¿Cuál es el límite en la inteligencia artificial?
Su uso depende de las consideraciones éticas de cada persona; no es mala ni buena, incluso posibilita democratizar distintos sectores, dice Saiph Savage
Máquinas que dominan el mundo, robots capaces de reemplazar a los humanos, tecnologías y artes que se quedan obsoletas son algunos de los temores que a lo largo del tiempo han acompañado a la humanidad cuando hay nuevas herramientas, entre ellas, la inteligencia artificial (IA). La última que ha desatado el miedo es ChatGPT, que es capaz de sorprender a casi cualquiera por sus capacidades de respuesta.
Medios y usuarios han reaccionado, con encabezados como: “estos son los empleos que corren peligro por el ChatGPT”, “estas herramientas quedarán obsoletas por ChatGPT” .
Para Saiph Savage, egresada de la Facultad de Ingeniería de la UNAM y académica de la Universidad del Nordeste en Estados Unidos, las consideraciones éticas dependen de cada persona, la herramienta no es mala per se, sino que su uso está supeditado a las necesidades de cada usuario.
Sumamente útil
Sí he usado ChatGPT –comenta–, lo utilizo diario porque me parece sumamente útil, especialmente para el tema de productividad. Le doy texto que estoy generando en inglés y le pido que me ayude a pulirlo, a mejorarlo. Por un lado, están de cierto modo democratizando que nos podamos expresar mejor en otros idiomas. Esto hace que puedas obtener ciertos fondos, que puedas escribir bien ciertos libros y que la audiencia se enamore de lo que estás haciendo. Alguien que es extranjero, por ejemplo, que viene de México y tiene que escribir cosas en inglés para obtener fondos, no va a escribir nunca tan bien como un nativo. Esta herramienta sirve mucho porque está entrenada con esa cantidad masiva de datos en diferentes idiomas, sobre todo en inglés te puede ayudar a pulir un texto para que se lea muy bien.
—Doctora, nos recuerda la premisa de la frase “las armas no matan personas, sino las personas que las usan”.
—Sí, hay ciertas consideraciones éticas que deben tener las personas, especialmente en cómo utilizan la OpenAI (inteligencia artificial abierta). Es importante que los seres humanos cuestionen éticamente cómo están utilizando esa herramienta y ver que también puede tener dos filos: un aspecto positivo es que puede ayudar a la productividad, pero también puede tener un aspecto negativo. Es una decisión individual.
—¿Cual es el límite de la IA?
—Más que en el límite debemos pensar en el tipo de futuros que queremos crear y que no queremos crear. Hay mucho valor en pensar en cómo estas herramientas nos pueden ayudar a dar más poder a los trabajadores en vez de desplazarlos. Porque ciertamente podrías argumentar que van a eliminar algunos trabajos, pero hay mucho valor en pensar cómo los podrían empoderar. Por ejemplo, podrían implementar este tipo de herramientas, crear un chatbot el cual esté entrenado para informarle a los otros trabajadores sobre sus derechos, también para organizar campañas o crear mensajes que resuenen con los obreros para incitarlos a organizarse.
Retos para los académicos
La inteligencia artificial ha sido materia de rechazo por algunos maestros, desde las calculadoras, Wikipedia y otras herramientas que facilitan el trabajo de los alumnos. Sin embargo, Saiph Savage comenta: “Son preocupaciones válidas, pero como docentes debemos pensar de qué manera diseñamos las tareas que les dejamos a nuestros alumnos justamente para que puedan tener acceso a estas herramientas. Cuando yo estaba en la Facultad de Ingeniería en Geometría Analítica, que trata de visualizar figuras en 3D, la profesora no nos dejaba utilizar calculadoras gráficas porque nos decía que nosotros no practicábamos cómo imaginar los números. Tenía toda la razón. Nos dejaba ejercicios dentro del salón de clases donde no podíamos sacar la calculadora y teníamos que mostrar el proceso con el cual llegamos a los resultados. Como docentes tenemos que pensar de un modo similar. Hay que pensar cómo rediseñar las tareas.
La recomendación de la académica es que en este momento resulta una gran oportunidad para acercarse a dicha tecnología y empezar a imaginar cómo los estudiantes podrían integrarla, tanto en las aulas como en su investigación, y crear nuevo tipo de interfaces. “Entonces les invitaría a todos a que lo exploren. Tenemos mucho potencial para realmente poder revolucionar la inteligencia artificial”.