sin embargo, está más vivo que nunca. “Lo que realmente se está muriendo, y no es metáfora, es el mundo”.
En cuanto a la pandemia, comentó que es un momento que nos hace experimentar poderosamente las interrelaciones que hay entre todos globalmente y nos invita a repensar de manera elocuente en la necesidad del teatro. En alusión a las transmisiones virtuales fue muy directo: “Ensayarlo por Zoom es simplemente la expresión de una nostalgia de algo que es imprescindible y que no se puede sustituir. Nada puede sustituir eso que sucede en el teatro”.
Trabajo colectivo
Singer subrayó que efectivamente el teatro es una presencia, a lo que Luisa Huertas, recientemente nombrada Patrimonio Cultural Vivo de la Ciudad de México, añadió que es resultado de un trabajo colectivo, “y por lo tanto requiere de una labor de conjunto para hacer comunidad con el público”.
Oceransky fue un poco más allá y lo definió como un acto espiritual. “Somos un espíritu que le da a la gente la oportunidad de encontrarse a sí misma, de verse reflejada y de conocerse mejor, esa es la esencia del teatro. Es curativo porque empieza por la mente y el corazón. Somos teatro y no podemos evitarlo”, asumió quien hizo posible lugares como El Galeón y la Escuela y Foro Teatro T.
Vaticinó que este arte regresará con más ímpetu porque la gente tiene la necesidad de mejorar, y aseguró que habrá un público más exigente. “Cuando volvamos será como salir de una catástrofe y sobrevivirá, pues una pantalla no cumple lo humano, lo humano es la cercanía, lo amoroso, el odio y la pasión. Sólo frente a frente podemos encontrarnos. De la pantalla puedes escaparte, pero del teatro no”, sentenció.
De Tavira complementó: “El cambio que importa, y el decisivo, es el de la sociedad. La paradoja es que el teatro es el arte de la peripecia, el que anuncia la necesidad del cambio. Yo no lo entendería si no es en función de promover el cambio en medio de esta crisis espiritual de nuestro tiempo. En la llamada nueva normalidad el desafío será la sobrevivencia para el arte de la vida”.
Dijo no creer en el concepto de público, pues visto así es la cifra cuantitativa del mercado. “Creo en el espectador. La interlocución del teatro es con el espectador, al que no se le puede confundir con el consumidor anónimo de la superproducción de eventos. La tarea en este momento es la formación del espectador. En el origen el espectador no era cualquiera, sino el iniciado”.
Para cerrar el breve recuento de ideas vertidas en la mesa de diálogo rescatamos dos expresiones muy redondas de los conversadores: “Uno hace teatro porque busca a alguien, uno hace teatro porque está buscando a su espectador”: De Tavira. “Con el teatro descubrí que hay ojos para mirar y ojos para esconder”: Oceransky.
La sesión está disponible en la página de Youtube de la Cátedra Ingmar Bergman.