La Universidad fue el hogar académico de intelectuales de esa época

El exilio republicano español enriqueció las humanidades y las ciencias en México

Al llegar a nuestro país, ellos sumaron una multiplicidad de visiones críticas tanto a esta casa de estudios como a la Facultad de Filosofía y Letras: Mary Frances Rodríguez Van Gort

Ambrosio Velasco, Cuauhtémoc Cárdenas, Mary Frances Rodríguez y Raquel Serur. Foto: Víctor Hugo Sánchez.

El exilio republicano español representó una muy valiosa inyección a las humanidades y a las ciencias de nuestro país, al contribuir a la enseñanza y la investigación a través de la colaboración e intercambio con la Universidad Nacional, así como con diversas instituciones educativas como el Instituto Politécnico Nacional, la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y El Colegio de México, entre otras, aseguró Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.

Al intervenir en la inauguración del simposio “Significación del exilio republicano español en las humanidades y las ciencias”, en el marco del centenario de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL), Cárdenas Solórzano consideró que recordar la contribución de dicha diáspora “constituye un justo reconocimiento a una idea brillante y a un acto de solidaridad humana”.

Además, “es también la reafirmación de lo que son y deben ser instituciones como esta Facultad y nuestra Universidad Nacional, abiertas a la diversidad, al diálogo, a la tolerancia y al respeto a diferencias y coincidencias”, agregó el también integrante del Grupo Nuevo Curso de Desarrollo de la UNAM.

En su oportunidad, Mary Frances Rodríguez Van Gort, directora de la FFyL, mencionó que “a partir de 1939 nuestra Universidad se convertiría en el hogar académico de intelectuales que, como resultado de la represión hacia el republicanismo español, arribaron a México, lo que sumó una multiplicidad de visiones críticas a esta casa de estudios y a la FFyL”.

En las aulas y pasillos –primero de la Escuela Nacional de Altos Estudios y después de la FFyL–, abundó, se sentaron las bases de lo que hoy reconocemos como “prácticas interdisciplinares” o “ciencia de frontera”; así, las humanidades y las ciencias han mantenido un diálogo que respeta la pluralidad de pensamiento.

Por último, detalló que en dicho exilio arribaron alrededor de mil 800 mujeres a México, lo que es “un tema imprescindible, si queremos comprender a cabalidad este proceso de movilidad intelectual y sus contribuciones”.

Acontecimiento iberoamericano

Ambrosio Velasco Gómez, coordinador del Seminario Universitario de Problemas Científicos y Filosóficos (SPCF) del Instituto de Investigaciones Filosóficas (IIF), recordó que las grandes figuras del exilio español encontraron particularmente en la FFyL un ambiente intelectual del más alto nivel con colegas generosos, con quienes emprendieron una renovación intelectual de las humanidades y las ciencias, y así vivificaron la cultura iberoamericana en general.

“Y el hilo fino al que aludía Pedro Garfias en su poema “Entre México y España”, que escribió en el barco Sinaia en 1939, es un humanismo republicano, tradición que constituye lo mejor de las dos naciones desde su origen, a partir de los tiempos de la Conquista y el Imperio español, cuando surgió nuestra Universidad de México”, añadió.

Raquel Serur Smeke, profesora de la FFyL y subsecretaria para América Latina y El Caribe de la Secretaría de Relaciones Exteriores, expuso que México, alejado de toda consideración ideológica, a lo largo de su historia ha honrado la institución del asilo salvando la vida y la libertad de miles de personas, entre ellas las de personajes tan destacados como el revolucionario y político italiano Giuseppe Garibaldi, el escritor y político cubano José Martí, el cineasta Luis Buñuel, o incluso el poeta León Felipe y la Premio Nobel de la Paz 1992, Rigoberta Menchú.

“Si como dijo Proust: ‘la única manera de vivir una experiencia ajena como propia es a través de la literatura’, es mediante la obra poética de Adolfo Sánchez Vázquez que podemos experimentar lo que es sentirse desterrado”, comentó.

Y concluyó con el poema “Desterrado muerto”, del cual es el siguiente fragmento: “Tú no descansas / no / con esta suerte de muerte enajenada; / con el sino de estar bajo la tierra / desterrado”.

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