Experiencia que no resulta individual ni personal

El tránsito de género es algo colectivo

Ariel Florencia Richards, escritora e investigadora de artes visuales chilena, presentó en el Centro de Enseñanza para Extranjeros de la Universidad Nacional su novela Inacabada

Luis de Pablo Hammeken, Anel Pérez, Ariel Florencia Richards y Omara Corona. Foto: cortesía CEPE.

En el minuto que un hijo le dice a su madre: yo renuncio al género que tú me asignaste al nacer y desisto al nombre, a las expectativas que ustedes tienen sobre mí, lo que aparece es el temor a lo que no se ha nombrado, a lo que no se ha hablado. Una niña necesita la visa de su madre para ser considerada una persona trans, pero el tránsito no es individual, requiere de un permiso”.

Así lo compartió Ariel Florencia Richards, escritora e investigadora de artes visuales chilena, que en su obra aborda temáticas como el género, la relación con el cuerpo y su historia personal como mujer trans, al asistir a una charla convocada por el Centro de Enseñanza para Extranjeros (CEPE) de la UNAM.

En el Auditorio José Vasconcelos de dicha instancia universitaria, la autora de la novela Inacabada, ganadora del Premio a la Mejor Novela, otorgado por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de Chile 2024, dijo: “Si no hubiera problemas todo sería fome (aburrido), pero percibo que el ‘tránsito’ queda coaptado por la teoría académica y esto es muy peligroso, porque éste no es un concepto abstracto, es una experiencia que pasa por el cuerpo, sobre todo el tránsito de género es una experiencia que no es individual ni personal, sino algo colectivo”.

“Soy mujer”

Me tardé 37 años para decirle a mi madre una frase de dos palabras: “soy mujer” … ni siquiera le dije, soy trans, porque esa palabra era ajena al universo cultural de mi madre, abundó.

“Mamá estoy transitando, soy un ser en tránsito, ¿cómo decirle esto a mi madre?, ¿cómo decir: la verdad provoca dolor?”, expresó Ariel Florencia Richards.

La autora quien estudió Diseño en la Universidad Católica de Valparaíso y Estética en la Universidad Católica de Chile, y acreedora a la Beca Bicentenario para realizar un máster de Escritura Creativa en la Universidad de Nueva York, confesó el momento más fundacional de su vida.

“Tengo una perra galga que se llama Roma y en un paseo durante la pandemia chocó con una ciclista y el dedal de la campanilla la rajó, fui a la primera veterinaria que pillé, llamé a mi madre, y me contestó: a ver, a ver ‘tranquila’: así fue la primera vez que ocupó el femenino para referirse a mí, mi llanto paró…”.

Considero, subrayó, que nacimos en este momento histórico y que estamos paradas sobre la labor de otras mujeres que trabajaron por nosotras en el pasado, podemos experimentar el ‘tránsito’ (de género) como algo gozoso, maravilloso y así lo creo yo.

Antes, durante su presentación y anfitrionía, Anel Pérez, titular del CEPE, comentó: “en México se ha reconocido la legalidad de muchas identidades y derechos relacionados con la diversidad genérica y fuera del tema político, jurídico, administrativo, médico, la cultura tiene una corresponsabilidad en estos procesos”.

“Esta Universidad, entre muchas otras, tiene la claridad de hacer algo a propósito de cómo pensamos la palabra transgénero, transfeminicidio, de cómo, la enseñamos, la protegemos, y cuál es el compromiso de la literatura, en este terreno, y cuál es la responsabilidad”, apuntó.

En su oportunidad, Omara Corona Ramírez, doctoranda en Humanidades en la línea de Estudios Culturales y Crítica Poscolonial en la Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco, consideró que pensar en una autoría femenina en la escritura de las mujeres o en mujeres escritoras, implica diversos modos de entrar a la propia experiencia subjetiva y corporal como una impronta creativa y literaria.

“Aún seguimos hablando de literatura escrita por mujeres o del rescate de la escritura femenina, pero a mí me sigue sonando raro que digan literatura escrita por hombres o masculina, es como si hubiera esa necesidad de nombrar la diferencia”.

Agregó que asumir o asumirse como autora trans es ya una aportación en sí misma, que adquiere una materialización específica en la escritura y en la novela. “Es un acto para mí de valentía, como la de Ariel, este hecho se suma a incursiones como la de la autora argentina Camila Sosa Villada”.

Finalmente, Luis de Pablo Hammeken, doctorado en Historia por El Colegio de México, mencionó que un aporte relevante de la novela además del placer estético que da su lectura, es demostrar que la experiencia trans no es tan distinta a la que todos vivimos como seres humanos.

“Todos estamos inacabados, somos como una obra de arte que no está terminada, y que nunca estará concluida; esto puede facilitar la empatía. En algunas reseñas hablan de literatura trans, no creo que haya literatura trans y cis (cisgénero), sería un poco extraño”, finalizó.

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