Séptima edición del festival El Aleph

Cada ser humano posee una huella olfativa

Laura López-Mascaraque, del Instituto Cajal, impartió la conferencia inaugural El mal tiene un olor inconfundible

Juan Ayala y Rosa Beltrán inauguraron el evento. Foto: Víctor Hugo Sánchez.
A pesar de que el olfato es el sentido que más recuerdos permite evocar a los seres humanos y el cual perdura en nuestra memoria, es el más desconocido de los cinco y al que se le atribuye un valor bajo, afirmó la neurocientífica Laura López-Mascaraque.

La experta del Instituto Cajal, en España, participó en el primer día de trabajos de la séptima edición del festival El Aleph, cuya inauguración estuvo a cargo de la coordinadora de Difusión Cultural de la UNAM, Rosa Beltrán Álvarez, quien dijo:

“Se trata de una de las actividades más esperadas por ser única. Difícilmente se podrá encontrar otro espacio como éste en el cual se discutan problemas que nos aquejan, desde las ciencias, las ciencias de la complejidad y el arte.”

A su vez, Juan Ayala, director artístico del festival, enfatizó que durante nueve días que durará El Aleph se realizarán más de 80 actividades en las que habrá 109 funciones y 470 personalidades invitadas, entre artistas, ponentes e investigadores.

Al continuar con la conferencia inaugural, titulada El mal tiene un olor inconfundible, López-Mascaraque consideró que se trata del sentido más primitivo, que se comunica directamente con el cerebro y dispone de la capacidad de evocar imágenes y sensaciones al formar parte del llamado cerebro emocional.

En la séptima edición dedicada a la violencia y la cultura de paz, la también investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas indicó: “a través de la historia de la humanidad, a partir del olfato el cerebro empezó a evolucionar; de hecho, era olfativo”.

“Hoy el estudio del olfato está en auge y en unos cuantos años será posible ver cómo podría contribuir a comprender algunas enfermedades neurodegenerativas vinculadas a éste, como el alzhéimer, por ejemplo.”

Destacó que al igual que tenemos una huella digital, cada uno de nosotros poseemos una olfativa; es decir, cada persona tiene un olor único –excepto los gemelos idénticos–, nos pueden identificar a través de esta señal identitaria que nos define y diferencia. De hecho, producimos olores característicos bajo diferentes situaciones, no hay persona sin olor.

“Tenemos alrededor de 5 millones de neuronas sensoriales olfativas en la nariz, y cada una de ellas contiene varios receptores que permiten identificar millones de olores; dichos receptores se activan selectivamente ante diferentes moléculas permitiendo distinguir entre diversos aromas”, recalcó.

En la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario, la científica española, presentada por José Gordon, curador del festival, indicó que a partir del Renacimiento comenzaron a conocerse los primeros tratados del cerebro y se relacionaron los olores con la salud y la higiene; sin embargo, numerosos investigadores empezaron a decir que el olfato no tenía gran importancia.

Empero, aclaró la especialista, es el único sentido cuyas neuronas se encuentran al exterior del cerebro, en la parte superior de la nariz (neuronas sensoriales olfativas), y se regeneran, de ahí su importancia para la investigación.

Ahora se desarrolla el olfato artificial, narices electrónicas para emular el sistema olfativo humano a fin de identificar, comparar y caracterizar olores. En la Edad Media se usaba la rueda de orina (epiphanie medicorum) para detectar enfermedades de acuerdo con el olor que presentaba. Cuando el paciente se la entregaba al médico, él la olía y por su aroma percibía la enfermedad de la que se trataba.

Hoy podemos oler las enfermedades, cada una tiene un aroma único. Los científicos estudiamos el volatiloma; es decir, el conjunto de moléculas volátiles de una persona y en las que los perros pueden detectar malaria, cáncer, diabetes, entre otros padecimientos.

A través del olfato es posible diagnosticar el párkinson. Se han identificado ciertas sustancias volátiles presentes en las muestras de grasa de pacientes con esa enfermedad que parecen tener un volatiloma específico: “este es un tema importante y cada vez se le está dando mayor importancia”.

Asimismo, indicó Laura López-Mascaraque, la pérdida del olfato puede ser un síntoma de alerta para la detección temprana de enfermedades neurodegenerativas como párkinson, alzhéimer, huntington y esclerosis múltiple.

Destacó la necesidad de ejercitar nuestro cerebro a través del sentido del olfato, oler cosas es una buena actividad que debería iniciar desde la infancia temprana, pero que también puede realizarse a cualquier edad. “Mientras perdemos el sentido de la vista o del oído, el olfato es el único en el que tenemos neuronas regenerándose”.

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