22 de abril - Día de la Tierra

Calidad del aire se mantiene estable desde 2004

Evitar el uso de combustibles fósiles y transitar a las energías alternas la opción para mejorarla: Ricardo Torres Jardón, de Ciencias de la Atmósfera.

El mayor desafío en materia de contaminación atmosférica que enfrentan las ciudades del país, principalmente la capital, es la emisión al aire de grandes cantidades de material particulado y de precursores de contaminantes secundarios, aseguró Ricardo Torres Jardón, investigador del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM.

Los contaminantes de origen secundario como el ozono y ciertas partículas o aerosoles, continuó el investigador, no se emiten directamente sino que se generan en la atmósfera. “Ahí es donde radica el problema, ya que controlar los precursores de estos contaminantes no resulta fácil. Es complejo el asunto y no único de México sino de todo el orbe”.

El ozono y otros contaminantes secundarios, “son generados (entre una enorme cantidad de compuestos) por óxidos de nitrógeno (NOx) y los hidrocarburos o compuestos orgánicos volátiles que reaccionan bajo la influencia de la radiación solar”, añadió el académico.

Cifras de 2017 indican que en las entidades con mayor parque vehicular, la principal fuente de emisión de estos contaminantes y de precursores de contaminantes secundarios son el Estado de México y la Ciudad de México con 7 millones 272 mil y 5 millones 471 mil automotores, respectivamente. Ambas áreas suman la mayor población en todo el país.

A 40 años de que empezaran los gobiernos a entender y atender los fenómenos atmosféricos de las grandes ciudades –a nivel mundial–, el problema más complicado sigue siendo la contaminación del aire, continuó Torres Jardón. Por aquellos años se plantearon dos enfoques: por un lado se empezaron a dar cuenta de las señales del cambio climático. Las mediciones del laboratorio de Maunaloa, Hawaii, indicaron que el dióxido de carbono (CO2) se incrementaba de manera notable.

Al mismo tiempo, añadió el investigador, continuó analizándose la calidad del aire y los efectos en la salud, sobre todo en las zonas urbanas. “La contaminación en la tropósfera, la parte más baja de la atmósfera, empezó a despertar el interés de diversos investigadores por la forma en que se involucraba la química atmosférica en la transformación de ciertas especies emitidas en otros contaminantes y cómo controlar esa problemática tanto en las zonas urbanas como en zonas alejadas de éstas, porque los contaminantes son transportados por el viento lejos de donde son generados.

“Un ejemplo de ese fenómeno ocurre en la Ciudad de México: las emisiones de los contaminantes precursores de ozono en la zona del norte son transportadas por el viento a las montañas de Contreras y del Ajusco y en el camino van ocurriendo complejas reacciones energizadas por la luz del sol que forman ozono, cuyos mayores niveles se presentan en el suroeste de la ciudad y las laderas de estas montañas, con lo que se demuestra lo dinámico de este proceso”.

No obstante, se ha avanzado en estudios atmosféricos sobre temas asociados a esta problemática. Prácticamente, indicó, en México se han identificado las causas y se han propuesto soluciones. Sin embargo, las acciones para resolver esa situación se pierden en los laberintos burocráticos que soslayan la política nacional ambiental.

Desde el ángulo de la ingeniería ambiental y de la química atmosférica, especialidad de Torres Jardón, en el mundo se han controlado algunos contaminantes primarios. Un ejemplo es el bióxido de azufre, generado por la quema de combustibles fósiles derivados del petróleo. El control consiste en eliminar el azufre contenido naturalmente en el petróleo crudo en la misma refinería para así favorecer una combustión parcialmente “limpia”, es decir, que no emita tantos contaminantes. Asimismo, se logrado un mejor conocimiento sobre el control de contaminantes secundarios a través de la reducción muy cuidadosa en la emisión de sus precursores.

Medidas superadas

Para aminorar los contaminantes atmosféricos, en 1990 comenzó a operar el Programa Integral Contra la Contaminación Atmosférica en el Valle de México. Varios años después se hizo obligatoria la verificación de emisiones de los vehículos con placas de la ciudad de México y de los municipios colindantes del Estado de México, a la que se agregó el Programa Hoy no Circula que en un principio fue efectivo. Asimismo, se propuso el control de las emisiones de evaporaciones de gasolineras y tanques de almacenamiento de hidrocarburos y fugas de de los tanques de gas, pero estas y otras medidas están rebasadas, consideró Torres Jardón.

Riesgos a la salud

“En la ciudad de México el mayor problema identificado por autoridades sanitarias, como la OMS que ha emitido una alarma, el mayor riesgo recae en las partículas PM2.5, las más peligrosas ya que tienen el tamaño menor de 2.5 micras. El riesgo de estas partículas es que mientras menor se su tamaño, mayor probabilidad de alojarse en el sistema respiratorio incluso en la parte más profunda de los alveolos e ingresar al torrente sanguíneo”.

De acuerdo con el investigador, las afecciones a la salud causadas por la contaminación atmosférica por partículas han sido documentadas por numerosos investigadores. Un ejemplo es Lilian Calderón-Garcidueñas, investigadora Mexicana de la Universidad de Montana. “Sus estudios se enfocan a los efectos de la contaminación atmosférica en la cognición, especialmente en la enfermedad de Alzheimer. Ella ha encontrado una relación entre personas con ese padecimiento de todas las edades y los altos niveles de contaminación atmosférica en la Ciudad de México”.

Red de Monitoreo

Para evaluar la calidad del aire la comunidad científica cuenta con diversos instrumentos de medición. El gobierno de la Ciudad de México opera una Red Automática de Monitoreo Atmosférico (RAMA), y en otras ciudades de significativo desarrollo industrial como Toluca, Monterrey, Guadalajara y Puebla, los gobiernos estatales locales coordinados por el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC) aunque no todas ellas miden diariamente cada uno de los contaminantes atmosféricos. El INECC tiene a su cargo el Sistema Nacional de Información de la Calidad del Aire (Sinaica) donde periódicamente se descarga la información sobre calidad del aire de todo el país.

Otros compuestos que no se miden de manera sostenida, pero que merecen estudios sistemáticos son los compuestos conocidos como: BTEX: Benceno, Tolueno, Etilbenceno y Xileno, el primero por su potencial de impacto en la salud y los otros por ser precursores de ozono, por lo menos, para observar cómo varían y cuales son sus niveles de riesgo.

En cuanto al monitoreo de gases asociados al cambio climático, “sólo dos estaciones del país miden Dióxido de Carbono (CO2) y Metano (CH4)”. Éstas dependen del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA). Una funciona en el mismo Centro en Ciudad Universitaria y la otra en Altzomoni, un lugar ubicado entre los volcanes Popocatépetl e Iztaccihuatl. La idea es tener un sitio urbano y uno remoto en el país para así tener una evaluación sostenida de su tendencia. Con esta infraestructura tecnológica el Centro de Ciencias de la Atmósfera se ha convertido en el espacio donde más se tiene conocimiento de su química atmosférica”. No obstante, aseguró Torres Jardón, “en términos generales el aire de la ciudad de México está bien caracterizado”.

CO2, precursor del cambio climático

Entre los elementos que los científicos evalúan de manera sistemática se encuentra el CO2. “Por definición no es contaminante pero es un componente asociado al cambio climático. El origen de este compuesto se encuentra en las emisiones de los procesos de combustión de combustibles fósiles, principalmente por motores de combustión interna y de otros factores indirectos. Paradójicamente, es un producto del control de emisiones vehiculares de Monóxido de Carbono (CO) por convertidores catalíticos.

“Conviene recordar que en las décadas de los 80 y 90, uno de los principales contaminantes del aire de la Ciudad de México era el CO producto de la combustión incompleta de los motores de combustión. Al implementarse el uso de convertidores catalíticos en la flota vehicular se redujo en forma importante la emisión de este contamínate a niveles muy por debajo de su norma de calidad del aire. Químicamente, la función del convertidor catalítico es transformar el CO al igual que los hidrocarburos en CO2. De modo que el problema ahora es de cambio climático”, puntualizó el investigador.

Propuestas

Entre las propuestas que ha alentado la comunidad científica para detener la contaminación atmosférica, el investigador mencionó dos, “para aminorar el ozono: controlar en forma radical la emisión de hidrocarburos, compuestos orgánicos volátiles. Esa medida no hay que posponerla.

“Asimismo, suspender la adición de aditivos como el Metil ter-butil éter (C5H12O) que en el proceso de combustión y a su paso por el catalizador, forma carbonilos, compuestos que por sus características químicas favorecen la producción de ozono.

“En cuanto a los orgánicos volátiles, producto del uso de pinturas, emisiones evaporativas en gasolineras y otras fuentes, también debe ponerse atención. Otro riesgo lo representa la relativa alta concentración partículas carbonáceas, que proceden también de la combustión incompleta de combustibles fósiles en forma de humo gris y negro de los escapes de vehículos pesados a diesel y de las parrillas y braseros al aire libre. Mientras que la primera de ellas es un problema de deficiencias de control, la segunda es un problema cultural.

“Otra recomendación más es de sentido común: mientras mejor movilidad vehicular se reporte en las ciudades, mejor será la velocidad de recorrido y menores emisiones de los automotores”.

Finalmente, Torres Jardón reconoció que los niveles de contaminación atmosférica que se tenían a principio de los años 90 del siglo pasado han descendido significativamente. “Desde 2004 a la fecha, los niveles de ozono y PM2.5 se han mantenido estables, aunque altos todavía, por lo que pensamos que esta problemática podría descender con la implementación de gasolinas aptas para la Ciudad de México y la aplicación de medidas estrictas de control de vehículos con motor a diesel, de entre otras medidas.

“Si se evita el uso de combustibles fósiles, principal causante de la contaminación atmosférica y se transita a las energía alternas sería el principio de la solución”, concluyó.

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