El ensayo es un espejo donde la escritura dialoga consigo misma: Geney Beltrán
El tercer volumen sobre el tema, publicado por Libros UNAM, es una antología de 26 autoras y autores de Hispanoamérica
“Te confieso que tengo una relación de amor y odio con las antologías. Me causa mucho morbo cuando sale una antología prácticamente de cualquier género literario y al mismo tiempo me peleo bastante con los resultados que uno encuentra en ellas”, nos dice en entrevista para Gaceta UNAM el escritor Geney Beltrán.
Es su manera, esperada, de abrir conversación sobre un tipo de libro que proverbialmente ha sido objeto de enconadas polémicas en nuestro país: la antología. “En mi caso, por ejemplo, he estado haciendo una antología mental del cuento mexicano del siglo XX desde hace años. Tengo un índice que voy puliendo con nuevas lecturas y, aunque no sé si algún día me plantee seriamente cerrar un tomo así, es un ejercicio que hago porque implica esa ilusión del orden dentro del caos tanto de las lecturas propias como del amplísimo panorama de la literatura. Obviamente es un ejercicio que genera suspicacias.”
Geney Beltrán (Tamazula, Durango, 1976), novelista, ensayista y coordinador ejecutivo de la Casa Estudio Cien Años de Soledad de la Fundación para las Letras Mexicanas, es un claro entusiasta del género ensayístico, quizá por ello su amplitud de miras lo llevó a enriquecer esta antología con textos de autores tan distintos como Fabienne Bradu, Liliana Muñoz, Irene Vallejo, Oswaldo Zavala y Luis Arturo Ramos, entre otros.
“Cuando viene esta propuesta desde Cultura UNAM, por parte de Rosa Beltrán y de Socorro Venegas, me entusiasma la idea porque es flexible. No es una antología de ensayo mexicano ni de lengua española, sobre todo porque no puede haber autores fallecidos. La elasticidad le pone un asterisco a la palabra antología. Es más un libro desde el gusto, aunque no desde el capricho. Así, pude ofrecer un recorrido por textos que estaban en mi cabeza. Y es más una cofradía de textos que de autores porque no son ensayistas de tiempo completo, muchos son dramaturgos, novelistas, etcétera, que han tocado el género y que han empleado una voz de ensayista, ejercido una operación literaria de carácter ensayístico, incluso si la presentación y la envoltura no son identificables con la raigambre del ensayo a lo Montaigne o a lo inglés.
Para Geney Beltrán, buena parte de los textos del tercer volumen de El ensayo reflexionan sobre la literatura, ya sea sobre la propia escritura o sobre autores de la tradición que son muy significativos para cada autor antologado. “Tiene que ver mucho con mis propias inercias como lector, pues ciertamente me parece un atributo muy agradecible del ensayo el poder fungir como un espejo donde la escritura dialoga consigo misma, donde se toma conciencia sobre la relación con el mundo de los libros. También tiene que ver con una deriva epocal: la circunstancia de que en las últimas décadas muchos escritores se han insertado en el ámbito académico porque han hecho doctorados u obtenido plazas en universidades y, a la par están escribiendo obras de creación, pues están haciendo textos exegéticos o ya de plano ensayísticos. Y también habla de la necesidad que tiene el ámbito literario en general no sólo de tomar conciencia de su relación con la tradición o con la escritura, sino también de defender la importancia, la primacía que tiene la propia literatura en un entorno social donde parece que cada vez es mucho menos relevante, si consideras el empuje que tienen los medios electrónicos, el internet, las series de televisión.”
El tercer volumen de El ensayo es una antología de interés general, pero desde la perspectiva de Geney Beltrán hay una veta en particular que le gustaría que se explorara. “Tengo la esperanza de que los estudiantes de la UNAM tengan una probadita de 26 diferentes ensayistas, a partir de lo cual pueden hacer su camino de lecturas. Esta antología puede servir como una puerta de entrada a un continente muy amplio de autores de ensayo cuyos libros a veces sólo se pueden conseguir en ferias del libro o en librerías de viejo”.