Cuarenta años de la Universidad en la frontera sur
El 26 de abril de 1985 se inauguró el Centro de Investigaciones Humanísticas de Mesoamérica y el Estado de Chiapas

Este abril se conmemoran 40 años de la presencia de la UNAM en Chiapas y en la frontera sur. Al evocar el año 1985, muchos recordarán de inmediato el devastador terremoto que sacudió a México. Pero en Chiapas, ese año marcó también otro episodio crítico: el recrudecimiento de los conflictos agrarios y la represión contra organizaciones indígenas bajo el gobierno de Absalón Castellanos Domínguez. A ello se sumó el impacto humanitario de más de 120 mil refugiados guatemaltecos que, a raíz de la guerra civil en Centroamérica, habían llegado desde 1982 a campamentos establecidos a lo largo de la frontera chiapaneca. Este panorama atrajo a un sinfín de activistas, académicos y organizaciones humanitarias, muchas de ellas respaldadas por la diócesis de San Cristóbal.
Así, Chiapas –durante mucho tiempo percibido como una región aislada– se convirtió en el centro de atención nacional e internacional. La frontera sur dejó de ser vista como el terra finis mexicano para adquirir un carácter estratégico y simbólico. El temor a un contagio de las guerras centroamericanas despertó un interés inusitado por entender su historia, su presente y sus posibles futuros. Políticos y académicos dirigieron su mirada hacia este estado fronterizo, indígena y empobrecido. La producción editorial se disparó. Obras de autores como Antonio García de León (Resistencia y utopía, 1985), Henri Favre (Cambio y continuidad entre los mayas de México, 1984), Jan de Vos (1985), e incluso publicaciones institucionales ofrecieron análisis críticos sobre el devenir histórico y los desafíos por venir en Chiapas.
En este contexto, y gracias al impulso del abogado de la UNAM, el chiapaneco Cuauhtémoc López Sánchez, la Universidad promovió desde fines de 1984 la creación del Centro de Investigaciones Humanísticas de Mesoamérica y el Estado de Chiapas (CIHMECH), con sede en San Cristóbal de Las Casas.
En su discurso inaugural, el 26 de abril de 1985, López Sánchez delineó su objetivo principal: profundizar en el estudio de Mesoamérica y apoyar la investigación sobre la realidad chiapaneca, especialmente como entidad fronteriza.
Pese al entusiasmo inicial, el CIHMECH enfrentó diversas dificultades: escaso apoyo local, competencia institucional… No fue sino hasta 1998, con su transformación en el Programa de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Mesoamérica y el Sureste (PROIMMSE), que logró consolidarse formalmente. Su primera coordinadora, Olivia Gall, retomó el espíritu fundacional del centro, orientándolo hacia el análisis multidisciplinario del sureste mexicano y sus vínculos con Centroamérica.
Desde entonces, la producción académica no ha cesado de crecer: 28 libros, siete tomos de Cuentos y relatos indígenas, la revista Pueblos y Fronteras, y el encuentro anual del mismo nombre, dan cuenta de una actividad sostenida y comprometida.
A partir de 2004, bajo la dirección de Miguel Lisbona, se diseñó un plan estratégico para convertir al PROIMMSE en sede de programas de posgrado de la UNAM y en un nodo clave para el estudio de las dinámicas México-Centroamérica.
En 2015, con motivo del 30 aniversario, la UNAM otorgó nuevamente el estatus de Centro a esta sede, ahora bajo el nombre de Centro de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Chiapas y la Frontera Sur (CIMSUR). Su primer director, Gabriel Ascencio Franco, encabezó una etapa de consolidación institucional y científica. Nuevos ejes de investigación –como Frontera Sur: Territorio, Sociedad e Historia; Estado y Diversidad Cultural, y Lenguas de la Frontera Sur– han dado pie a diplomados, seminarios y publicaciones que colocan hoy al CIMSUR a la vanguardia de los estudios regionales.
Actualmente, el Centro cuenta con un equipo fortalecido de 21 investigadoras e investigadores, y nueve personas técnicas especializadas, todas comprometidas con la producción académica y la formación profesional.
Chiapas ya no se percibe como un estado periférico, sino como un eje fundamental en la geopolítica nacional y continental. La presencia del CIMSUR en la frontera sur le confiere un papel estratégico en el análisis de las crisis humanitarias, ecológicas y políticas derivadas de la movilidad humana, que afectan no sólo al sureste, sino a todo el país.