Conmemoración en el CEIICH
El 68 a la vista de los nuevos jóvenes
Una mirada crítica desde la literatura, las artes y las ciencias sociales
“A mis viejos maestros de Marxismo/ no los puedo entender; /unos están en la cárcel/otros están en el poder”. Con Desconcierto, poemínimo de Efraín Huerta, Emiliano Escoto, de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL), implosionó lo que para él fue el campo ideológico del 68 mexicano.
No obstante, su intervención en el Coloquio 50 Aniversario de El Movimiento de 1968: una Mirada Crítica desde la Literatura, las Artes y las Ciencias Sociales, organizado por el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH), se centró en la obra social y el legado de José Revueltas, además de su protagonismo en la lucha de medio siglo atrás.
De este modo, con el imaginario de aquellos espacios colmados de multitud, entre los dos grandes edificios del casco central de Ciudad Universitaria, se realizó el coloquio encabezado por María Eugenia Alvarado Rodríguez, investigadora del CEIICH, el cual dio voz a la interpretación de una generación joven de estudiantes universitarios.
Jipitecas y onderos
Daniel Cruz Estrada, también de Filosofía y Letras, emprendió pasajes por la narrativa mexicana surgida en torno al movimiento del 68. Aquella literatura de bayoneta, no escrita con guante blanco. Se refirió a la escritura de la época con la división clásica de jipitecas y onderos.
“El jipiteca rehuyó de la sociedad de consumo a diferencia de los hippies estadunidenses; el ondero era ese joven que buscó la transformación con el lenguaje cotidiano”, expuso.
Cruz Estrada citó La tumba, de José Agustín, y Pasto verde, de Parménides García Saldaña, como dos de las obras emblemáticas de la época; mencionó también a autores como Carlos Monsiváis y Luis Spota.
Añadió La noche de Tlatelolco, de Elena Poniatowska, e hizo mención especial a Langerhaus en El principio del placer, de José Emilio Pacheco, que fue publicado en 1972 y del cual leyó algunos subrayados, como éste:
“Trabajo en la fábrica de mi padre, no aspiro a ningún puesto en el gobierno, conozco a Morales desde el kínder y nos reunimos dos o tres veces por año. De todos modos pensé: la gente de mi edad llega al poder como una concesión a esa juventud que se rebeló en 1968 y a la que ya no pertenecemos. Es decir, escala posiciones sobre los muertos del 2 de octubre en Tlatelolco.”
El universitario expresó que aunque la literatura del 68 tardó en gestarse, dio pie a la aparición de otras expresiones e incluso otras colectividades.
Rebeldía sobre la rebeldía
En su oportunidad, Miguel Ángel Cabrera Sánchez, de la FFyL, planteó que su evocación del movimiento sería “una rebeldía sobre la rebeldía”, es decir una “visión crítica”.
Planteó que se requiere una revisión detallada sobre los principios ideológicos del mismo, porque incluso el 68 le quitó la continuidad al Partido Comunista. “Vemos algunos integrantes del movimiento que se adineraron, que se volvieron aquello que criticaban. ¿Quiénes son los verdaderos beneficiarios del movimiento del 68?”, preguntó.
“La verdadera libertad es el pensamiento, y pensar el mundo es el máximo acto de rebeldía”, subrayó. Con ello, citó algunos pasajes del filósofo francés Albert Camus.
Si nos resistimos, dijo, a revisar aquellos principios ideológicos del 68, seguiremos en el analfabetismo político que ha redituado mucho a los políticos actuales. “La izquierda se vuelve un dogma, no existe, y si no cuestionamos esto, le daremos continuidad al sistema”, concluyó.