Joyas universitarias para leer

Colecciones editoriales de la Coordinación de Humanidades

La Biblioteca del Estudiante Universitario, Nuestros clásicos y la Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana mantienen su misión de acompañar la educación de la comunidad universitaria

I

Biblioteca del Estudiante Universitario

Fue en 1939, durante el rectorado de Gustavo Baz Prada, cuando se fundó la Biblioteca del Estudiante Universitario, un proyecto editorial cuyo objetivo era apoyar la formación educativa de la población estudiantil con textos de la historia de México rigurosamente seleccionados.

A ocho décadas del acontecimiento editorial y cultural, Diego García del Gállego, coordinador del programa editorial de la Dirección General de Divulgación de las Humanidades de la Coordinación de Humanidades, adelanta algunas primicias, rememora el proyecto y describe los alcances de la labor educativa.

El año pasado estuvimos de aniversario con la Biblioteca del Estudiante Universitario (BEU) festejando sus ochenta años. Ésta es una de las colecciones más antiguas de la UNAM que empezó con el Libro del Consejo (Popol Vuh).

A la distancia se nota el plan maestro con el que fue concebida la colección. El primer número abordaría el México prehispánico, el siguiente la Conquista, luego habría títulos dedicados al periodo colonial para llegar al final a los del México independiente. Después se repetiría el orden: tema prehispánico, de la Conquista…

La colección tenía un formato diferente al de ahora. Camilo Ayala Ochoa, de la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial, señala en su libro La cultura editorial universitaria que la BEU “En formato de bolsillo seguía el modelo ensayado por la colección Albatross fundada por Kurt Enoch en Hamburgo, Alemania (1931)”. Las primeras ediciones de la BEU tenían el mismo ancho de los libros de bolsillo, pero eran notablemente más anchas.

A partir de 1999, la colección, ya bajo la égida del Programa Editorial, adoptó definitivamente el formato de bolsillo.

Antes se hacían tirajes de varios miles de copias; por ejemplo, la edición del Popol Vuh de 1993 alcanzó 15 mil ejemplares. Ahora, mientras en las editoriales independientes se hacen libros bajo demanda o con tirajes pequeños de 200 o 500 ejemplares en la Dirección General de Divulgación de las Humanidades se han mantenido, en el caso de la BEU, tirajes de mil ejemplares que ya para México resultan altos.

La BEU tiene el grato honor de contar en su catálogo varios best sellers universitarios: el mejor vendido por antonomasia es la Visión de los vencidos. Relaciones indígenas de la Conquista del recordado maestro Miguel León-Portilla, cuyos tirajes alcanzaron hasta 100 mil ejemplares. Es un libro que se reimprime cada año. En 2019 junto con los 80 años de la colección, la primera edición del mejor libro vendido de la UNAM cumplió 60 años. También debemos resaltar que desde 2016 la BEU cuenta con la versión en náhuatl de esta obra: Pehualoqueh intlachializ. Totlahtol itechpa yaoyotl ihuicpa caxtiltecah.

Pero también destacan en esa idea de éxito comercial dos más: El sueño y Autos sacramentales de nada menos que Juana Inés de la Cruz, nuestra décima musa.

El propósito de hacer esos tirajes numerosos siempre ha sido acercar textos formativos a los estudiantes. Actualmente Francisco Hernández Avilés y su equipo de promoción de la Dirección General de Divulgación de las Humanidades visitan los planteles de la Escuela Nacional Preparatoria y del CCH para presentar a las nuevas generaciones estos títulos. Los maestros nos sorprenden con sus comentarios: “¿Todavía se imprime este libro de la BEU?, qué buena noticia. Yo estudié con estos libros”. Otro dato destacable de la colección son sus prólogos elaborados por maestros especialistas en los temas.

Si todos los estudiantes de bachillerato leyeran la colección completa tendrían una visión más integral del país; “En efecto, aunque tiene huecos —reconoce Diego García—. Varias veces he recibido comentarios de que debería editarse un libro sobre Morelos, por ejemplo. Del siglo XX insisto que una antología del grupo Contemporáneos sería fantástica, pero si se lee la BEU se alcanza una visión bastante buena de la historia de México hasta mediados del siglo pasado.

Hasta ahora se ha editado un centenar y medio de títulos de esta colección. En el primer año aparecieron ocho títulos y en años recientes disminuyeron las novedades. El año pasado salió de las prensas una selección del historiador Silvio Zavala, que aún en vida firmó los permisos para usar sus textos. También apareció otro sobre el pensamiento conservacionista mexicano, textos pioneros de don Miguel Ángel de Quevedo sobre leyes forestales, muy a propósito de la crisis ambiental, marcada por el deterioro de los recursos naturales.

En la gestión de Alberto Vital, anterior coordinador de Humanidades, se creó un comité especial para cada colección. En la BEU figuran Javier Garciadiego, Guillermo Hurtado, Lourdes Franco, Georgina García Gutiérrez y Manuel Perló. Una de sus funciones es proponer nuevos títulos. Uno de ellos será la obra del maestro Leopoldo Zea, con un estudio introductorio de Guillermo Hurtado.

Gracias a esa decisión, dentro de un año o dos la colección tendrá varios títulos nuevos y continuaremos reimprimiendo los títulos que la integran, desde luego con mejoras. En algunos casos, cuando la calidad de la tipografía resulta obsoleta, se revisa y se corrigen los errores. Es una colección apreciada porque es una de las joyas universitarias.

Fue el maestro Francisco Monterde quien la ideó, la echó a andar en la Imprenta universitaria y la dirigió en el primer tramo. Otros de sus directores fueron Agustín Yáñez, Roberto Moreno de los Arcos, José Emilio Pacheco, todos ellos personajes de gran trascendencia en la cultura universitaria y nacional. Trabajaron vigorosamente en concretar una de las funciones sustantivas de la institución: difundir la cultura.

Actualmente Fernando Curiel Defossé, investigador del Instituto de Investigaciones Filológicas, dirige esta colección y, consciente de la falta de títulos esenciales, está en la búsqueda de especialistas a quien encargarlos.

El diseño ha variado con la época; ahora es un formato tamaño libro de bolsillo que cabe muy bien en un pliego. Se aprovecha al máximo el papel y no hay desperdicio. Las portadas, que ahora diseña Pablo Rulfo también han cambiado con los años. Se busca una imagen que relacione al autor con el tema. Pablo buscó cuatro iconos y cuatro colores para diferenciar las cuatro épocas de la BEU.

Por ejemplo los libros que tienen en la portada y en el lomo una franja azul corresponden a la época prehispánica. También maneja como icono el glifo de una mano. Para la época colonial, la franja es púrpura, y el icono es una ventanita colonial; la siguiente del México del siglo XIX independiente, es color es rojo y tiene el escudo nacional con el águila con la cabeza hacia arriba, uno los primeros escudos nacionales. En la época contemporánea, el México de los siglos XX y XXI, la franja es gris y maneja una viñeta abstracta de colores. De esa manera adquiere una identidad.

La BEU maneja un escudo, del que hay unas variantes muy curiosas firmadas por Francisco Monterde Fernández. Es una “U” y dentro la “E” y la “B” (así, en ese orden). Se ha mantenido ese escudo que la distingue.

II

Nuestros clásicos

De las tres colecciones que comentamos, continuó Diego García del Gállego, Nuestros Clásicos es la más joven; cumplió 60 años en 2017. Otras colecciones que están a cargo de la Dirección General de Divulgación de las Humanidades de la Coordinación de Humanidades son la Nueva Biblioteca Mexicana, Poemas y Ensayos y Lecturas Universitarias. Asimismo Al siglo XIX. Ida y regreso y Cátedra Universitaria.

Nuestros clásicos es el equivalente internacional de la BEU. En la página 4 del primer número se lee “Colección… dirigida por Pablo González Casanova, secretario: Tomás Segovia”. Y en el colofón: “El diseño… fue realizado por Joaquín Diez-Canedo…”. Esta primera edición estuvo al cuidado de Augusto Monterroso y Rubén Bonifaz Nuño .

El primer título es la Antología de la Poesía Latina y apareció en el rectorado del doctor Nabor Carrillo, cuando la Dirección General de Publicaciones estaba a cargo de Henrique González Casanova.

Empezó con esta antología de poetas latinos pero luego aparecieron clásicos de filosofía; también textos de ciencias, como el Origen de las especies de Charles Darwin o de sociología como El suicidio de Émile Durkheim, y otras ramas del pensamiento, sobre todo de humanidades. Esta colección también cuenta con más de un centenar de 100 títulos. Hace mucho que El suicidio está agotado y por el momento no hay planes para reimprimirlo; ojalá se pueda pronto.

El año pasado reimprimimos Filosofía de la ciencia de Henri Poincaré y en 2018 la edición completa de Alemania de Heinrich Heine, con prólogo de Max Aub –un verdadero librazo–, y Cumbres borrascosas de Emily Brontë. Ahí se ha editado casi todo Shakespeare. Las traducciones las han hecho profesores y alumnos de la Facultad de Filosofía y Letras, sede del Proyecto Shakespeare que dirigió mucho tiempo la maestra María Enriqueta González Padilla. Algunas son tan buenas que nos la han pedido para ediciones especiales como la que hizo Galaxia Gutenberg.

Tal como la BEU, los prólogos de Nuestros clásicos han sido elaborados por especialistas de alto nivel. Juan José Arreola hizo el de los Ensayos escogidos de Montaigne y a una reciente reedición Adolfo Castañón redactó el epílogo a manera de revisitar a Montaigne. Carlos Fuentes escribió uno a Moby Dick de Herman Melville y otro a Orgullo y prejuicio de Jane Austen. Otros prologuista destacados son Rosario Castellanos, Carlos Montemayor, Luis Rius, Luis Villoro, Salvador Elizondo y Margit Frenk.

Por otra parte, hay traducciones de Sergio Pitol y de Bonifaz Nuño. Del maestro José Gaos hay una magistral a la Ética de Spinoza. Ahora estamos preparando la reimpresión de La regenta de Leopoldo Alas, Clarín y varias reediciones.

Todos son clásicos; y el que no, sorprende, como el análisis que hizo el pastor inglés John Bowle, fundador del cervantismo. Es el primer estudio que se hizo sobre El Quijote. Bowle dedicó 14 años para aprender español y para leer todos los libros que se supone leyó Alonso Quijano y así anotar la novela. Es una obra útil para acompañar al clásico de clásicos españoles.

Hablando de los directores de esta colección, el primero fue Pablo González Casanova a quien siguió Augusto Monterroso en el cargo más tiempo. A su deceso quedó acéfala la conducción por lo que sólo se reimprimía lo que demandaba el mercado.

Ahora la dirige Hernán Lara Zavala apoyado por el consejo editorial conformado por Dieter Rall, Anamari Gomís y Ricardo Ancira, que discute las posibilidades de nuevos títulos y traducciones. Una vez le mostré a Hernán la gráfica en donde se veía que el inglés era la lengua que dominaba; luego el español y después el latín (donde no solo hay autores romanos; tenemos que incluir, por ejemplo, a Erasmo de Rotterdam porque el Elogio de la locura lo escribió en latín).

También estamos conscientes de que no hay nada oriental. Todo es de cultura occidental. Vamos a extender el mapa y estamos considerando la posibilidad de añadir pronto un clásico de China y otro de la India.

En cuanto a los franceses están bien representados. En filosofía está Descartes, de G. W. Leibniz los Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano, Madame Bovary de Gustave Flaubert (aunque el consejo editorial se ha pronunciado por hacer una nueva traducción de esta obra).

Falta un Gargantúa y Pantagruel de François Rabelais, una Divina Comedia de Dante o un Orlando furioso de Ludovico Ariosto, títulos que según Lara Zavala no deben estar ausentes.

Entre las vocaciones de la colección está la idea de proporcionar a los estudiantes textos que amplíen y fortalezcan su visión humanista. Es el caso de Romeo y Julieta, Macbeth, El mercader de Venecia, títulos que se piden con frecuencia; otros sorprenden como El origen de las especies de Darwin que se vende mucho.

Con este confinamiento estuve pensando en hacer un promocional sobre el Decamerón de Boccaccio, los diez personajes que se encierran a contar historias para huir de la peste en el siglo XII. Lo tenemos en la traducción de Guillermo Fernández en un solo volumen. Es otro best seller.

Tenemos también Ulises Criollo de José Vasconcelos, que se hizo para celebrar el número 100 y los 50 años de la colección. El doctor Héctor Vasconcelos, hijo del maestro, solicitó que nos basáramos en la versión del Fondo de Cultura Económica de la Colección Archivos que editó en conjunto con la Unesco. Según el doctor Vasconcelos la nuestra es la mejor versión que se ha hecho hasta ahora. Se ha seguido reimprimiendo con la presentación del doctor Ramón de la Fuente.

Como en las otras colecciones, el diseño evolucionó. Las portadas comenzaron con unas formas geométricas de Carlos Mérida. Siguió una época tipográfica muy sobria, con un primer logotipo de la colección (NC). En otro momento las portadas incluyeron grabados e ilustraciones. Considero que esa fue la época con los forros menos afortunados: sobre los trazos del grabado en negro colocaban la tipografía también en negro, logrando que no se distinguiera nada. Siempre digo que se debe privilegiar el título más que la imagen.

Después se presentaron unas portadas blancas con franjas de colores que separaban al autor, el título y el nombre de la colección. Más tarde las portadas cambiaron a ser de una plasta lisa de color, con una etiqueta blanca donde aparecían el autor, el título y la colección. De unos años acá Rafael López Castro hace un diseño muy vistoso concebido para el público juvenil. Copia a mano algún retrato del autor; después lo ilumina en la computadora con colores llamativos y por último privilegia el apellido y el título entre plecas en las que contrasta el juego de colores del retrato.

III

Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana

Desde la óptica de Diego García del Gállego, la Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana es la joya de las colecciones universitarias; “aunque Javier Garciadiego diría que la joya es la BEU”. Mientras se zanja la discusión, la colección que hoy nos ocupa cumplió siete décadas más un lustro en 2019.

Al editor universitario le gusta situar a la Scriptorum en su significación mundial. Cuando aparece en Alemania la colección Teubner de los clásicos griegos y latinos en 1849, recibe el nombre de Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Teubneriana del señor Benedictus Gotthelf Teubner. Esa es la primera gran colección contemporánea.

Ediciones de los clásicos se conocían desde el Renacimiento; recuérdense los libros de Aldo Manuzio, pero es en el siglo XIX con Teubner que comienza esta Bibliotheca. Los libros se imprimen en su idioma original, y todas las notas, para el caso del griego o el latín, son en esta última lengua.

Más tarde Oxford publica la Bibliotheca Oxoniensis, ediciones de los clásicos griegos y romanos pero sólo en las lenguas originales, sin traducción. Después aparecen ediciones bilingües: la de Harvard, Loeb Classical Library, unos pequeños libros verdes, si son autores griegos, y rojos si latinos, con traducción al inglés.

En Francia aparece la Collection des Universités de France, la famosa CUF, mejor conocida como la Budé por Guillaume Budé, uno de los grandes humanistas de Francia. La editorial Les Belles Lettres hace las ediciones con traducción al francés.

Las primeras ediciones al español, bilingües, se hicieron en México, no en España, informó García del Gállego. Allá apareció una colección en catalán (la Bernat Metge) unos años antes que la Scriptorum, pero la primera edición en español es la mexicana. Por eso es tan importante.

Otro dato significativo: hay un vínculo entre varios personajes del exilio español y el impulso a esta Colección. Llegan a México en 1939 y para 1944 empiezan a circular los primeros títulos de la Scriptorum con el impulso de Agustín Millares Carlo, quien propuso el nombre Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum en homenaje a la colección alemana, al que se le agregó el gentilicio mexicana.

Cuando se imprimen los primeros títulos, en el periodo rectoral de Rodulfo Brito Foucher, aún no se establecía la Coordinación de Humanidades, era Departamento, que dirigía Francisco Larroyo, el filósofo. Para 1945, el primer coordinador de Humanidades y primer director de la colección es Agustín Yañez. Por eso, como dice Bulmaro Reyes Coria “la impulsaron dos Agustines”.

Durante la primera década las traducciones estuvieron a cargo de exiliados españoles, como David García Baca, Domingo Tirado Benedí, Agustín Millares Carlo, Demetrio Frangos Roccas, y luego Alfonso Méndez Plancarte hace la primera edición traducida por un mexicano. Cabe decir que la Bibliotheca es una más de las aportaciones del exilio español.

Rubén Bonifaz Nuño le imprime un nuevo impulso en los años 60. Si en 1957 dio a la imprenta la Antología de poesía latina en Nuestros Clásicos, en 1963 publica las Geórgicas y en 1969 las Bucólicas, obras ambas de Virgilio, dentro de la Scriptorum. Ahí arranca, bajo su dirección, la segunda gran etapa de la Colección; además, crea el Centro de Traductores de Lenguas Clásicas y termina fundando el Instituto de Investigaciones Filológicas. En la colección aparecen más títulos de clásicos griegos y latinos: Platón, Aristóteles, Homero, Hesíodo y Heródoto o Cicerón, Ovidio, Lucano, Tácito y Séneca.

Bonifaz Nuño es el impulsor de traducciones magistrales; él mismo es traductor de, entre otras célebres obras, Cármenes de Catulo, que levantó polémica porque diversos lectores mostraron desagrado por las traducciones del maestro. No faltaba quien, en tono de burla, diera a la colección el calificativo de la Bonifazorum.

El diseño de esta Bibliotheca no ha tenido muchas variantes. De un diseño meramente tipográfico se pasó al que desde la década de 1970 se mantiene: las camisas son de un color llamativo y van acompañadas de la fotografía de una obra plástica, por lo general, griega o romana. El Programa Editorial se encarga ahora de gestionar los permisos en museos para usar imágenes ad hoc.

Para los interiores, Aurelia Vargas Valencia, directora de la colección, y el consejo editorial, decidieron hacer modificaciones al diseño, relacionadas con cuestiones académicas y científicas, además de cuidar el buen gusto. Ahora se va a procurar que las notas vayan a pie de página. Como se sabe, en ediciones anteriores éstas se colocaban al final del texto. Ahora habrá comentarios sobre párrafos en específico. Serán ediciones en las que se va a poder trabajar mejor. Ya salió de las prensas Poesía arcaica griega. Siglos VII-V a. C. I. Poesía parenética, de Calino, Tirteo, Arquíloco, Mimnermo, Alceo, Solón y Simónides en versión de Bernardo Berruecos Frank. Con esa configuración el equipo de editores está trabajando con varios libros bajo ese nuevo diseño.

También se va a procurar que las páginas de los textos en griego se unifiquen porque antes se utilizaban diferentes variaciones del griego. Juan-José Marcos García, en su libro Historia de la tipografía griega desde la invención de la imprenta hasta la era digital, dice que “la tipografía griega empleada en los tomos de la UNAM es una amalgama que no sigue un plan prefijado de antemano”. Esa pachanga se va a terminar.

Como se señaló en otro momento, el diseño gráfico de cada una de las colecciones tiene su propia identidad y esta no es la excepción: el escudo de la UNAM que aparece en el lomo y la portada interior de los tomos de la Bibliotheca Scriptorum… fue elaborado en marfil por Francisco Moreno Capdevilla. No lo hizo ex profeso para la Scriptorum sino que los editores de los años 60 lo compartieron también con la colección Poemas y ensayos. En algún momento se lo adueñó la Scriptorum y ahora es parte de su identidad bibliográfica.

Es necesario señalar que la versión de Odisea de la Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana es la primera traducción mexicana. Fue realizada por Pedro C. Tapia Zúñiga en 2013 y a la fecha lleva varias reediciones y reimpresiones.

Un logro maravilloso de esta nueva época es la página scriptorum.humanidades.unam.mx donde vamos a albergar en formato electrónico toda la colección, que hasta la fecha ha publicado más de 150 volúmenes y tiene en preparación una decena de novedades. El acceso a la página es universal y gratuito.

Con estas colecciones la Dirección General de Divulgación de las Humanidades de la Coordinación de Humanidades pretende acercar los clásicos griegos y latinos a lectores universitarios y formar públicos desde el Sistema del Bachillerato.

La Clementina, una camioneta cargada de publicaciones visita Prepas y CCHs donde los muchachos tienen contacto con estas colecciones. Este acercamiento se ha convertido en una brújula que indica por dónde debe ser el rumbo. A varias de estas visitas nos han acompañado especialistas para conversar con los alumnos de temas del mundo clásico griego y romano.

Ahora los muchachos piden especialmente obras de teatro. Estamos cocinando ya la Medea de Eurípides y un libro de Esquilo; Preguntan mucho por Aristófanes… no sería fácil porque sus juegos de palabras, su vulgaridad y sus registros dialectales representan un reto para los traductores; pero si sacáramos Las ranas o Las nubes en un volumen, sería un exitazo; como también lo sería, regresando a la tragedia, un volumen con Edipo rey de Sófocles, concluyó el editor.

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