En la era digital, los datos personales son un activo de valor económico, ante ello es necesario ser cuidadosos a la hora de hacer uso de las redes sociodigitales e Internet, así como corroborar el ciclo de vida de esta información personal, señaló Lorena Pichardo Flores, coordinadora de Protección de Datos Personales, de la Unidad de Transparencia de la UNAM.
Al participar en las conferencias Noches con Expertos que organiza la Red de Educación Continua, comentó que esos datos están hechos para cumplir un ciclo, al término del cual concluye su utilidad, por lo que deben ser cancelados, previo bloqueo.
Durante su exposición, Desafíos y Responsabilidades en la Protección de Datos Personales en la Era Digital, mencionó que el valor de esa información está relacionado con las vulneraciones o filtraciones que pudiera tener y que ha ocurrido.
En ese contexto la universitaria aseveró que, globalmente, casi la mayoría de éstos han sido quebrantados. Lo anterior se debe, por lo general, a que para gran parte de las personas que hacen uso de las redes sociodigitales y otro tipo de plataformas gratuitas como Dropbox, Linkedin, incluso Google, la moneda de cambio es su información personal: nombre, dirección, correo electrónico, sexo, número de teléfono celular, contactos, entre otros.
Aunque, también podrían recolectar información sensible vinculada con la salud, orientación sexual, religiosa y política, cuyo propósito es planear campañas publicitarias de acuerdo con los grupos demográficos.
Al respecto, Pichardo Flores refirió que las grandes firmas tecnológicas de Estados Unidos tienen una fuerte regulación que no es compatible con la mexicana, ni siquiera con las más avanzadas de otros países desarrollados.
Destacó que el valor de los datos personales se observa cuando surge una vulneración o filtración de información. En el caso de México se han dado tres de importancia en la última década; la primera de ellas, en 2003, con el padrón electoral del entonces Instituto Federal Electoral, con 58 millones de votantes, el cual se vendió en 15 mil pesos.
En segundo término, el Registro Nacional de Usuarios de Telefonía Móvil, el cual operó en 2009 y se abrogó en 2011 y, finalmente, en julio de 2020 la Secretaría de la Función Pública obtuvo información privada de la declaración patrimonial de 830 mil servidores públicos.
Dijo que los resultados del estudio “El costo de una vulneración de datos 2020”, publicado por IBM Security, indican que en el mundo fue de 3.86 millones de dólares, mientras que para América Latina representó 1.68 millones de dólares y para una organización o persona física fue de 3.86 millones de dólares.
Costos
En cuanto a México, Lorena Pichardo apuntó que el costo promedio de un solo registro de datos personales vulnerado, por ejemplo, el Registro Federal de Contribuyentes o el domicilio de un empleado, equivale a 3 mil 135 pesos.
En el país hay recursos jurídicos constitucionales que regulan el derecho a la protección de éstos que están dirigidos a organismos públicos y privados, además de constituir un derecho humano, aunque se reconoció constitucionalmente apenas en 2006 y se dio por la vía de particulares (Ley Federal de Protección de Datos Personales en Posesión de los Particulares), es decir para la garantía de información que utilizan bancos, aseguradoras, escuelas privadas y aquellos que no trabajan con ingresos federales o locales.
Este derecho tiene excepciones que marca la propia Constitución, cuando se trata de un tema de seguridad nacional, como la pandemia, donde el Estado mexicano se hace responsable en una etapa de emergencia.
La ley permite a las personas elegir a quién y cómo se dan los datos personales y para qué los estoy otorgando, este derecho posibilita al usuario una serie de herramientas como los derechos ARCO (acceso, rectificación, cancelación y oposición) que los puede hacer valer en su momento.
Por último, subrayó que el confinamiento nos llevó a realizar compras en línea, en estos casos nuestra información personal estaría en posesión de las grandes cadenas de supermercados, tiendas, pero también en negocios locales, restaurantes que hacían entregas a domicilio, así como de ciertas aplicaciones tecnológicas que la recabaron al crear una cuenta de correo, al inscribirnos en un concurso o para recibir una beca, llenar una encuesta o al navegar por Internet.