El Día de Muertos es reconocido desde 2008 como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. La Antropología de la Muerte contribuyó de manera importante a ello, pues permitió comprender su valoración como “expresión excepcional” de costumbres intangibles, así lo explicó Ana María Salazar, investigadora del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM, en conversación acerca del Día de Muertos, su relación con el cine y el turismo en México.
De ese modo la UNESCO “informa a la sociedad global respecto a quiénes somos como comunidad y ayuda a fortalecer la memoria colectiva de nuestras sociedades”, pues las celebraciones y fiestas expresan los imaginarios religiosos y cívicos comunitarios. Modo en el que se fortalece la vida colectiva, se ejercen la identidad cultural y la creatividad local.
Ana María Salazar advirtió que en el contexto del capitalismo global las celebraciones dedicadas a los muertos son transformadas en espectáculos por los medios de comunicación masiva o en mercancía para el turismo por parte de los gobiernos.
Para la académica “en el momento que vivimos numerosos bienes culturales ancestrales sufren serias amenazas. Al ser homogenizada su producción cultural, banalizar su contenido simbólico y transformarles en mercancías para el espectáculo y el ocio”.
La investigación sobre la muerte evidencia la diversidad de las costumbres y tradiciones anuales trascendentes para la vida comunitaria. Rituales que, convertidos en tradición después de subsistir por generaciones, forman parte de la “cosmovisión” de cada pueblo. Es decir, de su forma particular de concebir el mundo de acuerdo con la cual realizan una infinidad de rituales.
Catalizadores de la transformación cultural de la celebración
La académica destacó que cuando la muerte es “folclorizada y mediatizada” tal cual espectáculo, se emplea principalmente para la generación de ganancias monetarias. Cita como ejemplos a las películas Spectre (2015) de la franquicia James Bond 007 y Coco (2017) de Disney Pixar.
También se ejemplifica con el Desfile Internacional del Día de Muertos, surgido como resultado de una producción fílmica [Spectre]. A decir de Ana María Salazar: “Fue creado para la escenificación de la ‘otredad’. Desde entonces inició la posibilidad de hacer un festival anual en torno al Día de Muertos apoyado por la Secretaría de Turismo federal”.
Usos comerciales del Día de Muertos, que, en opinión de la investigadora, contrastan con la cosmovisión indígena, pues en ella existe una continuidad y fortaleza de los lazos entre los vivos y los muertos, dando paso a una diversidad de expresiones culturales en el mundo prehispánico.
Manifestó que de acuerdo con la cosmovisión indígena: “Una vez que la persona fallece llega al Mictlan y cruza el atlan oztoc o ‘río de la cueva’, momento desde el que es convocada a intervenir en los actos de la comunidad”, tales como “la siembra, la cacería o la guerra; o incluyendo también el nacimiento y matrimonio. En todos estos eventos importantes de las comunidades la presencia de los antepasados era prominente, en el mundo espiritual y en los rituales mágicos”.
El Día de Muertos es una tradición de origen prehispánico que ha pasado por un proceso de “sincretismo” con la religión católica desde el siglo XVI, que ahora es de observancia general en el país. Ha sobrevivido gracias a que se considera que los rituales mortuorios guían el alma de quien fallece hacia el más allá, como argumenta Patrick Johansson, referido por Ana María Salazar. Además, dichos rituales permiten asimilar socialmente la muerte biológica, por lo que ayuda a los deudos a enfrentar el vacío y el dolor por la pérdida de sus seres queridos.
Actualmente el Día de Muertos aún sufre transformaciones gracias a la influencia de la globalización, reforzada por el modelo económico capitalista en todas las esferas de la vida social.
La investigadora sostiene que lo anterior es observable en la presencia que el Halloween tiene en México, junto con otras prácticas sociales que denotan la importancia de la movilidad. “No solamente se mueven las personas, también se mueven los objetos, se mueven las ideas y las formas de pensar”.
Día de Muertos ante la pandemia por COVID-19
Al ser un fenómeno de alcance estructural, la pandemia convirtió a la muerte en un hecho abrumador en todo el orbe. Mostrando la desigualdad y al mismo tiempo las consecuencias “perversas” del sistema global, sostuvo Ana María Salazar. “En los meses recientes tuvimos oportunidad de observar cómo la presencia de la COVID-19 se incorporaba a la narrativa y la producción cultural sobre el tema de la muerte, ante la ausencia de millones de seres humanos que sucumbieron a la enfermedad”.
Al respecto la académica parafraseó al filósofo francés Albert Camus: “Las peores epidemias no son biológicas, son morales”. Dado que ante situaciones de crisis puede salir a la luz lo peor de la sociedad: la falta de solidaridad, el egoísmo, la inmadurez y la irracionalidad.
La antropóloga reiteró que “en la lógica del capital tardío todo es susceptible de convertirse en mercancía. Es por ello que las expresiones culturales como los rituales del Día de Muertos entran en esta dinámica”. De acuerdo con esa razón mercantil global todo puede comercializarse, lo que fomenta procesos que estereotipan, homogenizan y desterritorializan a los bienes culturales para producirlos en serie y comercializarlos masivamente.
“Así se sustituye la singularidad de los bienes culturales de las culturas locales, para convertirlos en mercancías para el ocio”, aspecto que cuestionó la estudiosa de la muerte. Añadió que “para mantener los rasgos cosmogónicos y la singularidad de la producción cultural de las sociedades locales se debe ir contracorriente de la lógica del capital”. Pues remarcó que la misma “banaliza y contribuye a la pérdida de la diversidad cultural y con ello al empobrecimiento de la producción y la diversidad cultural de la humanidad”.
Aunque falta mucho por investigar, por ejemplo, cuáles aspectos son pasajeros en el proceso de transformación cultural. Si realmente se está incidiendo en el contenido simbólico de las tradiciones o solo sobre aspectos superficiales, abundó la académica.
Le queda mucho por explorar a la Antropología de la muerte sobre la manera en que se gestionan y folclorizan las transformaciones de bienes culturales inmateriales, como lo es el Día de Muertos en México. Ana María Salazar concluyó que: “A veces es necesario despojarnos de toda esa ‘folclorización’ para entender el fenómeno en su complejidad”.