El Homo sapiens, o sea nosotros, somos como una plaga –hace dos mil años éramos 170 millones, hoy en día siete mil millones– que ha dejado ya su marca en la historia geológica de la Tierra.
Si nos extinguiéramos o migráramos a otro planeta, un geólogo extraterrestre vería que somos la única especie que alteró los ciclos naturales de la Tierra. Un ejemplo puede ser el calentamiento global, que ha aumentado por la emisión de gases de efecto invernadero.
Vería también que a su paso, el Homo sapiens dejó como fósiles en sedimentos y capas terrestres: plásticos, cemento, isótopos radiactivos y clorofluorocarbonos (dañan la capa de ozono pero tienen vida corta, como de tres mil años), entre otros productos no naturales.
A este impacto global del hombre sobre la Tierra, Paul J. Crutzen, correceptor junto con Mario Molina y Frank Sherwood del Premio Nobel de Química 1995, lo llamó Antropoceno.
Sin embargo, apuntó Socorro Lozano, en la Tabla Cronoestatigráfica Internacional todavía no se le pone al Antropoceno el clavo dorado con el que se define el punto del límite global y todo mundo reconoce como una unidad geológica.
Para la investigadora del Instituto de Geología, podría ser la edad geológica del hombre, porque el Homo sapiens es la única especie que ha dejado su impronta global, alterando el sistema terrestre, sobre todo por el significativo crecimiento de su población.
Límites sin consenso
Tampoco hay consenso si el Antropoceno (del griego anthropos: hombre y kainos: nuevo) es una nueva edad geológica ni qué periodo debe abarcar.
Antes que Crutzen la llamara simplemente Antropoceno; William F. Ruddiman, un paleontólogo y paleoclimatólogo muy reconocido, sostuvo que la edad geológica del hombre habría comenzado mucho antes de la revolución industrial. Postula que hace ocho mil años comenzó el calentamiento global por actividades agrícolas.
Geológicamente, dice Lozano, la agricultura es un evento muy reciente. Surge hace 11,700 años, que corresponde al Holoceno (una de las dos épocas del Cuaternario), caracterizado por secuencias de ciclos fríos y cálidos globales, llamados glaciales e interglaciales.
En la cuenca del Balsas, hace 10 mil-nueve mil años, hay evidencias de la domesticación del maíz y “posteriormente se distribuye en toda América”, aseguró la universitaria.
Sin embargo, sostiene Lozano, la agricultura no fue un evento global. Aparece sólo en ciertas partes del mundo. Por ejemplo, hace nueve mil años, en lo que ahora es México, ya había gente utilizando recursos, pero no abarcaba todo el país. La Tierra aún no estaba tan impactada por la agricultura y la población.
Crutzen acuñó el término de Antropoceno en el año 2000 para definir una época de alteraciones humanas sobre el planeta. Aunque todavía no se establece cuándo inicia dicho periodo. Algunos sostienen que el Antropoceno empezó en el año 1, hace dos mil años, cuando ya había 170 millones de humanos en la Tierra.
Otros especialistas dan otra fecha: 1610. Después de la Conquista española, por las batallas y las enfermedades, la población nativa de América se redujo de 56 millones a casi seis millones de indígenas de acuerdo con algunas estimaciones, afirmó la geóloga.
Cuando muere 95 de la población original americana, ocurre un evento global. Los campos de cultivo quedan abandonados y se restablece la vegetación y el carbono de la atmósfera pasa a la biomasa. “Al analizar la composición de los núcleos de hielo, el bióxido de carbono (CO2) que queda en las burbujas de aire muestra una disminución en el CO2 atmosférico del planeta para esa época”.
Unos más sostienen que el Antropoceno se inicia en el lapso 1950-1960, caracterizado por la gran aceleración económica, por las bombas atómicas, cuya impronta de su explosión se registra en todo el orbe y sobre todo por “un aumento importante de la población”.
El meollo poblacional
Ése, para Lozano, es el meollo de lo que podría ser una nueva edad geológica del hombre: ser una plaga que, como ninguna otra especie, ha alterado, sigue alterando el equilibrio natural.
En el año 1, éramos 170 millones. Para 1800, había mil millones. En 1930, dos mil millones, gracias a los antibióticos que permiten enfrentar las infecciones. Y en 1980, con la Revolución Verde, no sólo podíamos vivir más, sino comer más. Desde entonces la población crece y crece, y requiere de más recursos, más comida.
Hay mapas donde se visualiza el crecimiento poblacional a partir del año 1. Desde los primeros siglos, China era un foco de población relevante. Luego hay una explosión poblacional en Europa; después en América. En el siglo XX, por la influenza española, murieron millones, “por una gripe que ya se puede curar”.
Esas epidemias que reducen la población no las tenemos ahora gracias al progreso de la medicina, sobre todo de los antibióticos, de la genómica y otros avances tecnológicos. Sin embargo, Lozano no descarta que aparezca algún microorganismo súper resistente que podría causar enfermedades incurables, pero “lo veo poco probable” porque “el desarrollo de la medicina es increíble”.
Además, el Homo sapiens, o sea nosotros, somos una especie nueva en el mundo (400 mil años es bastante reciente, aunque los homínidos tienen millones de años), altamente adaptable, exitosa por el desarrollo de su cerebro.
Insistió en que somos como una plaga y todos somos responsables de alterar el ambiente, del actual incremento del calentamiento del planeta, de los gases de efecto invernadero, de la contaminación de plásticos…, que son la impronta global de lo que podría ser una nueva edad del hombre.
Finalmente, dijo qué hay grupos de investigadores en geología que tratan de definir al Antropoceno: cuándo empieza y qué lo caracteriza. “Parece ser que sí se va a reconocer, pero todavía no sabemos dónde poner el límite”.