¿Cómo se transportan los adultos mayores en la CDMX?
En las décadas de los años 60 y 70 del siglo pasado, miles de jóvenes de regiones rurales migraron a la capital mexicana en busca de un empleo que les permitiera enviar dinero a sus familias y así tener una mejor calidad de vida. Con el tiempo adquirieron experiencia en varias labores y oficios, formaron familias y se establecieron permanentemente en la ciudad.
¿Dónde están esas personas? Ahora son adultos mayores. De acuerdo con el INEGI, la Ciudad de México (CDMX) es la segunda entidad más poblada y envejecida del país, después del Estado de México (Edomex).
¿Cómo se mueven esos adultos en la ciudad?, ¿a dónde van?, ¿es fácil transportarse a su destino?, ¿pueden subir y bajar escaleras en las vías públicas?, ¿tienen automóvil?, ¿el transporte público está adaptado para ellos?, ¿aún trabajan o gozan de una pensión?, ¿pueden caminar?, ¿cómo viven?
La geógrafa Jessica Villena Sánchez estudia la movilidad de los adultos mayores en la capital mexicana en su tesis de doctorado “Movilidad diaria de adultos mayores en la CDMX con una perspectiva de métodos mixtos”, investigación que registra los lugares donde se mueven las personas de 60 años a partir de datos de la Encuesta Origen Destino de la ZMVM (INEGI, Instituto de Ingeniería, Instituto de Investigaciones Sociales, Edomex y CDMX).
¿Por qué estudiar la movilidad de los adultos mayores? Villena Sánchez considera que la población mexicana está envejeciendo rápidamente en comparación con la población de Europa y de Estados Unidos, por ello las ciudades deben adaptarse a esta población.
Con datos propios y de la Encuesta, Villena corroboró que en la CDMX 60 por ciento de esta población tiene entre 60 y 69 años, lo que indica que este sector sigue trabajando, contra un 42 por ciento que reportó sí esta empleado.
Este porcentaje podría incrementarse en los siguientes años por la escasa posibilidad de pensiones, explica la geógrafa egresada de la licenciatura y maestría en geografía por la UNAM.
También destacó que 70 por ciento de los adultos capitalinos tienen educación básica, primaria y secundaria, porque en su generación era vital trabajar, por lo cual no tuvieron la oportunidad de cursar estudios de licenciatura o posgrado.
En cuanto al nivel socioeconómico, 30 por ciento pertenece a un nivel medio-bajo; 47 por ciento, al medio, y 20 por ciento a un nivel alto; sólo 30 por ciento de los encuestados reportó que tiene una pensión mensual, lo cual es un porcentaje muy bajo; 13 por ciento reportó vivir solo.
¿Cómo se mueven los adultos mayores en la ciudad?
De la muestra consultada, 54 por ciento no tiene vehículo para transportarse. Entonces, ¿cómo se mueven? Los adultos caminan para llegar a sus destinos. “Lo cual nos dice que son móviles, recorren distancias cortas caminando mucho”, explica la experta.
Sólo 26 por ciento tiene vehículo propio, lo cual los hace independientes del transporte público.
Con los datos cuantitativos se hizo un análisis espacial, común en geografía, a través de un software para determinar en la CDMX la accesibilidad de las paradas del transporte público (bus stop) existentes y/o equipadas de acuerdo con ciertas áreas, como el Centro Histórico, que cuenta con trolebús, metro (subway), metrobús y autobuses.
Estas paradas son todo lo contrario en las zonas del sur o norte de la ciudad, donde circulan vagonetas llamadas tradicionalmente “combis” o “peseros”, transportes concesionados menos estructurados y no gratuitos para esta población.
“En mis entrevistas encontré que los adultos mayores que viven en zonas periféricas tienen poca accesibilidad al transporte público estructurado, como el metro, metrobús, trolebús, camiones RTP o al Circuito Bicentenario, por lo que tienen que viajar en pesero o combi. Estos adultos tienen muchos sentimientos negativos contra sus conductores porque manejan muy rápido o no les dan su tiempo para bajar o subir porque deben ganarse el pasaje entre ellos”.
Los adultos consultados revelaron que estos conductores no son pacientes ni toman en cuenta que, aunque son móviles, ya no son ágiles para saltar de los estribos, por ejemplo.
El trolebús, el mejor amigo del adulto mayor capitalino
Estos adultos tienen mejor percepción del trolebús, del metro y del metrobús que de las combis, peseros o taxis. A principios de la década de 1970 les tocó utilizar un metro nuevo y limpio, y el trolebús siempre ha sido un símbolo emblemático de la época dorada de la ciudad porque es barato, sus conductores son tranquilos y porque tiene paradas específicas.
Los adultos que viven en colonias con mejor accesibilidad a todos los servicios y/o cuentan con automóvil tienen mejor opinión del transporte público porque lo utilizan en ocasiones específicas, como los domingos para ir al centro, para desayunar con sus amigos, para ir al cine o para recrearse en horas no pico.
La posible solución a esta problemática a corto, mediano y largo plazos, es ofrecer opciones de movilidad que ayuden a este población a sentirse cómoda y segura dentro de la ciudad.
Por último, la estudiante de doctorado en la Universidad de Denver, considera que la ciudad de México tiene mucho que aportar porque hay infraestructura, sólo hace falta escuchar a más a los adultos mayores, tener en cuenta sus necesidades, ser paciente con ellos, y cuidarlos.
Una puma en Denver
Jessica estudió la licenciatura y maestría en geografía en la UNAM. Actualmente, la también seguidora del Club Pumas Universidad, estudia el último año del doctorado en geografía en la Universidad de Denver, con beca completa.
El proceso de adaptación con sus compañeros de generación para comunicarse con ellos en inglés fue paulatino: “pasé del ‘la gente no me va a atender’, al ‘estoy muy orgullosa de estar aquí’”.
Durante su estancia ha ganado dos premios, uno al mérito por trabajo de campo en la Ciudad de México, y otro por su labor como teaching assistant en los primeros grupos de licenciatura donde imparte conocimientos básicos de geografía.
Cuando ella menciona que es mexicana y que estudió en la UNAM, sus profesores reconocen a la institución como una de las mejores de nuestro país porque han trabajado con personal de ahí o han consultado sus papers.
“Eso ha sido muy satisfactorio para mí porque sé que venir de la UNAM te da credibilidad y hasta prestigio en el mundo académico”.
La única limitante es nuestra propia cabeza
Jessica aconseja a otros estudiantes a que tengan la inquietud o interés en seguir sus estudios en otro país.
“La única limitante es nuestra propia cabeza”, porque ella misma rompió con la idea de que no tendría voz en un país como Estados Unidos, lo cual no es así. Sugiere, por último, buscar a las personas que sepan del tema para una mejor orientación, por ejemplo, con profesores que hayan vivido la experiencia.