Devolver la esperanza a los jóvenes, clave para una sociedad más sana

Empatía y solidaridad ayudarían también a reconstruir el tejido social en México, afirma Estela Roselló, del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM

Una sociedad que confina a sus jóvenes a la desesperanza, a la desolación, a la tristeza, al desamparo, debe restablecer emociones y sentimientos como la empatía, la solidaridad y la amistad, que son indispensables, en principio, para construir un México mejor.

Estela Roselló Soberón, historiadora de las emociones y del cuerpo, sostiene también que ayudaría mucho reconocer al otro como igual y rescatar la dignidad humana para construir una sociedad donde la salud mental, emocional, sean factores para el bienestar.

Es muy preocupante la situación que se vive en el país. Asesinatos, violaciones, desaparecidos… forman parte de un escenario cotidiano. Quizá por eso el bienestar es un tema de moda, incluso en el discurso político. ¿Pero cómo -apunta la investigadora de la UNAM- se consigue el bienestar en un país con tantos problemas como México?

La empatía es una emoción fundamental que hay que rescatar para reconstruir el tejido social, dice historiadora universitaria, quien tiene en la mira estudiar las sensibilidades vinculadas con la otredad.

Ésa, la otredad, hoy es un problema muy grande. ¿Qué sentimos por los otros? ¿Cómo nos vinculamos con ellos, los otros?, se pregunta Roselló Soberón, del Instituto de Investigaciones Históricas.

Hay una crisis cultural evidente, donde todo se está redefiniendo. Las formas de vincularnos y las identidades sociales. La pregunta es cómo nos vinculamos emocionalmente con nuestros otros: hombres y mujeres, mujeres y mujeres, hombres y hombres, nosotros y los de nacionalidades distintas: cómo tratamos a los migrantes y cómo queremos que sean tratados nuestros migrantes.

Todo eso, sostiene Roselló Soberón, tiene que ver con nuestro universo emocional, con nuestra capacidad para vincularnos desde la emoción con el otro.

Sin embargo, “algo está roto”. Todos nos vemos con desconfianza, como enemigos, con miedo en un contexto de gran polarización social construida en los últimos años.

Por eso, sin importar sexo, orientación sexual, sector social, nacionalidades distintas, migrantes y nativos, entre todos hay que generar empatía y solidaridad. “El cuidado del otro es sentir empatía por el otro”.

La vinculación con el otro se puede vivir desde el odio, el asco, el deprecio, pero también podemos empezar a vincularnos desde el cuidado, la empatía, el reconocimiento de nuestras diferencias.

Esos sentimientos, unos negativos, otros positivos, ¿cómo afectan la salud? Olvidémonos, dice Roselló Soberón, de lo que pasa en el mundo (cambio climático, guerras, Trump con sus atrocidades…) y limitémonos a nuestro México, un país que ha producido escenarios de violencia e inseguridad desoladores, condiciones que generan un ambiente de miedo, tristeza, soledad y angustia constantes.

Todas esas emociones negativas (propiciadas en gran medida por factores sociales, económicos y culturales) afectan la salud de los ciudadanos y pueden traducirse en una sociedad deprimida, con manifestaciones insólitas: un niño que mata a su maestra semanas atrás o comunidades de Guerrero que “arman” a sus niños en defensa propia o huérfanos que deja la guerra del narco, que posiblemente padecerán depresión.


Hay una sensación de “somos desechables”, como que nadie nos ve ni toma en cuenta, pero tampoco “nada vale el de junto”. Hay una sensación de tristeza absoluta que nos lleva a enfermarnos como sociedad.

¿México es una sociedad enferma? No sé si se pueda afirmar que toda la sociedad está enferma, pero ciertamente, las condiciones de tristeza, dolor y miedo en que vivimos todos los días, afectan el ánimo de todos. Es difícil pensar que somos una sociedad sana, cuando todos los días hay violaciones de mujeres, muchachos descuartizados que terminan la vida embolsados, jóvenes y niños obligados a trabajar en campos de amapola, asaltos, asesinatos que afectan a la población más frágil que son los niños, los jóvenes, las mujeres.

Necesitamos un aliciente emocional de bienestar para protegerlos en “lo pequeñito, en lo cotidiano”. Por eso hay que rescatar primero la salud emocional de los jóvenes. El Gobierno Federal tiene una campaña orientada a la salud mental de los chavos.

Ante la insensibilidad absoluta en gobiernos pasados (“¿y yo por qué…?”, “¡ya supérenlo!”), para Roselló Soberón hoy las emociones más importantes que rescatar en nuestro país son la empatía, la solidaridad y la esperanza.

El primer paso, puntualiza, es devolver la esperanza a los jóvenes mexicanos, para empezar a construir una sociedad con mucha más salud mental, emocional, que en la que estamos viviendo hoy.

También podría gustarte