Leonardo Da Vinci, por los artefactos que diseñó, fue un hombre adelantado a su época. Sin embargo, el genio del hombre más visionario de la historia, incomprendido por el entorno social de su época, comenzaría a ser admirado hasta después de su muerte, el 2 de mayo de 1519.
Cada vez será más reconocido y valorado. Hoy sus conceptos de ingeniería y diseño son fuentes de inspiración, incluso para los alumnos de la clase de Modelos que, dirigidos por Mauricio Reyes Castillo y Pedro Ortega González, realizaron replicas de ornitópteros, barcos y otros artefactos concebidos por Da Vinci.
Aunque sus conceptos tenían bases biomecánicas, es probable que muchos no funcionaran. Hace 500 años no había la tecnología para desarrollarlos. Hoy, con las tecnologías actuales, quizá se podrían fabricar, dice Reyes Castillo, del Centro de Investigaciones en Diseño Industrial (CIDI) de la UNAM.
Da Vinci logró combinar muy bien arte con bases tecnológicas y materiales disponibles, “interpretando de muchas formas lo que él creía cómo funcionaban las cosas”.
Más que innovador, fue un visionario porque sus diseños tenían un sentido prospectivo. De los artefactos que aparecen en sus códices, la bicicleta quizá sea un caso de innovación, porque podría ser fabricado y tener aplicación.
Detrás de sus obras, apunta el académico del CIDI, hay un enigma que caracteriza a Da Vinci. Un ejemplo es el Cryptex (dibujos y texto) de una caja que solo una persona podría abrir y cerrar. Quien no supiera cómo abrirla, derramaría vinagre en el pergamino contenido adentro. Ahí hay más que una aplicación tecnológica y eso llama la atención a quienes “estamos metidos en la tecnología y la técnica”.
Los otros artefactos, de haber sido replicados, difícilmente habrían funcionado, por “la pertinencia, el entorno, el momento y las posibilidades técnicas y tecnológicas”.
La innovación, puntualiza Reyes, va más orientada a una aplicación real. En cambio se puede tener una visión de cómo podrían ser las cosas (volar como las aves) “pero sin llegar a aplicarlas”.
Máquina voladora
De sus artefactos, los más llamativos son los vehículos voladores autopropulsados por el hombre y sin embargo, curiosamente son “los menos fabricables o llevados a la realidad”.
Da Vinci creía que sí podían funcionar. El concepto estaba basado en el vuelo de las aves. Sin embargo el conocimiento sobre aerodinámica era muy pobre entonces, agrega Reyes Castillo
A finales de la década de 1480, combinando ingeniería con física y anatomía, Leonardo comenzó a idear este tipo de artilugios. Dibujo más de una docena de variantes, el primero con palas parecidas a alas de la libélula, así como otros con alas de murciélago. Tenían pedales y palancas, con el piloto tumbado boca abajo o de pie. A su máquina voladora la llamada uccello (el pájaro), dice Walter Isaacson en Leonardo Da Vinci. La biografía.
Si alguno pudiera volar sería genial para Reyes Castillo, porque hasta la fecha “seguimos aspirando a volar”. Ha sido un reto para investigadores y tecnólogos desarrollar un mecanismo biotecnológico integrado al cuerpo para hacernos volar.
Movimiento ¿perpetuo?
Durante la década de 1490, en 28 páginas de un cuaderno, Da Vinci exploró la posibilidad de una máquina que pudiera producir un movimiento perpetuo.
Su máquina (no para viajar al futuro o al pasado) era una mecanismo de precisión. Como un cronómetro. Su principio es como el de un reloj de arena, pero más complejo por sus mecanismos integrados, sostiene Reyes Castillo.
Estudió muchos mecanismos: ruedas con martillos en bisagras que se abrían al bajar la rueda para que éstos descargaran un golpe y la impulsaran. Es un ejemplo que describe Isaacson en la biografía de Leonardo.
Con base en un concepto que llamó “ímpetu”, Da Vinci sostenía que todo cuerpo, cuando es movido, continuaría su curso mientras se mantenga la fuerza del impulso, se apunta en la biografía del artista florentino.
Este artefacto, agrega el investigador del CIDI, tendría un movimiento perpetuo, pero aún hoy se duda que una máquina realmente pueda moverse todo el tiempo: mecánicamente, no ha sido comprobado totalmente. “No se sabe de dónde nace la idea inicial y hasta dónde quería llegar”.
Sin embargo, sostiene Isaacson el biógrafo, con este concepto Da Vinci se adelantó 200 años a lo que Newton enunciaría en la primera ley del movimiento: todo cuerpo que se mueve persevera en su estado a menos que otra fuerza actúe sobre él.
Acorazados y teclado gaita
—Las embarcaciones que diseñó Leonardo ¿tienen algunas innovaciones para su época?
La mayoría son barcos bélicos. Acorazados. Algunos tienen una especie de catapulta, otros llevan arpones para hundir un barco enemigo. Hay unos con palas para sacar arena que podrían ser para buscar oro.
Leonardo tocaba una especie de citara y diseñó también instrumentos musicales. En la exposición de replicas de artefactos imaginados por Da Vinci montada en el CIDI, se exhibe un teclado.
Parece, supone Reyes Castillo, un piano y tiene como una especie de gaita. Es “uno de los primeros vestigios del acordeón”. Se acciona por aire y toca. Dibujó otros tres “con piel de res”. También propuso guitarras gaita, entre una gran variedad de objetos musicales.
—De los artefactos de Leonardo ¿hay alguno que permanezca, alguno de sus mecanismos ha sido aprovechado?
Una variante del mecanismo del molino de viento, la vemos en los sistemas eólicos para generar energía alternativa. Quizá ésa sea una aplicación. Las embarcaciones, ya están más que rebasadas.
Da Vinci fue un personaje con conceptos fuera de su época, que trato de redirigir el mundo a través de objetos y aplicaciones visionarias. “Creo que esa es la aportación que hizo desde el punto de vista tecnológico”.
La aplicación era lo que le faltaba a muchos de los artefactos de Da Vinci, pero su visión fue una guía para muchos otros que empezaron a generar cosas más aplicables, puntualiza Reyes Castillo.