Se presentó en el Anfiteatro Simón Bolívar

El Coro Yolotli canta por las mujeres violentadas

Repertorio de las injusticias y los abusos que se cometen en perjuicio del género femenino

En el Anfiteatro Simón Bolívar del Colegio San Ildefonso Fotos: Verónica Rosales.

Yolotli Coro de Mujeres de los Pueblos Indígenas de México regresó al Anfiteatro Simón Bolívar del Colegio San Ildefonso para conmemorar el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, con parte de un repertorio que denuncia las injusticias y los abusos que se cometen en perjuicio del género femenino tanto por individuos particulares como por grupos delincuenciales y el propio Estado mexicano.

Creado por la compositora mexicana Leticia Armijo en 2007, este ensamble de voces, en el que curiosamente ninguna de sus 10 integrantes es indígena, surge con la misión de preservar las lenguas y tradiciones musicales de los pueblos originarios del país por medio de canciones tradicionales interpretadas en náhuatl, purépecha, tzotzil, kumiai, kiliwa, triqui, seri, zapoteco, mayo, tojolabal, cucapá y pápago, en su mayoría transcritas y arregladas por su directora y fundadora.

Composición contemporánea

Yolotli, que en náhuatl significa corazón, en 12 años de trabajo ha transcrito casi cien piezas, y su intención es extender un repertorio que engarce los orígenes de la música indígena, a la vez que la enriquezca y arrope con técnicas de com-posición contemporánea.

Las obras de carácter indígena las transportan a caracteres latinos y luego las plasman en notación musical con arreglos contemporáneos, lo cual les permite cantarlas con diferentes grados de dificultad, a dos o tres voces.

En la presentación del 24 de noviembre el programa incluyó composiciones de María Luisa Solórzano, Diana Syrse, José Buenagu y de la propia Leticia Armijo. De ella llamó particularmente la atención su obra Ángeles alados, cuya segunda parte se denomina Aristegui, en clara referencia a la periodista mexicana, y la tercera Los demonios del edén en alusión a la investigación de la también periodista Lidia Cacho.

Flores, veladoras y sirenas

Cantos, consignas, chasquidos, percusiones con los pies y las palmas, golpeteos sobre el pecho, además de pequeños rituales con flores, veladoras y sirenas de trapo se conjuntaron para no olvidar a las miles de desaparecidas, a las muchas mujeres que han sido violentadas y asesinadas.

Con el estribillo de “Luna, lunera, cascabelera”, en contraste con otro menos poético, pero con mayor resonancia: “Que sí, que no, ¡que como chingaos no!”, concluyó la participación del coro Yolotli, que por este día dejó de lado su acostumbrado repertorio de canciones de cuna y arrullos, canciones de cortejo, de juego y de rituales para, con otras melodías de autor, expresarse solidarias con su género y literalmente alzar la voz.

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