Con el tema de las ciencias de la complejidad sobre la mesa, reconocidos académicos de México y otros países hablaron de la necesidad de superar las visiones reduccionistas en la investigación científica y de participar en mecanismos de inteligencia colectiva con los que se unan profesionales de distintos campos para trabajar asuntos comunes.
“Los problemas actuales tienen muchísimas aristas y debemos abrirnos a la discusión de sociólogos, biólogos y físicos, entre otros; tienen que conjuntarse muchas inteligencias, especialidades y disciplinas”, expresó Alejandro Frank, director del Centro de Ciencias de la Complejidad (C3), entidad universitaria coorganizadora del encuentro y en la que, precisamente, confluyen los saberes de diferentes áreas del conocimiento en un espacio de discusión flexible.
Y mientras el propio Frank explicó en su conferencia el reciente y asombroso descubrimiento de un sistema de millones de microbios que cohabita al ser humano y que está causando una revolución en las áreas de la salud ya que aportará información sobre las causas y del tratamiento de padecimientos como autismo, diabetes o depresión, la bióloga Maria Elena Álvarez-Buylla, actual titular del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, presentó un estudio también de enfoque multidisciplinario acerca de los patrones recurrentes en la evolución genética de las flores, que se está usando como base para entender los mecanismos genéricos del surgimiento y desarrollo de enfermedades como el cáncer.
En la mesa titulada La Vorágine de la Complejidad Urbana, el investigador del C3 Carlos Gershenson, asesor curatorial del festival, expuso que en las ciudades interactúan tantos factores que resulta limitado tratar de comprenderlas mediante sus partes, es decir, ver los problemas de manera fragmentaria. Lo que se requiere, dijo, es entender las interacciones que hay entre sus componentes y establecer modelos sobre su funcionamiento.
70 años de El Aleph
Motivo especial de celebración fue el cuento publicado por primera vez en 1945 en la revista Sur, y que daría título al libro editado cuatro años después. En éste, el autor argentino Jorge Luis Borges logró una proeza literaria y científica: crear una versión del todo.
“El Aleph es la infinita versión del infinito, sólo hecha posible por la literatura”, aseveró la doctora en Letras Hispánicas Liliana Weinberg durante su participación en el coloquio Reacciones Literarias: la Química de las Ideas en Sistemas Complejos, organizado por la Cátedra Extraordinaria José Emilio Pacheco de Fomento a la Lectura.
La charla contó también con la intervención de Alberto Chimal y Rafael Olea Franco, moderados por Alberto Vital, coordinador de Humanidades. Para el primero, se trata de un relato en el que un trío amoroso se convierte en una reflexión filosófica. El propio Borges, como personaje, es ignorado por su amada, Beatriz Viterbo, quien presta más atención a Carlos Argentino Daneri, un hombre vulgar que tiene la fortuna de poseer aquello que Borges personaje anhela: no sólo a Beatriz, sino además la esfera tornasolada que contiene el infinito.
Rafael Olea Franco, investigador de El Colegio de México, comentó que el escritor argentino rechazaba separar la imaginación de la realidad. “Él decía: ‘no entiendo esa diferencia porque la imaginación es parte de la realidad’. Y yo añadiría algo que tiene que ver con la ciencia: no ha habido ningún avance científico que no fue primero imaginado”.
También como parte de los 70 años de El Aleph se efectuó la presentación de una edición conmemorativa publicada por el sello DeBols!llo. Paulette Jonguitud, Jorge Comensal y Romeo Tello hablaron de la manera como se lee actualmente a Borges, y coincidieron en que es un clásico inapelable de las letras que es original y, al mismo tiempo, asume toda la tradición literaria.
Da Vinci, pionero de la complejidad
Otra conmemoración dentro del festival fue la de los 500 años de la muerte de Leonardo da Vinci, para la cual se organizó una mesa de dialogo seguida por la presentación de un documental acerca del trabajo y las aportaciones del artista e inventor renacentista.
“La genialidad de Leonardo da Vinci no fue si estaba bien o estaba mal en sus resultados, porque muchas de sus ideas después se vio que eran equivocadas, sino más bien que hizo las preguntas apropiadas. Los genios no son los que siempre están bien, sino los que nunca dejan de intentar”, destacó Carlos Gershenson durante la mesa de diálogo en la que estuvo también el divulgador de la ciencia José Gordon, curador del festival.
El investigador del C3 expuso que las habilidades de observación que el autor de La Mona Lisa adquirió en su formación como pintor, las supo aplicar tanto en sus facetas de artista como en las de científico.
Un recuerdo a Oliver Sacks
Oliver Sacks fue un médico humanista que sabía que no se puede ejercer correctamente la medicina sin entender a los pacientes, dijo el coordinador de Difusión Cultural, Jorge Volpi, durante la presentación del libro póstumo del célebre neurólogo y ensayista británico, titulado El río de la conciencia.
Los médicos son historiadores, apuntó por su parte Arnoldo Kraus. “Una historia clínica es un recuento narrativo del tiempo”, resaltó. Compartió que Oliver Sacks vivió sin problemas de salud 11 años después de que le fue retirado un melanoma de un ojo, hasta que empezó a sentirse muy mal. “Lo que tenía era metástasis por todas partes”.
Ópera, teatro, danza…
Agrupados en el eje temático Complejidad y Mundo Interno del Sujeto, diferentes espectáculos y actividades artísticas formaron parte del encuentro. El reestreno en México de la ópera La hija de Rappaccini, de Daniel Catán, en una versión de cámara, cumplió las expectativas que generó volver a escuchar, casi tres décadas después, este trabajo que cuenta con libreto de Juan Tovar en una adaptación de la obra de teatro homónima de Octavio Paz, así como el apoyo de un vistoso grupo de flores danzantes interpretadas por las integrantes de la Compañía Juvenil de Danza Contemporánea de la UNAM.
Igualmente, toda una novedad resultó la instalación escénica Museo-Teatro Autónomo, creada y dirigida por Alberto Villarreal para conmemorar los 90 años de la Autonomía Universitaria, al ofrecer en el escenario un vasto despliegue de actividades cotidianas en las que la comunidad de la UNAM ejerce esta facultad ganada desde 1929.
Más de 170 alumnos, académicos e investigadores universitarios intervinieron en este montaje en el que lo mismo se presentaba una conferencia sobre veterinaria y fauna silvestre que una competencia de esgrima o una exhibición de rap; escenas sucesivas a lo largo de cuatro horas que eran enlazadas por los ¡goyas! de un entusiasta grupo de estudiantes de actuación.
Instituciones, centros de estudios y entidades universitarias aportaron su experiencia para este masivo espectáculo de cuadros universitarios surgidos de la academia, la investigación, el deporte y el arte.
En cuanto a danza, X-act, una reconocida compañía danesa que se distingue por desarrollar su propio universo artístico, y la bailarina y corógrafa Kitt Johnson presentaron su producción Post No Bills, un performance minimalista e innovador, en el que la intérprete ofrece un sublime control de su cuerpo y un estilo contemporáneo único.
En el vestíbulo de la Sala Miguel Covarrubias se montó una muestra de 24 piezas como adelanto de la exposición La tabla de los elementos, proyecto del fotógrafo Rogelio Cuéllar y la diseñadora y editora María Luisa Passarge para celebrar el Año Internacional de la Tabla Periódica de los Elementos, creada por el científico ruso Dmitri Mendeléyev en 1869, hace 150 años.
El público pudo observar en la tercera edición de El Aleph. Festival de Arte y Ciencia los trabajos ya terminados sobre elementos como el carbono, el hassio y el kriptón.
Caperucita Galáctica
Desde Barcelona, España, la compañía de arte escénico multimedia Insectotròpics presentó dos espectáculos inspirados en el cuento clásico de Caperucita Roja, una versión para adolescentes y adultos y otra para menores de edad. En la primera, titulada La Caperucita Galáctica, una actriz sola en el escenario, vestida con la obligada caperuza carmesí, se enfrenta a sus miedos y anhelos que son proyectados en una pantalla detrás de ella. Con un sorprendente despliegue tecnológico que incluye videoarte, pintura en tiempo real y música electrónica en vivo, el otrora tierno personaje de la narración infantil se transforma en un ser contemporáneo que, guiado por su intuición, inicia un inesperado viaje hacia el futuro.