También ha crecido la confrontación política

En aumento, la crispación social

Es urgente poner a la tolerancia en el centro de la convivencia y las conversaciones: Mónica Adriana Mendoza, de la FFyL

Las redes sociales se han convertido en una arena pública.
Ante el aumento en la crispación social y la confrontación política que se vive en el país es urgente poner a la tolerancia en el centro de la convivencia y las conversaciones como un mandato social, educativo y político ante el riesgo de que esas diferencias se agudicen y se manifiesten en los diferentes modos de violencias, clasismos, xenofobias y todas las formas posibles de discriminación, advirtió Mónica Adriana Mendoza González, de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL).

La especialista en educación para la paz destacó que estamos viviendo un choque entre sociedades cada vez más heterogéneas, con formas de pensar diversas y con una excesiva circulación de información en redes sociales siempre ligada a la inmediatez y la urgencia, lo que hace cada vez más necesario fortalecer la tolerancia, la no discriminación y el combate a todas las formas de violencia.

Añadió que, junto con esa diversidad que se está debatiendo y expresando en prácticamente todos los espacios públicos, en las escuelas, hogares, calles y agenda política, también están confluyendo posturas ideológicas opuestas, pues mientras por un lado se abre todo un abanico de libertades, de derechos y prerrogativas en materia de derechos humanos, igualmente están surgiendo movimientos de resistencia que se niegan a transitar hacia una sociedad cada vez más igualitaria.

“Mientras vamos abriendo brecha hacia la conquista de más derechos para que éstos se hagan progresivos y no se repliquen prácticas violatorias que menoscaban los derechos humanos, en esa misma medida, surgen las resistencias y hay respuestas cada vez más agresivas y más cruentas. Por ejemplo, en la lucha de las mujeres por una vida libre de violencia hay fuertes resistencias sociales a no querer transformarse y a no querer perder esos privilegios que las sociedades patriarcales han construido a lo largo de la historia.”

Indicó que lamentablemente no se han podido combatir eficientemente las discriminaciones y tampoco se ha podido trabajar en la igualdad como un elemento fundamental para el reconocimiento del otro, de la otra o del otre como personas dignas de igual valía, que convergen en la diversidad ideológica y social; por el contrario, lo que sigue prevaleciendo es la construcción de una verdad o un pensamiento único, por encima de muchos otros pensamientos.

En el ámbito digital

Asimismo, la universitaria comentó que la intolerancia ha causado muchas otras formas de violencia que antes no eran tan visibles, como la digital que ha emergido de manera vehemente, al igual que la que hay en redes sociales, especialmente en Twitter, que se ha convertido en una arena pública en donde la conciencia moral no tiene cabida porque se pueden decir cosas y dañar a las personas de la manera que sea sin que se responda ante nadie por esos actos.

Enfatizó que la violencia verbal, la furia para insultar y la facilidad para burlarse de las personas desde el anonimato en redes, a través de perfiles o personajes falsos, termina mostrándonos una realidad que no queremos aceptar y la necesidad de trabajar en la tolerancia y la aceptación de la diversidad.

“No estamos dialogando ni conviviendo entre personas, sino que ahora estamos frente a una confrontación entre personajes con perfiles construidos para atacar desde el anonimato. No estamos frente a personas con conciencia y libertad que emiten un juicio y que se responsabilizan de sus actos; el anonimato ha desplazado a la persona como un ser con responsabilidad moral.”

En este sentido, la especialista consideró que la educación para la paz debe ser una de las rutas posibles para avanzar en el ámbito de la tolerancia y el respeto, como una plataforma y una herramienta ética educativa que trabaja en la búsqueda de la justicia social, el combate de las desigualdades de todo tipo.

Apuntó que mientras no reconozcamos cuáles son los obstáculos ideológicos que nos impiden dialogar con el otro de igual a igual, desde la horizontalidad, con la misma valía que tenemos todas las personas, difícilmente vamos a avanzar. No podemos hablar de tolerancia sin hablar de justicia, de igualdad, de diálogo o del reconocimiento de las y los demás.

Mendoza González destacó que en la construcción de las políticas públicas, las instituciones educativas están obligadas a actuar con mayor celeridad en el análisis de fenómenos sociales como la intolerancia, el clasismo y la violencia, que están avanzando de manera acelerada, rebasando todos los diagnósticos. Los libros nos aportan mucha información, análisis, pero tenemos que trasladarnos a las comunidades en donde se están gestando los problemas y trabajar con y para la gente; esto es esencial en la academia y la educación para la paz, concluyó.

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