Sala Miguel Covarrubias

En la danza, se pueden expresar todas nuestras emociones: Elisa Carrillo, bailarina

Giselle, la historia de amor: ballet romántico que te hará sentir amor, coraje y celos, llega al Centro Cultural Universitario

Sentir la obra sin escuchar una sola palabra. Foto: cortesía Compañía Nacional de Danza.

Uno de los grandes retos en la escena del ballet es cuando los bailarines tienen que contar historias a través de la actuación, con sus movimientos corporales y sin hablar, hacer que el público sienta la obra sin escuchar una sola palabra. Esto es posible en Giselle porque con la danza se pueden expresar todas nuestras emociones, afirma Elisa Carrillo, bailarina y embajadora cultural en México.

En un conversatorio organizado por Cultura UNAM y conducido por Raissa Pomposo, coordinadora de la Cátedra Extraordinaria Gloria Contreras en Estudios de la Danza y sus Vínculos Interdisciplinarios, Elisa Carrillo señaló que Giselle es “un ballet romántico que no falta en el repertorio de grandes compañías de todo el mundo”.

Giselle fue escrita originalmente por Théophile Gautier y Jules-Henri Vernoy, y se estrenó el 28 de junio de 1841. Relata una historia de amor en dos actos. En el primero –detalla la directora de la puesta en escena, junto con Cuauhtémoc Nájera–, una joven campesina se enamora de Albretch, quien es de otra clase social y esconde su identidad de noble para fingir ser un campesino.

Con el tiempo, Giselle se entera por Hilarión –un cazador enamorado de ella– que Albretch está comprometido con otra mujer y que le esconde su verdadera identidad. Entonces, ella pierde la razón y muere de desilusión a causa del engaño.

Para las bailarinas, la escena implica un gran reto, porque no sólo es sentir el peso del engaño, sino también estar en sintonía con la música y la interacción con los otros bailarines. “Hay toda una coreografía que representa esa parte, una música y un acento especial con los que tienes que correr, tocar a tus compañeros; y esa es justamente una de las escenas más difíciles para una bailarina en Giselle, porque si no posees un orden en la forma que lo vas a interpretar, puede que no le llegue al público”, acotó Carrillo.

En este sentido, especificó que si un aspecto le ha ayudado a conectar con las coreografías “es rememorar alguna época de mi vida cuando haya sentido dolor y desilusión, porque a todos nos ha pasado que queremos a alguien y ese amor no puede ser posible. Entonces me acerco nuevamente a esos momentos para poder transmitirlo”.

Agregó que en todos los ballets siempre existe una estructura, y se debe tener bien estudiada y trabajada para que no se vuelvan sólo pasos, sino que sean parte de uno mismo, “algo orgánico que realmente lo sientas”.

En cuanto al segundo acto, contó la directora, Albretch busca a Giselle para decirle que la quería, pero él tenía ya un compromiso; entonces el espíritu de ella se aparece. La bailarina refiere que es en ese momento cuando se manifiesta Myrtha, la reina de Las Willis –espíritus de mujeres que murieron del dolor en su corazón por algún desamor–, y les ordena matar a todos, y los hacen bailar hasta lograr el cometido.

“En esas escenas, las mujeres tenemos que ser un equipo. Recuerdo cuando lo representé en el escenario y es importante sentir a tus compañeras. Hay un momento en el que todas se encuentran en la posición de arabesque, es una escena muy bella, porque sé que todas las mujeres tenemos que ser fuertes, capaces; pero también esa suavidad en sus brazos, esa calidad del ballet romántico que se necesita, que los brazos son diferentes y siempre están en movimiento, como volando, es maravilloso”, recalcó.

Sentimientos universales

Carillo destacó que esta obra, a pesar de tener 182 años desde su estreno, logra cercanía con el público al tocar y expresar sentimientos universales como el amor, el coraje o los celos. “Es una forma de darte cuenta que, aunque pase el tiempo, las emociones que los seres humanos sentimos en los diferentes momentos de nuestras vidas estuvieron hace muchos años y aún siguen presentes”.

La pieza está a cargo de la Compañía Nacional de Danza y se presentará en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario, el jueves 29 y viernes 30 de junio a las 19 horas, sábado 1 de julio a las 12:30 horas y 19 horas, y domingo 2 de julio a las 12:30 horas.

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