Investigación en la Reserva de la Biósfera de Calakmul
El ser humano, clave en la recuperación de los cuerpos de agua
Hay que evaluar los riesgos para los ecosistemas y encaminarse a la gestión forestal sostenible: Judith Guadalupe Ramos, del Instituto de Ingeniería
En la última década no sólo se han perdido cuerpos de agua en la Reserva de la Biósfera de Calakmul, sino que se ha demostrado que las acciones correctas pueden llevar a su recuperación y resiliencia, explicó la académica del Instituto de Ingeniería, Judith Guadalupe Ramos Hernández.
Ante estudiantes y académicos reunidos para celebrar el Día Mundial del Medio Ambiente en el IIUNAM 2024, la investigadora mencionó que desde 2011 trabaja con un grupo de especialistas revisando el ecosistema en general, los usos de suelo, así como las afectaciones generadas por fenómenos meteorológicos o el cambio climático.
En la charla ¿Resiliencia en el bosque? Interacciones y cambios a diferentes escalas a través del tiempo, la experta detalló que hoy en día su equipo de trabajo se encuentra en la Reserva de la Biósfera de Calakmul midiendo la humedad del suelo para con ello establecer la disponibilidad del agua en la región.
Desde siempre, agregó, se ha dicho que en el bosque hay mucha agua, pero no en todos lados, y en la zona que han estudiado hay sequía dependiendo de si se presenta algún fenómeno como La Niña o El Niño.
En el Salón de Seminarios Emilio Rosenblueth, la investigadora precisó que las selvas tropicales interesan porque México es uno de los 10 países con mayor superficie de bosques primarios, y su evolución depende únicamente de las perturbaciones naturales.
Ramos Hernández añadió: “Hay oportunidades para la restauración, sí. Lo podemos lograr, sí, En este proceso el ser humano es clave, y así como puede generar esas perturbaciones también es posible que ayude a que se logre esa adaptación. Aquí es donde entramos nosotros, que medimos la humedad del suelo, sabemos cuál es la disponibilidad del agua y las zonas que más se van secando, dónde se ha deforestado más; asimismo, hemos establecido cuáles pueden ser las condiciones que ayudan a la resiliencia del sistema”.
La doctora en Manejo de Recursos Hídricos explicó que este trabajo lo han realizado desde 2011 bajo el liderazgo de Jesús Gracia, y colaboran con especialistas del Instituto de Geología, la Facultad de Química, así como del Instituto Politécnico Nacional.
Ramos Hernández recordó que los trabajos en la Reserva iniciaron al estudiar la aguada El Ramonal, cerca de las pirámides de Calakmul. En 2013 revisaron el nivel del agua; para 2017 ya ni siquiera se veía el líquido.
A lo anterior se sumó que desde 2012 comenzó en la zona una sequía la cual se agravó en 2019, y fue tan severa que ese año los animales salían a buscar agua en las poblaciones; se morían de hambre, de sed y de miedo. Fue un fenómeno que secó prácticamente todas las aguadas, pero debido a la pandemia se recuperaron algunas.
La aguada Helipuerto
Otro caso es la aguada Helipuerto, un cuerpo de agua que ya sólo se veía en fotos y existía así antes de que los arqueólogos dijeran que siempre tendría líquido, por lo que la tomaron para rehacer las pirámides. El impacto fue tal que en 2015 únicamente se observaba un manchón y en 2019 se secó. Los guardabosques entonces, cuando se fue el arqueólogo, desviaron nuevamente la corriente.
La reducción de las actividades humanas en la zona, aunado al restablecimiento del flujo natural del agua hizo que este año ya sea visible nuevamente en franca recuperación, narró la experta adscrita a la coordinación de Hidráulica del Instituto de Ingeniería.
Estos sitios, añadió la especialista, son reguladores climáticos cuyo alcance es local, regional y mundial, y tienen una capacidad para almacenar casi el 68 % del carbono global; de ahí la importancia de conservarlos en conjunto.
A medida que los bosques cambian a distintas escalas, es cada vez más relevante comprender si dichas transformaciones conducen a una mejor resiliencia y a posibles puntos de inflexión, por lo que entender los mecanismos subyacentes a la resiliencia forestal y los puntos de inflexión ayudarían a evaluar los riesgos para los ecosistemas y presentar oportunidades para su restauración, así como la gestión forestal sostenible, finalizó la investigadora.