Biblioteca Nacional
Celebran los cien años de Augusto Tito Monterroso
Conversación sobre sus obras literarias, su narrativa original, breve e irónica, sus relatos y anécdotas personales
Con dos mesas de expertos donde se analizaron sus obras literarias, su narrativa original, breve e irónica, y se recorrieron relatos y anécdotas personales que viajaron por su natal Honduras, su entrañable Guatemala y su exilio definitivo en México, la Biblioteca Nacional celebró los cien años de Augusto Tito Monterroso Bonilla (Tegucigalpa, 1921-Ciudad de México, 2003), escritor latinoamericano indispensable en la minificción.
Autor de El dinosaurio, microrrelato considerado durante mucho tiempo el más breve de la literatura universal con sólo siete palabras, así como de fábulas, cuentos y la única novela Lo demás es silencio, Monterroso fue un escritor singular forjado entre las lecturas de los clásicos y el camino autodidacta, coincidieron especialistas reunidos por la UNAM.
En el homenaje virtual Encuentro 100 Años de Augusto Monterroso, moderado por Laura Elisa Vizcaíno Mosqueda, investigadora del Instituto de Investigaciones Bibliográficas de esta casa de estudios, Francisca Noguerol Jiménez, profesora de la Universidad de Salamanca, España, destacó que el autor es un maestro indispensable en los microrrelatos, quien siempre rompió con la solemnidad.
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.”
El dinosaurio
Augusto Monterroso
Ética y estética
Al dar 10 razones para acercarse a Monterroso, la catedrática española mencionó la actualidad, especialmente para combinar la ética y la estética en un mismo texto; su magisterio literario, en cuyo taller enseñaba que antes de escribir lo primero era leer y enseñar a ver a sus precursores; su conexión con todo tipo de lectores, con fábulas simples que entienden los niños y manejan varias capas de complejidad; la renovación de los géneros literarios, donde todo lo convierte en ficción, y la versatilidad y exigencia creativa, propia de un autor que comenzó a escribir cuando era adulto.
Noguerol Jiménez también anotó en Monterroso un profundo manejo del humor y la ironía, los que usó como expresión del realismo; la capacidad de reírse de la condición humana; la excentricidad en situaciones solemnes; la antisolemnidad, que mira al error como una forma de analizar la realidad, y la literatura feliz, celebratoria y ajena a la tristeza. “Aunque hable de temas complejos y fuertes, al final está en contra del fanatismo, la vanidad y la envidia”, sostuvo.
Víctor Manuel Ramos, escritor hondureño, resaltó en Monterroso a un maestro de la brevedad y lo insólito, quien hace un trabajo de conciencia en poco espacio, donde cada palabra es necesaria.
“Sus fábulas, cuentos y ensayos son diamantes trabajados con esmero, textos desconcertantes de una perfección discreta, donde las fábulas no tienen el fin de moralizar”, dijo.
El escritor mexicano Javier Perucho, profesor de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, se refirió al paso de Monterroso por el cine, donde fue guionista de la película mexicana El último pistolero, dirigida por Sergio Béjar.
Recordó que el padre de Monterroso tuvo un cine y el escritor una cercanía con este arte, al cual evocaba en algunos relatos. “Tuvo un influjo fílmico en sus textos, muchos de los cuales se acompañaban con dibujos”.
Perspectiva paradójica
Lauro Zavala Alvarado, profesor de la Universidad Autónoma Metropolitana, rememoró que Monterroso fue autor de libros de cuento, novela, ensayo, diario, memorias, homenajes, minificción, fábula, entrevistas, decálogos y aforismos.
Entre sus rasgos literarios enfatizó la perspectiva paradójica (que exige relectura), la aplicación de una conclusión inesperada que sustituye a la moraleja esperada, un sentido elíptico, que reside en dar importancia a lo no dicho, la exigencia de la lectura entre líneas y una estructura textual irónica.
Los invitados a la mesa opinaron que Monterroso es uno de los maestros de la minificción y, de forma breve, abordó temáticas complejas y fascinantes.
Desde que se publicó su primer trabajo literario Obras completas y otros cuentos, comenzó a dar cuenta de sus rasgos fundamentales: una prosa breve, concisa, en apariencia sencilla pero llena de referencias cultas, así como un manejo magistral de la parodia, la caricatura y el humor negro.