Se está convirtiendo en un serio problema de salud pública

Contaminación auditiva, una “asesina escandalosa” en las grandes urbes: OMS

La exposición a altos decibeles puede producir severos daños como la pérdida de audición, trastornos de sueño y alteraciones en los sistemas cardiovascular, nervioso y metabólico

El martes pasado, 28 de noviembre, fue el Día Nacional de las Personas Sordas. Y más allá de problemas de sordera desde el nacimiento, la contaminación por ruido en las grandes ciudades se está convirtiendo en un serio problema de salud pública, que está generando importantes afectaciones físicas y emocionales que inciden directamente en el bienestar de la población por lo que el fenómeno ya ha sido catalogado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como el “asesino escandaloso”.

De acuerdo con la especialista de la Facultad de Medicina de la UNAM, Ana Rosa Moreno Sánchez, la exposición a altos niveles de ruido puede producir severos daños en la salud, con afectaciones irreversibles que van desde la pérdida de audición hasta trastornos de sueño e incluso provocar alteraciones en los sistemas cardiovascular, nervioso y metabólico de las personas.

Dicha contaminación, aseguró, también puede propiciar tensión muscular, cambios hormonales, incremento de la presión arterial, fallas cardiacas, trastornos en el proceso digestivo e incluso problemas durante un embarazo; además de que está generando deficiencias cognitivas en el proceso de aprendizaje de las infancias.

“El ruido ambiental es una de las causas de nuevos casos de cardiopatía isquémica al año, así como de muertes prematuras. De igual forma, como consecuencia del provocado principalmente por automotores, muchos niños y niñas en edad escolar tienen problemas con la lectura, afectaciones en la comprensión y en la memoria”.

La experta subrayó que la combinación a largo plazo de estas afectaciones y la discreta pero constante exposición a altos niveles de ruido terminan por deteriorar la salud y la calidad de vida de quienes se exponen a este tipo de contaminación; además, cambia la forma en que las personas realizan sus actividades y se relacionan con los demás.

Mencionó que otra de las consecuencias, abundó, tiene que ver con la salud emocional, misma que se manifiesta en mayores niveles de estrés, nerviosismo, fatiga e inestabilidad, baja concentración, problemas de salud mental y disminución de los desempeños físico y laboral.

En su análisis, la investigadora universitaria refirió que las fuentes de contaminación auditiva son muchas y muy diversas, siendo una de las más importantes el transporte motorizado, principalmente los automóviles y las bocinas de vehículos, seguido del ruido de las motocicletas, el comercio móvil, tránsito ferroviario y el tráfico aéreo, que se suman a la contaminación de las construcciones, obras públicas, el ruido industrial y el de los vecindarios.

El ruido se ha convertido en uno de los principales problemas ambientales en los países industrializados y en el caso de México es considerado el segundo contaminante ambiental, apuntó.

En 1989 la OMS propuso en las directrices para el ruido urbano un límite fijo de 55 decibeles (dB), como nivel de ruido aceptable al aire libre para las personas, mientras que la OCDE sugirió que se impidiera superar los 65 dB para evitar afectaciones psicológicas.

“En el caso de Ciudad de México, se tiene la normatividad más estricta sobre el ruido en toda la nación; sin embargo, es insuficiente y ambigua pues no queda claro a dónde tienen que acudir los ciudadanos para denunciar, ni a qué autoridad le compete la responsabilidad de la regulación.”

De acuerdo con dicha normatividad, en las zonas residenciales los límites permitidos de ruido son de entre 50 y 55 decibeles en exteriores, dependiendo la hora, en las áreas industriales y comerciales entre 65 y 68 dB, para escuelas (áreas exteriores de juego) 55 dB y para ceremonias, festivales y eventos de entretenimiento hasta 100 dB, pero sólo una hora, parámetros que evidentemente nunca se cumplen, resaltó la universitaria.

En México es considerado el segundo contaminante ambiental.

Moreno Sánchez enlistó algunas acciones y recomendaciones que se pueden realizar de manera individual para contribuir a reducir la contaminación por ruido y no afectar la salud personal ni de terceros, éstas son:

  • Controlar los niveles del volumen de la televisión, radio o la música en casa o usando audífonos.
  • Al pasear por la calle, evitar hablar en voz alta o gritar.
  • No utilizar algunos electrodomésticos como las lavadoras o los lavaplatos en horario nocturno.
  • Mejorar el aislamiento del hogar.
  • Usar protección individual al estar expuestos a ruidos intensos, como tapones auditivos.
  • Cuando se acuda a un bar o se pasee por la calle, evite hablar en voz alta o gritar.
  • Si hay una mascota, edúquela para que no cause molestias a otras personas.
  • Podría mejorar la calidad del sueño con el uso de tapones auditivos.
  • Mantener cerradas las ventanas, en particular en la noche.

En las ciudades se propone el uso de neumáticos silenciosos en los vehículos de transporte público; la ampliación de la infraestructura para los coches eléctricos; la promoción de una movilidad activa ya sea a pie o en bicicleta y la peatonalización de las calles, entre otras, concluyó.

La CdMx tiene la normatividad más estricta sobre el ruido en todo el país; sin embargo, es insuficiente y ambigua.
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