Encuentro organizado por el PUEC
Carecen metrópolis y espacios públicos de perspectiva de género
¿Cómo abordar la violencia contra las mujeres en las ciudades?, charla de Andrea Cházaro, coordinadora de ONU Mujeres México
Los espacios urbanos, tanto las ciudades como los sitios públicos con sus servicios e infraestructura, están diseñados e implementados por hombres y para hombres, prestando poca atención a las necesidades de las mujeres, afirmó Andrea Cházaro Castro, integrante de la organización ONU Mujeres México.
“No tienen desde su diseño y funcionamiento una perspectiva de género, y en ellos las mujeres vivimos tres tipos de exclusión: la primera es espacial, pues existen barreras físicas de acceso con sitios angostos para transitar con carriolas o bolsas, además de lugares sin iluminación”, señaló.
La segunda exclusión es social e implica un uso desigual y diferenciado del espacio público, con usos de éste con base en género, y limitaciones para ellas, como andar solas en la calle o entrar a determinados sitios.
Y la tercera es una exclusión simbólica, con calles que solamente nombran a hombres, arte público y publicidad sexista, actividades que refuerzan los roles de género y acoso sexual, añadió.
Invitada por el Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad (PUEC) de la UNAM al seminario Ciudad habitable para todas y todos, la coordinadora del Programa de ONU Mujeres México Ciudades y Espacios Seguros para Mujeres y Niñas en México ofreció la charla ¿Cómo abordar la violencia contra las mujeres en las ciudades?
En un encuentro virtual y ante Mariana Sánchez Vieyra, secretaria técnica de proyectos del PUEC que fungió como presentadora, Cházaro Castro consideró que si las niñas y las mujeres no están en el centro de la planificación urbana, las ciudades no serán lugares seguros ni inclusivos.
Comentó que en las ciudades sin perspectiva de género, se reproducen las desigualdades y las violencias, las cuales refuerzan los roles y estereotipos de género. “Ante esto las mujeres experimentamos sentimientos de temor, ansiedad e inseguridad. Tenemos experiencias diferenciadas respecto a cómo vivimos la ciudad, qué espacios evitamos o frecuentamos, cómo nos movemos; además de una incapacidad de participar en los espacios para poder ser escuchadas”.
La especialista dijo que las niñas y las mujeres se benefician menos del diseño y los lugares urbanos que los hombres y los niños. “A partir de los 8 años, el 80 % de los espacios públicos están dominados por niños, mientras que las niñas expresan sentirse más inseguras y excluidas. A esa edad las pequeñas se sienten 10 veces más inseguras que los niños”.
Expuso que, de acuerdo con los resultados de 2021 de la Encuesta Nacional sobre las Dinámicas de las Relaciones en los Hogares, que elabora el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en el ámbito comunitario, a nivel nacional la violencia sexual es la más frecuente de todas, y 42.2 % de las mujeres la ha experimentado a lo largo de su vida.
Además, en el 75.5 % de los casos el agresor es un desconocido, y los lugares con mayor ocurrencia son la calle (64.4 %) y el parque (67.2 %). “El grupo de edad de 15 a 24 años es el que más sufre incidentes de violencia sexual”, agregó.
Cházaro Castro explicó que los efectos del acoso y de las agresiones sexuales en espacios públicos afectan varios derechos: a una vida libre de violencia, de libertad sexual, movilidad, educación y trabajo, autonomía, salud e integridad física, derecho a la ciudad y disfrute de actividades culturales o de ocio.
Para tratar de enfrentar este fenómeno, ONU Mujeres México ha implementado en varias urbes del país (Ciudad de México, Guadalajara, Monterrey y Torreón) el Programa Ciudades y Espacios Seguros para Mujeres y Niñas, a cargo de Cházaro Castro.
La iniciativa busca generar estadísticas de calidad y alianzas para el cambio, desarrollar e implementar leyes y políticas públicas en la materia, poner a mujeres y niñas en el centro de las soluciones de planificación urbana y propiciar la movilización comunitaria para transformar las leyes sociales.
La especialista indicó que hasta ahora ha funcionado utilizar modelos de intervención con metodologías probadas; apoyar y colaborar con movimientos de mujeres y de jóvenes; construir alianzas entre actores globales, regionales, nacionales y locales; fortalecer las capacidades de los diferentes actores a nivel local; implementar procesos participativos desde un enfoque interseccional e intercultural; transformar los marcos normativos a nivel local, y realizar campañas innovadoras sobre el tema.