Determinará si hay condiciones de vida en otros planetas
El telescopio James Webb abre oportunidad para conocer la evolución del universo: José Franco
Las espectaculares imágenes captadas por el telescopio James Webb dadas a conocer por la NASA representan un hito en la historia de la investigación científica y abren una extraordinaria posibilidad para conocer con mayor detalle y nitidez las primeras etapas de la evolución del universo, saber cómo se forman las estrellas y determinar si hay condiciones de vida en las atmósferas de otros planetas externos, fuera de nuestro sistema solar, consideró José Franco, investigador del Instituto de Astronomía de la UNAM.
El especialista señaló que apenas es el inicio, un primer bocadillo, de una gran cantidad de sorpresas que traerá consigo el material que está captando el nuevo telescopio espacial, que con el tiempo irá moldeando nuestra forma de ver el universo y “nuestra visión de cómo se forman las estrellas, qué características tienen las atmósferas de los planetas externos y qué maravillas existen alrededor de los llamados agujeros negros”.
Hay cerca de cinco mil planetas externos que han sido descubiertos fuera de nuestro sistema solar y con las observaciones del James Webb se podrán estudiar con mayor detalle las atmósferas de esos planetas, buscando rastros de agua y vestigios que permitan determinar si hay posibilidades reales de que en algún momento se haya desarrollado algún tipo de vida; es un tema que resulta de gran trascendencia.
Una de las imágenes presentada recientemente, explicó José Franco, muestra galaxias que se ubican a 13 mil millones de años luz de nosotros, es decir, que están muy cercanas al inicio mismo del universo. En esas galaxias se encontraron líneas de visión de oxígeno, lo cual nos muestra que las estrellas de éstas ya están contaminando el medio a su alrededor con elementos como oxígeno, nitrógeno, carbono, que son los elementos fundamentales para formar las moléculas que dan origen a la vida en la Tierra, aunque eso no quiere decir que existan organismos vivos, sino únicamente que están presentes los elementos químicos esenciales para crear condiciones de vida.
El académico universitario describió algunas de las características particulares del telescopio James Webb que le han permitido superar con éxito las primeras pruebas y objetivos para los cuales fue diseñado y lanzado al espacio hace siete meses: en comparación con el telescopio Hubble, que contaba con una apertura de dos metros de diámetro, el nuevo telescopio espacial tiene una apertura de seis metros y medio de diámetro lo cual le permite tener una capacidad colectora diez veces mayor. Su superficie está recubierta con oro que permite una reflectancia ideal para la operación del sistema infrarrojo, que es la parte central y novedosa de esta expedición; además, los instrumentos con los que funciona fueron elaborados para trabajar a temperaturas criogénicas, por debajo de los 250 grados centígrados.
El diseño y construcción del telescopio James Webb estuvo a cargo de las agencias espaciales de Estados Unidos, Europa y Canadá, en un proceso que duró veinte años para ser puesto en órbita a finales de 2021.
Para el investigador, la misión del telescopio Webb representa un avance sin precedentes en el desarrollo de las tecnologías de telescopios espaciales toda vez que ofrecerá información extraordinaria e invaluable para la investigación científica en las próximas décadas.
Comentó que una vez que el telescopio, en esta primera etapa, ya demostró una alta eficiencia en su operación, científicos de las tres agencias espaciales patrocinadoras presentaron sus proyectos de investigación, y serán ellos los primeros en tener acceso a los resultados de las nuevas observaciones espaciales en los meses venideros. Después de un tiempo razonable, dicha información pasará a ser pública y los investigadores de todo el mundo podrán acceder a ella.
En el caso de nuestro país, destacó, hay una comunidad científica dedicada a la astrofísica que realiza un trabajo extraordinario y cuenta con un alto reconocimiento internacional, especialmente en el Instituto de Astronomía y en el Instituto de Radioastronomía y Astrofísica de Morelia por lo que las nuevas observaciones científico-espaciales darán un impulso a la investigación en estas áreas.
“A partir de la segunda mitad del siglo XX, México ha desarrollado una comunidad astrofísica de primera línea reconocida en todo el mundo y lo que este país necesita es más apoyo para fortalecer el desarrollo del Observatorio Astronómico Nacional de San Pedro Mártir, en Baja California, o para otorgarle mayor potencia al Gran Telescopio Milimétrico ubicado en la sierra negra de Puebla” concluyó.