En el Museo del Prado, el biombo más antiguo de México

Esta pieza narra en forma armoniosa y pactada la conquista de Tenochtitlán; Presenta también una visión idealizada de la Ciudad de México de finales del siglo XVII, con personajes históricos y tipos sociales de la época.

El Museo del Prado, de Madrid, como parte de la exposición Tornaviaje. Arte iberoamericano en España, muestra un biombo, el más antiguo hecho en México, que en una suerte de síntesis histórica representa la Conquista de Tenochtitlán y la Ciudad de México del siglo XVII, habitada por personajes históricos y tipos sociales de la época.

El biombo, dice el doctor Jaime Cuadriello, del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE), posiblemente es el “pie de cría” de otros cinco biombos conocidos sobre la Conquista, algunos bajo resguardo en el Castillo de Chapultepec, el Museo Soumaya y el Museo Nacional del Virreinato.

Obra colectiva, el biombo sobre la Conquista de Tenochtitlán fue hecho en el taller de la familia Correa (comandado por Juan, su hermano y su primo), con el apoyo intelectual del historiador Don Carlos de Sigüenza y Góngora.

En el envés del biombo se puede apreciar una síntesis temporal de la resistencia indígena, ocurrida entre noviembre de 1519 y agosto de 1521, apunta Cuadriello.

Se presentan distintos episodios desde diversos planos: desde la entrada de Cortés y su recibimiento por parte de Moctezuma y su comitiva en la Calzada de Iztapalapa hasta la toma de la pirámide mayor de Tlatelolco, donde las tropas españolas clavaron sus picas y su banderín como signo de triunfo.

Los hechos representados “apelan a un ambiente jurídico” pues legitiman la Conquista y la muerte de Moctezuma, la huida de los españoles durante La Noche Triste, la llegada de los bergantines y la forma en que los españoles fueron agasajados por el emperador azteca.

“Catálogo Tornaviaje. Arte iberoamericano en España. Museo Nacional del Prado, 2021, Madrid, España”.

Es, dice el investigador universitario, una apretada síntesis de lo que para entonces narraban Bernal Díaz del Castillo y, sobre todo, el gran cronista Antonio de Solís en su obra Historia de la Conquista de México.

El biombo, una prueba de méritos

El taller de la familia Correa estaba formado por pintores mulatos que se especializaban también en artes decorativas, pintura de encorchados y de flores (ornamento floral en los marcos del biombo). Trabajaban también la hoja de oro, plecas que adornan “el biombo con su danza de arcos”.

El biombo no lleva la firma de sus creadores porque es un trabajo en equipo, y sin duda fue, reitera Cuadriello, pie de cría de otros parecidos, tampoco firmados, pero emparentados estilísticamente con el taller de los Correa.

El Biombo sobre la Conquista “quizá fue” un encargo del conde de Galve, (entonces virrey de la Nueva España), quien también habría pedido al pintor Cristóbal de Villalpando una gran vista de la plaza mayor de México, para que al regresar a España la mostrara como una prueba de sus méritos y del buen orden en el que se mantiene la ciudad”.

Como virrey, a Galve le tocó vivir la escena más cruenta de la rebelión indígena de 1692. Luego de una escasez de granos, una sequía y de otras adversidades climáticas, la ciudad pasó por una enorme hambruna y carestía del maíz. Los indígenas y la nobleza de los barrios de Santiago Tlatelolco y de San Juan Moyotlán se amotinaron. Por el descontento social, prendieron fuego al palacio virreinal, a las casas del ayuntamiento, a la casa de Cortés y a la alhóndiga, donde se resguardaban los granos.

Vista coreografía de costumbres y edificios

Si la forma de narrar la conquista “es armoniosa y pactada”, la gran panorámica de la Ciudad de México, en el revés del biombo, es una “vista idealizada. Son, señala Cuadriello, representaciones para reconstituir idealmente un tejido social que en ese momento estaba lastimado.

El biombo presenta una gran vista panorámica de la Ciudad de México de finales del siglo XVII, excepcional no sólo por su minuciosa descripción y la información sobre la realidad física de la ciudad, sino también porque la presenta habitada.

“Catálogo Tornaviaje. Arte iberoamericano en España. Museo Nacional del Prado, 2021, Madrid, España”.

En el biombo —restaurado para su exposición en el Museo del Prado— aparecen personajes censurados, que “quizá no eran del agrado del virrey”, como la hermana y la hija de Moctezuma, las princesas Papantzin (quien profetizó la llegada de los españoles) y Tecuichpo (a quien rendían pleitesía justo cuando mataban al emperador), así como la rebelión encabezada por Cuauhtémoc.

Figuran también personajes de la antigüedad prehispánica, como Itzcóatl, el gran formador de Tenochtitlán, o quienes luego fueron gobernadores españoles, como Ecatzin, de Tlatelolco.

Para Cuadriello hay una recomposición de la historia “para rendir homenaje a la grandeza de la antigua Tenochtitlán” y mostrar el nuevo pacto que la nobleza indígena estableció con Cortés para reconstituir un reino y una ciudad distintos.

Desde “el sitio real de Chapultepec” se ve una Ciudad de México con edificios que transitan en sus arquitecturas, entre las viejas techumbres de plomo y tijera (estructuras mudéjares de madera) a nuevas bóvedas construidas con tezontle y chiripa.

Hay iglesias con bóvedas, como la Concepción, en Tlatelolco, y la Catedral, y otras con el viejo sistema constructivo, como el Santuario de Guadalupe. Se ven calzadas y al virrey llegando a palacio en su carroza tirada por seis caballos.

Se plasman también tipos sociales (indígenas, mulatos, españoles) desempeñando diferentes actividades costumbristas. Por ejemplo, mayordomos que piden limosna, la boda de indígenas apadrinados por españoles, el mitote de indígenas bailando en Tlatelolco y otros jugando al “Santiaguito” en la Plaza de San Juan Moyotlán; indígenas bañándose festivamente o nadando en la caída de El Salto del Agua.

Se observan, además, el rastro, los baños de temazcal por el rumbo de La Merced, los locos del Hospital de San Hipólito, un par de espadachines en duelo y funciones en la Alameda. Para Cuadriello es el primer paisaje total de la Ciudad de México desde una perspectiva pictórica y una vista coreográfica de sus costumbres y edificios.

El biombo también “es proyectivo”, es decir, nos brinda una idea de lo que ya no está, como la casa de Hernán Cortés, las casas del ayuntamiento, la alhóndiga y el palacio virreinal, destruidos por la rebelión indígena. Precisamente, el virrey Galve, con dos o tres años aún por gobernar, construiría uno nuevo palacio: inició la obra de lo que sería el Palacio Nacional actual

“En fin, nunca habíamos visto una panorámica tan amplia, tan bien contada, tan precisa de lo que fue la Ciudad de México en ese momento”.

“Catálogo Tornaviaje. Arte iberoamericano en España. Museo Nacional del Prado, 2021, Madrid, España”.

El biombo permaneció en México hasta el siglo XIX. Casi a finales del porfiriato, un diplomático español se lo llevó a Madrid, donde permaneció oculto, abandonado, hasta que fue restaurado para la exposición Tornaviaje. Arte iberoamericano en España, que previo costo se puede ver virtualmente hasta el 13 de febrero en la página del Museo del Prado.

El comisario general de Tornaviaje es el doctor Rafael López Guzmán, catedrático de la Universidad de Granada, con la asistencia de los doctores Jaime Cuadriello y Pablo F. Amador, del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, en la selección de las piezas.