El Congreso de la Ciudad de México aprobó el 14 de febrero una propuesta de iniciativa para modificar la Ley Federal de los Trabajadores al Servicio del Estado, e incluir entre las obligaciones de los patrones otorgar un permiso, con goce de sueldo, dos días al mes a mujeres trabajadoras y personas menstruantes diagnosticadas con dismenorrea primaria o secundaria incapacitante.
Dicha iniciativa ha sido enviada al Congreso de la Unión para que sea discutida.
De acuerdo con la propuesta presentada por la diputada local por Morena, Alicia Medina Hernández, el permiso de dos días con goce de sueldo tiene que estar justificado mediante un examen médico expedido por especialistas en ginecología de alguna institución del Sistema Nacional de Salud, que diagnostique dismenorrea primaria o secundaria incapacitante.
Otro punto a destacar de la iniciativa es que los patrones tendrán prohibido despedir a una trabajadora o coaccionarla directa o indirectamente para que renuncie por razones de género o por ser diagnosticada con dismenorrea. A la par, las mujeres trabajadoras recibirán un día al año, con goce de sueldo, para que puedan acudir a realizarse la mastografía y el papanicolaou.
Según la iniciativa, entre 45 y 95 por ciento de las mujeres en edad reproductiva presentan dolor incapacitante durante su ciclo menstrual.
Sarah Mis Palma León, docente de la Facultad de Derecho, comenta que en el mundo existen antecedentes de este tipo de permisos. “Desde 1947, países como Indonesia, Corea del Sur y Zambia otorgan días de descanso. No es algo nuevo, sin embargo, nos damos cuenta que es hasta 2023 que en México se está haciendo la propuesta”, apunta.
“Sería importante que el patrón cumpla con estos rubros, y en caso de no hacerlo reciba la sanción pertinente, para que verdaderamente se tome en cuenta esta iniciativa y, en general, todo el contenido de la ley laboral”, finaliza.
Tema tabú
La gestión de la menstruación forma parte de uno de los ejes fundamentales de los derechos humanos de las mujeres, como ciudadanas que deciden y que tienen un impacto en el ámbito social, y colocaría este tema en el marco público, pero también en el ámbito de la salud, para ser un elemento por considerar dentro del nivel legislativo, afirma Nelly Lucero Lara Chávez, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.
La menstruación, agrega, durante mucho tiempo ha sido catalogada como un tema tabú. “El hecho de que salga al ámbito público es uno de los avances que las mujeres tienen en el ámbito social. Cuestiones que eran consideradas temas femeninos están llegando a transformar leyes en México para beneficiarlas”.
El ciclo menstrual puede presentarse con dolores intensos, por lo que Lara Chávez señala: “es una realidad que se pueda convertir en un momento discapacitante, por lo que habrá periodos en los que será necesario parar, y atender esta condición de salud. Es habitual que haya malestares como dolores de cabeza, de estómago, inflamaciones, por explicarlo de una forma sencilla, porque puede escalar a niveles en los que las mujeres se desmayan durante estos ciclos”, agrega.
Sin embargo, puntualiza que “seguimos viviendo en sociedades patriarcales e incluso en nuestro entorno escuchamos ideas que señalan que pareciera que las mujeres estarían inventando los malestares de ciertos periodos. Entonces, lograr erradicar con estos discursos hegemónicos, que plantean que ellas no tendrían que hablar de su cuerpo o de cómo se sienten en estos días, ya es una gran confrontación al sistema patriarcal”.
Sangrado, estigma social
Para Lara Chávez, en México el sangrado vaginal sigue siendo un tema estigmatizado porque “se les obliga a las mujeres a negar que están menstruando, en la publicidad ni siquiera se representa la sangre y, además, también está la idea de no hablar de las toallas sanitarias”, comenta. “En el país, en algún momento, las toallas se vendían en bolsas de papel para que no se conociera públicamente que las mujeres estaban atravesando por estos momentos”, añade.
A ello se agrega el alto costo de las toallas sanitarias, y los impedimentos de contar con estos elementos para que las mujeres desarrollen su vida diaria. Ya que, recalca, es más fácil que en los centros hospitalarios regalen condones a que den toallas sanitarias.
Por otra parte, la catedrática pide quitar la carga negativa al periodo menstrual, “porque a nivel antropológico se ha hablado sobre cómo las mujeres cuando estaban en estos ciclos de menstruación eran separadas de la comunidad porque eran vistas como personas que podían causar cierto daño o que contaminaban a la población o a los hombres”, subraya.
Entonces, hay una serie de mitos y de relatos que siguen acompañando a la menstruación y que la colocan en esa dimensión de estigma, señala. “Ahora lo que está sucediendo al hablar del tema es justamente quitarla y liberarla de todas esas lecturas y discursos, para verla como un fenómeno que atraviesan las mujeres y las personas menstruantes, que tendría que ser leído de una manera común”, concluye.
Gaceta UNAM entrevistó a tres mujeres que dieron su testimonio sobre cómo sobrellevan los días de su ciclo menstrual doloroso a la par de sus labores diarias. Ellas coinciden en que los cólicos son incapacitantes y que en los trabajos no se visibiliza que las mujeres necesitan detener sus labores para atender la sintomatología que genera este proceso.
Fernanda Zúñiga, de 24 años, cuenta que “siempre presento síntomas premenstruales como: irritación, me dan ganas de llorar por todo, me duelen los pechos y las piernas. Los primeros días el dolor en el vientre es tan intenso que provoca que se me baje la presión y me da vómito. No puedo ni levantarme de la cama, porque tan sólo al caminar siento como si algo quisiera reventar en el vientre o se fuera a abrir la cadera”.
Debido a los síntomas se ha visto obligada a suspender sus actividades. “He llegado a tomar hasta cuatro pastillas juntas para que disminuya el dolor, pero la mayoría de veces no funciona y he tenido que faltar a la escuela o al trabajo. Desde la primera vez que tuve el periodo y hasta la fecha siempre ha sido así de tormentoso”, refiere.
Ivette Veyna, de 30 años, comenta que “los primeros días del periodo tengo cólicos bastante fuertes e incapacitantes, tanto que en algunas ocasiones el dolor no me permite levantarme de la cama, ni siquiera me puedo sentar; me siento inflamada, cansada, me dan náuseas, incluso he llegado a vomitar. Los medicamentos no funcionan, pues el dolor lo tengo todo el tiempo”.
Sobre la iniciativa de la licencia menstrual opina que “sería buena idea que se lleve a cabo, porque no es que quiera dejar de hacer mis actividades por flojera, sino es debido a que tengo que hacerlas mientras soporto el dolor. En esos momentos sólo quiero que se termine el día para llegar a casa a acostarme, porque el dolor me dobla, es incómodo y es algo que no puedo controlar”, lamenta.
Arantxa García, de 28 años, señala que su periodo le provoca cansancio excesivo, mal humor, náuseas, dolor de espalda y de cabeza. “Debido a los cólicos intensos me he tenido que inyectar sola en el trabajo, porque las pastillas sólo me quitan el dolor un rato”, indica.
Además, lamenta que “tener jefes hombres es complicado, pues no entienden lo que sientes. Una vez tuve que quedarme manchada hasta que terminó el horario laboral porque no me permitieron ir al sanitario a cambiarme la toalla. […] Los hombres nunca van a saber lo que es sentir cólicos, tal vez por eso no suelen ser empáticos en cuestiones laborales, pero sería excelente que se apruebe la propuesta de la licencia menstrual y que las empresas verdaderamente la lleven a cabo. Sería un gran apoyo para las mujeres”, concluye.