Diversidades sexual y cultural: un diálogo en proceso
Hasta 1990 la homosexualidad se contemplaba dentro de la lista de enfermedades psiquiátricas de la Organización Mundial de la Salud. Su salida de este listado empezó un camino de arduo trabajo para revertir el escenario de marginación y segregación al que se había condenado a este sector de la población. Todavía hoy en día más de 60 países poseen leyes condenatorias contra la homosexualidad y más de 10 la castigan con la pena capital. En México, por fortuna, en las últimas dos décadas hemos observado la construcción de una legislación que ha avanzado en garantizar los derechos de quienes pertenecen a la diversidad sexual, aunque no implica la disminución inmediata de la violencia que se ejerce contra este sector ni la desaparición al instante de sesgos y prejuicios de larga data.
Es necesario recordar, sin embargo, que la agenda LGBTIQ+ convivió en su surgimiento y lo hace hoy en día de forma permanente con la pluralidad de activismos, luchas sociales y organización colectiva que buscan remediar los grandes temas pendientes de nuestro país, entre los que están la pobreza, la desigualdad, la violencia y las condiciones de la migración.
Conviene aquí recordar que uno de los aspectos fundamentales de nuestro país es su conformación pluricultural. Lejos de los discursos homogeneizantes que han pretendido comprender de manera unívoca a la población mexicana, en el territorio nacional cohabitan grupos con perspectivas e identidades propias, entre los que se pueden enumerar pueblos indígenas que resguardan lenguas y saberes ancestrales, grupos que han migrado, así como aquellos que fueron invisibilizados y que luchan todos los días por su reivindicación, como es el caso de la población afromexicana, por mencionar algunos colectivos.
Partir de esta diversidad cultural constitutiva tiene como consecuencia que al estudiar los avances de la comunidad LGBTIQ+ en México nos preguntemos si estos han incluido a todos los sectores de la sociedad o si se han focalizado en las ciudades, por ejemplo, y cuál ha sido, por lo tanto, la situación de quienes pertenecen simultáneamente a la comunidad de la diversidad sexual y a los grupos de la diversidad cultural.
Si bien dichos datos están en construcción, no es casual que en los últimos años hayan surgido agrupaciones de quienes están en ese cruce de identidades, para hacer patente la necesidad de establecer una perspectiva intercultural que evalúe con precisión la situación de las personas LGBTIQ+ en sus distintos contextos. Conocer y acompañar las reflexiones de estos grupos es ineludible para entender con profundidad los espectros más amplios de quienes integran la diversidad sexual. Además, las investigaciones tienen que ayudar a prevenir los procesos de discriminación sistemática, pues quien ya pertenece a un grupo “minoritario” tiene mayores probabilidades de que se le sumen nuevas exclusiones de otras “minorías” a las que también pertenece.
Reconocer que hay diversidad dentro de la diversidad no solamente es fundamental para prevenir nuevas injusticias sociales, sino que hace necesario asumir que los pueblos que conforman la diversidad cultural poseen una multiplicidad de recursos humanos, emocionales, afectivos, educativos, etcétera, que aportan paradigmas de gran valor para la creación de procesos de inclusión y transformación social. El empoderamiento de las personas muxes en Oaxaca, la neutralidad de género en diversas lenguas indígenas, así como las disidencias para vivir la negritud desde una sexualidad no hegemónica son sólo algunos de los temas y experiencias aportados por quienes pertenecen a la diversidad cultural. A esto se suman las aportaciones de quienes transitan o se incorporan a nuestro país en los procesos de migración.
Por supuesto que hay importantes retos al interior de las comunidades, que han llevado a generar escenarios de aprendizaje y de renovación de las tradiciones para que quienes forman parte de la diversidad sexual tengan una vida plena sin renunciar a sus identidades culturales. De estos procesos saldrán aportaciones significativas que deben incorporarse a las reflexiones teóricas sobre la diversidad sexual.
El Programa Universitario de Estudios de la Diversidad Cultural y la Interculturalidad (PUIC) ha organizado desde 2023 diversos encuentros académicos en el que las/los protagonistas son justamente personas LGBTIQ+ provenientes de las diferentes regiones culturales del país; otras instancias educativas y agrupaciones del país han realizado ejercicios semejantes. Todo esto abona a un diálogo plural que necesita seguir siendo fortalecido y en el que deben de incorporarse todas las voces dentro y fuera de la academia.
(Mtro. Rogelio Laguna. PUIC, UNAM)