El 27 de febrero de cada año se celebra el Día Mundial del Trasplante de Órganos y Tejidos con el objetivo de hacer conciencia sobre la importancia de la donación de órganos y rendir homenaje tanto a los donantes como al personal médico que hacen posible que los trasplantados tengan la oportunidad de recuperar alguna función perdida o, sencillamente, seguir viviendo.
Sin embargo, de acuerdo con Rubén Argüero Sánchez y Omar Sánchez Ramírez, del Departamento de Cirugía de la Facultad de Medicina de la UNAM, y Enrique M. Olivares Durán, del Instituto Mexicano del Seguro Social –autores del artículo Donación de órganos y trasplantes en México, ¿todo está resuelto?, publicado el año pasado en la Gaceta Médica de México–, en nuestro país hay una escasez de donaciones y trasplantes, y una demanda de ellos cada vez más creciente.
Los autores del mencionado artículo también apuntan que, a pesar de que México es uno de los países de Latinoamérica con más centros autorizados para trasplantes de riñón, hígado, corazón, pulmón y páncreas, los procesos asociados a la donación y los trasplantes “adolecen de la falta de estandarización, calidad comparable, supervisión, análisis de los protocolos y apego estricto a los mismos, que posibiliten la valoración de los resultados en los centros autorizados con el fin de otorgar o revocar licencias cuando la opinión de un comité ad hoc así lo recomiende.”
Asimismo, consideran que el fraccionamiento del Sistema Nacional de Salud, entre otros factores, ha contribuido a que haya una inequidad distributiva de las donaciones y los trasplantes en México.
Otro hecho revelador es que, en la mayoría de los países latinoamericanos, las tasas de donación de órganos obtenidos de personas con muerte encefálica por millón de habitantes son superiores a las de México.
Es decir, aunque los números absolutos de trasplantes en el país se han incrementado, al expresarse como tazas por millón de habitantes, las cifras demuestran que la donación cadavérica de órganos en México no ha crecido significativamente en las últimas cuatro décadas.
Basados en el análisis de estos elementos, Argüero Sánchez, Sánchez Ramírez y Olivares Durán llegaron a la conclusión de que el Subsistema Nacional de Donación y Trasplante “es un sistema carente de un programa común e integral que agrupe tanto a las instituciones de salud como a los hospitales privados, y que cuente con la definición de objetivos, metas, indicadores y estrategias de crecimiento.”
Cultura de la donación
De un tiempo acá, a partir de la suposición de que la negativa de los familiares de posibles donantes es el principal impedimento para llevar a cabo trasplantes en México, se ha intentado crear una cultura de donación de órganos.
No obstante, en opinión de Argüero Sánchez, Sánchez Ramírez y Olivares Durán, se ha puesto poca atención a la medición y la evaluación de la eficiencia de los procesos y subprocesos médicos de los hospitales autorizados para realizar trasplantes.
Por eso, más allá de la negativa de los familiares de posibles donantes, es necesario identificar las fallas en el proceso de donación y no perder de vista que la entrevista familiar constituye solamente uno de los subprocesos y que los otros –de tipo médico, técnico, logístico o de gestión de recursos– pueden entorpecer o anular la voluntad de donar uno o varios órganos.
Así pues, no resulta adecuado atribuir el bajo número de donaciones y trasplantes sólo a la negativa de los familiares de posibles donantes. Si se desea mejorar los procesos de donación, es fundamental hacer cambios en la dinámica hospitalaria.
Durante la pandemia
Según José Salvador Aburto Morales, director del Centro Nacional de Trasplantes (CENATRA), el número de donantes y de trasplantes en México ha disminuido notablemente a consecuencia de la pandemia ocasionada por el virus SARS-CoV-2, pues muchos hospitales (públicos y privados) se convirtieron en hospitales Covid-19 para atender a los pacientes con esta enfermedad. Ahora bien, sí se han seguido practicando trasplantes urgentes de corazón, hígado, riñón y córnea.
Cabe tener en cuenta que, además de cumplir el estricto protocolo para seleccionar un donador en vida o ya fallecido, ahora se le debe aplicar la prueba PCR para comprobar que no tenga el coronavirus, lo cual prolonga el proceso de donación, porque el resultado de dicha prueba tarda de 24 a 48 horas.
Y, por si fuera poco, también se tiene que comprobar que el receptor y el personal sanitario que participa en la procuración, la extracción o el trasplante no estén infectados con el virus SARS-CoV-2.
Es bien sabido que, con la Covid-19, los pulmones pueden quedar dañados. Pero en México únicamente se dispone de un programa de trasplante de pulmón, lo que preocupa a Aburto Morales, porque, además, no es público, sino privado.
De ahí que el funcionario piense que quizá más adelante haya que abrir programas de trasplante de pulmón públicos en México, porque seguramente las secuelas de la nueva enfermedad harán que algunas personas requieran un trasplante de este tipo.