Destacan restauración de Dos monjes en Macabro FICH

El festival dedicado al cine de terror organizó una mesa virtual en la que se reconoció la participación de la Filmoteca de la UNAM en el proceso de recuperación de la película dirigida por Juan Bustillo Oro en 1934

La décimo novena edición de Macabro: Festival Internacional de Cine de Horror de la Ciudad de México (Macabro FICH) ha dedicado una parte de su programación a conmemorar el centenario del surgimiento del Expresionismo Alemán y su influencia en el cine que se produjo posteriormente alrededor del mundo.

La cinematografía mexicana no se vio exenta de dicho influjo y en 1934 el cineasta Juan Bustillo Oro estrenó Dos Monjes, que es considerada una obra maestra. Recientemente fue restaurada por el Laboratorio de L´immagene Ritrovata de la Cinemateca de Bologna, Italia y la Filmoteca de la UNAM, apoyada financieramente por la Material World Charitable Foundation.

La película está ambientada en un monasterio del siglo XIX, donde dos monjes mantienen rencillas. Cuando son llamados a confesión, cada uno cuenta una versión diferente de la misma historia, ésta sólo tiene un elemento común: Ana, la mujer de la cual ambos estuvieron enamorados.

Para analizar el valor de la obra de Juan Bustillo Oro y la importancia de su restauración, Macabro FICH organizó una mesa virtual el pasado miércoles 26 de agosto en la que moderada por Edna Campos, Directora del festival. En ella participaron Hugo Villa, Director de Actividades Cinematográficas de la UNAM; Julián Hernández, cineasta egresado del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos –ahora Escuela Nacional de Artes Cinematográficas–; y José Luis Ortega Torres, crítico cinematográfico y docente de la Filmoteca de la UNAM especializado en cine mexicano.

“La producción en México a mediados de los 30 tenía un rato sucediendo, empezaba a tener cuotas interesantes en términos de propuesta estética y narrativa”, destacó Hugo Villa sobre la época en que se filmó Dos Monjes, y añadió: “el cine es un gran termómetro para medir el avance tecnológico de un país, es un arte que requiere instalaciones industriales mínimas. Se nota en esta película.”

“El cuidado que se tiene para hacer este tipo de trabajos, es importante resaltarlo. Hay una tendencia a pensar que es tan fácil como dar dos clicks, pero, en realidad, hay un trabajo muy grande de laboratorios como el de la Filmoteca”, resaltó Villa, “es muy tentador hacer la guarrada que hizo George Lucas de añadir muñequitos que no habían podido poner cuando terminó Star Wars, eso no lo puede hacer un archivo fílmico y, mucho menos, con una obra como la de Juan Bustillo, un director que ya falleció. Se trata de obras de arte, aunque las veamos como parte de nuestro consumo. Es un trabajo virtuoso de la Filmoteca el rescatar, restaurar los materiales y difundirlos”.

Julián Hernández, director de Rencor tatuado (2018), remarcó el paso significativo que dio Juan Bustillo Oro como director al filmar Dos monjes, porque se trata de su segunda película. “Había dirigido en 1927 una película que se llama Yo soy tu padre… me resulta muy curiosa su carrera, porque es uno de los pocos realizadores que no emigró, no fue a Estados Unidos, no fue a Hollywood, no aprendió siendo extra o con algún trabajo ahí. Se mantuvo escribiendo piezas teatrales.”

“Después del fracaso de su primera película silente, Bustillo decide por presiones de su padre dedicarse a su carrera de abogado y abandonar el sueño de hacer películas… viviendo en España se da cuenta que lo que más le interesa era el cine y decide regresar a México. Primero adapta un cuento de Mauricio Magdaleno, que termina siendo El compadre Mendoza (1933), una película que él quería dirigir”

“Después participa con Fernando de Fuentes en El fantasma del convento (1934). Curiosamente El compadre Mendoza no recibe el éxito de crítica que tiene en este momento, sí lo recibe El fantasma del convento. Bustillo queda un poco frustrado… cuando de pronto le llega, justo cuando había decidido abandonar el ser director, Dos monjes, una película que él no planeó sino que le llega de refilón… en ella decide volcar todo lo que había aprendido del cine alemán” que vio yendo a la sala oscura, relató el realizador de Mil nubes de paz cercan el cielo, amor, jamás acabarás de ser amor (2003).

Por su parte, José Luis Ortega Torres subrayó que la restauración de Dos monjes es el punto final de “toda una historia que poco a poco se convirtió en una película de culto en el cine mexicano. Se ha colocado a esta película en el cine de terror mexicano de manera injusta, porque es mucho más rica”.

“Desde el momento en que la película abre esa procesión, extraordinariamente montada, es una lección que no le pide nada a los montajistas soviéticos. Juan Bustillo Oro era un hombre sumamente preparado en las letras y en lo visual”, comentó Ortega Torres.

Hernández complementó: “una de las razones por las que Juan Bustillo Oro decía que le gustaba tanto el expresionismo alemán era, precisamente, porque era una manifestación muy clara del estado mental de los personajes. Cuando estaba en el desarrollo del argumento y los dos puntos de vista, pudo traducir el proceso que tienen estos dos personajes para salir del meollo intelectual culposo que tienen“.

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