La edad mediana en México creció siete años en dos décadas, además que la estructura por edad y sexo está orientada hacia un envejecimiento de la población, y de un menor número de nacimientos. Es uno de los hallazgos del Censo de Población y Vivienda 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), mismos que permitirán analizar la desigualdad acumulada en México, que sigue siendo un grave problema para el país, y ofrecerá datos importantes para diseñar o fortalecer políticas públicas para que la nación se recupere de la pandemia, coinciden Verónica Montes de Oca y Berenice Ramírez de los institutos de investigaciones Sociales y Económicas, respectivamente.
Verónica Montes de Oca señala que “podremos hacer algo relevante con este censo, y una de esas situaciones es la inequidad acumulada que refleja. Por ejemplo, la cuestión de las pensiones, que están concentradas en poblaciones urbanas, menormente en las rurales y aún menos en las indígenas; podremos constatar esta misma tendencia terrible de desigualdad estructural en ciertos grupos de la población, y ver dónde ha disminuido más, si en las zonas urbanas, rurales o indígenas”.
En esta lógica, abunda, de primero los pobres y de rescatar y reparar el daño que se ha hecho en tantas generaciones de grupos vulnerados por el Estado, “de pronto pensar cómo a través de este censo podemos medir y darnos cuenta de si hemos realmente avanzado en reducir las desigualdades, aportará elementos muy interesantes, incluso con las poblaciones con discapacidad, un tema destacado al inicio de este gobierno, y vamos a ver cómo están las características, sus condiciones de vida, y si han mejorado o no, aun con las estrategias de los últimos años”.
Indicadores de pobreza relativa
Dentro de los indicadores de pobreza relativa se encuentran el acceso a la vivienda, a la salud y a la seguridad social. La inequidad también se nota en los datos sobre vivienda que arroja el censo.
Para la universitaria es un asunto que no se ha visto de manera directa en décadas anteriores. “Parece que en este gobierno hay atención a este problema, tenemos un país que construyó como locos, que abonó a muchas empresas inmobiliarias cantidades brutales de recursos y, por otro lado, muchas personas sin vivienda propia; es brutal, empresas multimillonarias, zonas con viviendas donde sólo habita 20 por ciento, es un indicador de la gran desigualdad” apunta la maestra en Demografía y doctora en Ciencias Sociales.
A su vez, Berenice Ramírez expresa que los datos indican que no se ha avanzado mucho en la pobreza relativa, y con el análisis de los microdatos que aporta el censo, quedarán de manifiesto las inequidades que siguen imperando. “Se observa que hay poco avance en el registro que se hace del piso que es todavía de tierra, 3.5 por ciento de los hogares, o los que no tienen drenaje, más de cuatro por ciento. Si vemos el promedio de acceso a agua y drenaje, puede no parecer bajo, pero al analizar los niveles estatales nos damos cuenta de las grandes diferencias; por ejemplo, en Nuevo León 99 por ciento tiene agua diaria, y en Chiapas y Oaxaca sólo 40 por ciento cuenta con el recurso. El promedio nos habla de una mejoría, pero hay que ver las diferencias regionales”.
Sobre el acceso a la salud, la experta en economía asevera que está casi igual que en 2010, “pues hay 26 por ciento de la población sin servicios de salud, lo que demuestra la poca eficacia que tuvieron en años anteriores programas como el del Seguro Popular. La gente sin este acceso y la necesidad de cubrir este porcentaje, es un reto grande el de universalizar la salud”.
Verónica Montes de Oca menciona sobre ese aspecto: “Lo interesante es el punto previo, la estrategia contra la Covid-19, y los datos del censo dejan ver que la población reportó una ausencia de servicios de salud; ahí se ve la desigualdad, tenemos institutos de investigación de primer mundo, y hay localidades de nuestro territorio que no tienen ni una clínica o hay las que ya se habilitaron y están en cascarón.
“Algo que es muy relevante en este análisis es el contexto, pues parece que se detuvo el tiempo en 2020 y 2021; parece que seguimos en una situación como de impasse, y sin embargo han pasado muchas cosas en el comportamiento de la mortalidad y el trabajo que ha hecho el sector salud.”
Educación y brecha digital
Según los datos, la disponibilidad de teléfonos celulares en las viviendas creció de 65.1 a 87.5 por ciento; Internet, de 21.3 a 52.1 por ciento, y las computadoras o laptops de 29.4 a 37.6 por ciento, situación que ha marcado el acceso a la educación en tiempos de pandemia por la necesidad de estudiar a distancia.
Ante este escenario, Montes de Oca opina que se trata de “un punto importante porque sí hay alumnos a nivel licenciatura que no tienen Internet o que no cuentan con una beca; otros no tienen dispositivos lo suficientemente actualizados para tomar sus clases o simplemente no los tienen. Veremos a partir de esta información, de la accesibilidad a la tecnología y las TIC, un nuevo elemento que pondrá de manifiesto la desigualdad en materia de enseñanza, donde los estratos y clases sociales, o sectores de población más populares, con mayores desventajas, incrementarán su rezago educativo”.
Berenice Ramírez comenta: “La falta de acceso a Internet en estos momentos tiene consecuencias graves porque afecta la educación y no hay certeza de cuántos niños han dejado de estudiar o participar en actividades escolares, así como en algunas comunidades por falta de recursos como energía eléctrica o una televisión. La pandemia está acentuando y mostrando estas inequidades”.
La UNAM tiene programas como Beca Tablet, para darles tabletas electrónicas con conectividad a Internet a alumnos de bajos recursos para que puedan seguir su aprendizaje durante la pandemia, así como PC Puma, que presta computadoras portátiles, también con acceso a Internet, a la comunidad universitaria.
La edad mediana aumentó a 29 años
Para Montes de Oca, el aumento de la edad mediana “lo que está constatando es una transformación que se inició desde los años 80 y 90 del siglo pasado, de la estructura por edad y sexo y que está orientada hacia una prolongación de la vida, hacia un envejecimiento de la población, y de un menor número de nacimientos; puede ser que hay una extensión de la esperanza de vida, es una tendencia que hemos reportado desde la Universidad, no es una cuestión apocalíptica, las poblaciones no son estáticas, son dinámicas”.
Una cuestión que ha emergido en medios es el de las pensiones y su relación con el envejecimiento de la población; sin embargo, para las especialistas de la UNAM el aumento de la mediana edad no es determinante.
“La edad no afecta a las pensiones, habrá quien diga que es por el cambio y la estructura de nuestra población, pero estaban afectadas desde antes que la gente comenzara a envejecer con esta contundencia, y hay que recordar que en 1995 se hicieron reformas al régimen de pensiones del IMSS, y el argumento de la época fue el envejecimiento. En realidad, el problema de las pensiones es la organización y la vinculación que había de las pensiones con el trabajo formal; es la ausencia de densidad de cotización, el mercado formal fue disminuyendo, y lo que empezó a crecer con una gran fuerza fue el mercado informal, esto restó densidad de cotización al sistema de pensiones, y no sólo al principal, que es el IMSS, sino a todos” externa la investigadora.
Berenice Ramírez puntualiza: “Ver el envejecimiento solo, sin aplicar otras políticas, hace que la nación pierda el bono demográfico, lo que se ha observado cuando se amplían las edades de jubilación; hay personas que se jubilan ya hasta los 70 años, incluso la pensión de bienestar se pone a los 68. Lo que el censo nos dice es que todavía tenemos población joven que requiere políticas públicas que le permita mayor educación, empleo formal y acceso a la seguridad social”.
Para finalizar, Montes de Oca enfatiza que el censo se haya levantado aun con la crisis sanitaria: “La información se logró con muchos esfuerzos, qué bueno que se hizo, obviamente con mucho riesgo, pero es muy útil para pensar investigaciones y también para programar políticas públicas en un país que estará levantándose nuevamente y recuperándose de esta pandemia”.