La literatura Infantil y Juvenil ha ganado, poco a poco, espacio en la Universidad. La UNAM ha adquirido un gran compromiso en la formación de lectores, porque cada uno de sus maestros es un promotor de lectura en potencia, señala Anel Pérez, directora de Literatura y Fomento a la Lectura.
“Estamos apostando porque la lectura esté en todo: en la música, en los mapas, en todo lo que es posible leer más allá del texto literario en sentido estricto. Hay muchas formas de leer, no sólo somos lectores de libros, ni de libros literarios, sino de todo tipo de soportes de escritura descifrable”, agrega en entrevista.
Señala que en los últimos 10 años, la UNAM ha mirado la literatura infantil y juvenil a través de varios puntos: resguarda históricamente en la Biblioteca y Hemeroteca Nacional libros, periódicos y revistas de los siglos XIX y XX. Ya se admite, después de muchísima labor, en los Colegios de Letras, la necesidad de hablar más del trabajo de los gestores y mediadores de lectura y sus promotores.
Añade que hay varios diplomados de literatura infantil y juvenil. “El primero se fundó hace ya una década, pero también ha habido una labor trascendental de la Facultad de Artes y Diseño con todo el trabajo de ilustración que es muy importante, sobre todo para el género editorial del Libro Álbum. Al igual que del esfuerzo que están haciendo la Biblioteca Nacional y la Dirección General de Bibliotecas, que le dan un espacio a este tipo de literatura como parte de sus actividades recurrentes, sistemáticas y regulares de su programación”.
Desde la Dirección de Literatura y Fomento a la Lectura, acota, “se trabaja con las infancias y por eso llevamos más de 10 años de labor con la narración oral: los famosos cuentacuentos; también está la voz de los jóvenes que hacen el servicio social con nosotros. El programa se llama Islas de Lectura, a través del cual los entrenamos y los formamos como mediadores de lectura, y algunos igual deciden hacer labores de oralidad”.
Fomento al hábito de leer
Ante tanta oferta de contenidos en la televisión, las redes sociales y las plataformas, ¿cómo podemos lograr que los niños y adolescentes lean? ¿Cómo los convencemos de que el libro los cautivará y cambiará sus vidas? Gaceta UNAM conversó con personajes vinculados al tema.
Pamela Vicenteño Bravo, académica de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y editora.
“Considero que es benéfico que exista esta convivencia de plataformas y medios tradicionales; no me gusta verla como una competencia, ni mucho menos en términos de mejor o peor. Pienso que, independientemente del medio que los niños, las niñas y los adolescentes elijan, lo importante es que se entusiasmen con la lectura, que vean un reel de un libro en Instagram o una imagen de alguna portada y que eso sea suficiente para que se encienda esa chispa de interés por conocer más.
“Hay que romper con la barrera de pensar que un medio supera a otro. Tenemos que adaptarnos. No obstante, estoy consciente de que en nuestro país existen muchas realidades, que las condiciones para nuestros niños, niñas y adolescentes son disímiles en muchos sentidos. Así que con el fin de crear públicos lectores infantiles y juveniles es importante que, de manera conjunta, trabajen el gobierno, el sistema de educación pública, el gremio editorial y todos aquellos que fomentan la lectura para que los nuevos lectores vayan integrándose con gusto, poco a poco a su mundo. Reitero: la lectura es un gusto que se adquiere y que se va valorando con el tiempo”.
Daniel Goldin, editor, quien trabajó en el Fondo de Cultura Económica, en la colección A la orilla del viento.
“Hay que promover la lectura entre niños y jóvenes hoy, más que luchar contra las plataformas, redes sociales o la televisión. Creo que es posible pugnar por ampliar los objetos de lectura. Todo se puede leer y toda lectura podrá ser el detonante de una conversación. Vivimos en una sobreabundancia informativa. Leer supone detenerse, observar, inquirir. Si no tienes preguntas, si no contrastas datos, observaciones y puntos de vista, permanecerás en una concepción de lectura plana. Da lo mismo si lees libros, revistas u objetos no textuales.
“Los niños y jóvenes hoy rara vez tienen espacio para dedicar atención a la lectura, vaya, ni de sus propias emociones; menos a dialogar sobre ellas. Pero esto no es su problema nada más. Cada uno de los integrantes de cualquier entorno está metido en su propia manera de distraerse. Creo que es más importante compartir una buena serie, discutirla, contrastar las lecturas, que combatirla. Se podría extender a cualquiera de los objetos y productos. Desde la publicidad hasta los noticieros. Es la lectura la que te llevará a las narraciones, la poesía, la historia o la filosofía”.
Martín Solares, escritor: “A mis hijos y a mí la cuarentena nos orilló a vivir de un modo más intenso la literatura. Cada noche, a medida que los noticieros se llenaban de relatos de terror y las ambulancias parecían pasar cada vez más cerca, llegaba un momento en que apagábamos la luz y contábamos una o varias historias antes de dormir.
“A pesar de que habían jugado toda la tarde o visto una película y varios episodios de sus programas favoritos, aunque chatearan horas con sus amistades e incluso competido con ellas en juegos de video a la distancia, mis hijos no quedaban satisfechos con esas actividades, y llegaban a la cama con una necesidad impostergable de que les contara un cuento, con frecuencia dos, a veces tres. Y no cualquier cuento: uno arrebatador e impecable, sin fallas en el diseño ni en la trama. Un relato que no se permitiera una sola contradicción en los detalles ni un solo momento aburrido o complaciente: una historia que captara la atención de su público y le permitiera olvidarse de todas las preocupaciones de esos años difíciles y los llevara a vivir provisionalmente en otro tiempo, otro lugar y dentro del cuerpo de esos nobles seres imaginarios a los que llamamos personajes.
“En mi caso, el reto fue enorme, porque tenía a un público que no se conformaba con poco, y que a la menor distracción gruñía y encendía sus celulares. Por ello, media hora antes de las pijamas corría a investigar en las mitologías griega, mesopotámica, nórdica o latina, y entre mis libros de literatura fantástica si había algo capaz de fascinar a mis oyentes. Tratando de agradar a ese público llegué a inventar unas tres historias originales que me sorprendieron mucho incluso a mí mismo, y que fui a poner por escrito en cuanto mis hijos cayeron dormidos. Una de ellas se llamaba El amigo de la muerte, pero mis editores me convencieron de bautizarla provisionalmente como El libro de la magia y la aventura de Bassim Bassán. A mis hijos les gustó tanto que me pidieron que mantuviera al héroe con vida y que contara más historias de él, a mí me hizo muy feliz escribirlas.
“Con esto quiero decir que hay cosas que en la más oscura y prolongada de las noches sólo la literatura puede darnos, y que ni el cine, ni la tele ni las series o los juegos de video pueden reemplazar. La mejor manera de que la literatura siga viva es contar historias todos los días de ser posible; aficionar a otros a escucharlas y a exigirlas, ponerlas por escrito con las mejores palabras y técnicas al alcance, y que siempre que nos vean, sea sonriendo y con un libro en la mano”.
A 30 años de su última reedición, la UNAM recuperó la emblemática colección Biblioteca de Chapulín para el público más exigente: el infantil. Ésta les comparte historias de gran valor, que reúnen las letras de autores y autoras de distintos países.
La Biblioteca de Chapulín fue publicada por primera vez en la década de 1940 y está compuesta por cuentos breves en prosa o verso totalmente ilustrados. Entre los títulos que se encuentran disponibles para el público están: La máscara que hablaba, de Alfredo Carmona Peña, con ilustraciones de Jesús Escobedo; El niño de mazapán y la mariposa de cristal, de Magda Donato, con ilustraciones de José Chávez Morado; y El caballito jorobado, de Piotr Pavlovich Yerchoff, quien junto con Germán Cueto lo transcribió al español, con ilustraciones de Angelina Beloff.
Además, este 2023, en el marco de la Fiesta del Libro y la Rosa, se lanzarán tres nuevos materiales: Canción para dormir a Pastillita del poeta y también editor de la colección Miguel N. Lira, con ilustraciones de Angelina Beloff; La cucarachita Mondinga y el Ratón Pérez, una versión de Rosario Rubalcava del cuento original de Fernán Caballero, con las ilustraciones de Julio Prieto; y Los hermanos de Ranita, del afamado nobel de la literatura Rudyard Kipling, ilustrado por Salvador Bartolozzi.